José Manuel Llaneza era el consejero delegado del Villarreal. Nos dejó el pasado octubre a los 74 años y recibió a título póstumo innumerables muestras de cariño, incluida la de un Imanol Alguacil con quien coincidió en el Submarino. Si el oriotarra predicó con el ejemplo del directivo amarillo, tuvo que abrir este lunes, en el vestuario de Cornellà-El Prat, una botella de champán. Porque Llaneza las había visto de todos los colores. Asistió al nacimiento de un proyecto surgido desde las catacumbas del fútbol. Vivió desde dentro su crecimiento, lento aunque sostenido, con alegrías pero también con sinsabores. Y sufrió incluso, con el equipo ya plenamente instalado en la elite, un descenso sorprendente, el de mayo de 2012. Sabía dónde estaba. Nunca despegaba los pies del suelo. Así que, cuando su Villarreal alcanzaba los 42 puntos, pelara por lo que peleara, en su casa descorchaban y brindaban, poniendo en valor lo que todo el mundo había dado por sentado de antemano, el logro de la permanencia.

De dónde venimos

Apunte para los más despistados: tras ganar al Espanyol, la Real Sociedad ha llegado ya a esa cifra, mágica para muchos, que sobre el papel garantiza la salvación. El descenso es un peligro que por aquí olvidamos hace ya unos cuantos años. Pero nunca está de más recordar de dónde venimos. ¿Por qué? Aquí van tres motivos. En 2008, tras su primer curso en la categoría de plata, el cuadro txuri-urdin vio ascender a Sporting (actualmente en Segunda), Málaga (Segunda) y Numancia (Primera RFEF). En 2009 tampoco pudo subir, logro obtenido por Zaragoza (Segunda), Tenerife (Segunda) y Xerez (Tercera RFEF). Y en 2010, cuando por fin abandonamos el pozo, lo hicimos acompañados por Levante (Segunda) y Hércules (Segunda RFEF). Asomar la cabeza desde abajo resulta difícil. Pero hacerlo a largo plazo es más complicado aún. Lanzo desde estas líneas un modesto festejo tras conquistar los 42 puntos, por lo que asegura tal guarismo y también por lo que implica a estas alturas del camino. La Liga ya ha puesto en juego 63, y nuestro equipo ha sumado exactamente el 66%, un ritmo que, trasladado a la temporada en su conjunto, como mínimo te garantiza ser cuarto. Y de sobra además.

Un técnico "enfadado"

No me imagino a Imanol celebrando estos días la continuidad en Primera. De hecho, dijo después del partido de Cornellà que estaba “enfadado”, por el carácter sufrido de un triunfo que debió resultar más plácido. Todos compartimos el análisis, pero también hay que subrayar que el míster suele aplicar el método del palo y la zanahoria en función de los resultados y de las sensaciones. Posiblemente viera algo a nivel emocional, también en cuanto a agresividad e intensidad, que no le gustara. Mi película del partido, sin embargo, tampoco dibuja a una Real sin tensión, recreándose y olvidándose de hacer bien las cosas. Encajó el 1-3 a balón parado, ante uno de los mejores equipos de la Liga en la estrategia. Y el gol de Oliván, tras diez minutos en los que no había sucedido nada alrededor de Remiro, pilló al equipo con Carlos (derribado) y Kubo (desfondado) sin poder presionar en primera línea. Luego Sola salió en la foto, aunque ni él ni Marín, quien tapaba igualmente esa banda, lo tuvieron fácil a la hora de defender, una vez que la acertada combinación local les puso a correr hacia atrás. Son cosas que pasan. Y que le pasaron en Cornellà a un equipo txuri-urdin cuya temporada no está exenta de minutos finales contemporizando y administrando ventajas. El Omonia en Chipre tuvo más ocasiones postreras que el Espanyol.

Fútbol de quilates

Que los árboles de diez minutos de incertidumbre no nos impidan ver el bosque, representado en este caso por una hora larga de exhibición. Todo aquel que siguiera el partido pudo comprobar que la Real bordó el fútbol durante una prolongada fase del encuentro. Sin embargo, más que con el contenido del duelo, yo me quedo con el camino utilizado para lograr semejante superioridad frente al rival. Al fin y al cabo, en carreras de largo aliento no se trata tanto de ganar como de hallar las fórmulas para hacerlo de forma sostenida. Y este equipo, con su entrenador al frente, innova semana tras semana con recetas de lo más variopintas, respetando siempre su innegociable idea troncal. Es intenso, atrevido, poderoso en los duelos, vertical en cuanto puede y eficaz en la asociación si toca juntar más pases. A partir de ahí, atesora una variedad de herramientas tácticas que muy pocos manejan. Nadie quizás. Ante el Espanyol procedía hacer daño por fuera. E Imanol lo consiguió dotando a Brais e Illarra de una movilidad y un vuelo máximos. Brillaron Kubo y Oyarzabal, gracias, en gran parte, a todo lo que generaron entre mutrikuarra y gallego. 2-3. La música de la Champions ha vuelto esta semana a nuestros hogares, y en mis oídos empieza a sonar ya un poquito diferente. 42 (puntos) y subiendo. Seis (lesionados) y bajando.