Como era previsible, la Real Sociedad también ganó el derbi. Lo hizo porque es mejor equipo y cuenta con jugadores superiores a los del Athletic desde hace varios años. Y esta vez, además, sin dominar el juego durante muchas fases del encuentro, ya que en la primera parte antes del primer gol hubo bastantes minutos de duda con los rojiblancos imponiendo su intensidad y demostrando esa sensación que se palpa en los últimos clásicos vascos de que ellos se adaptan mejor al estilo de la Real que viceversa. 

La clave es que este equipo txuri-urdin no necesita imponer siempre su fútbol ni avasallar como a Osasuna o Almería. También dispone de futbolistas de primera categoría capaces de desnivelar la contienda en cualquier jugada aislada. En el clásico juego de la previa de la quiniela uno por uno de las horas previas al duelo, en el que la superioridad de los realistas de centro del campo hacia delante era para casi todos evidente. 

Un tanto de Sorloth, que jugó claramente tocado, y otro de superKubo, pusieron con una golosa ventaja a los locales. La pena es que poco después del éxtasis del japonés, Sancet recortó distancias y abrió de nuevo la puerta de la incertidumbre. En la reanudación, en una acción que va a generar mucha polémica y que va a provocar que muchos resuman el encuentro en ella, Kubo cayó en el área y Yeray fue expulsado. Mikel Oyarzabal, sí, el gran 10, puso el 3-1 y ahí se acabó lo que se daba. 

Una pena, porque al contrario que el Athletic en el duelo de la pasada temporada, los realistas prefirieron no hacer sangre y dejar las cosas como estaban cuando su afición no tenía ninguna intención de conceder clemencia al derrotado.

Pocas novedades destacables en la pizarra de alineaciones. Imanol apostó por el once esperado, con Sorloth titular en el verde, tal y como había anunciado la víspera. La única variedad que introdujo Valverde fue la entrada de Dani García en el centro del campo en lugar de Zarraga en un claro movimiento defensivo.

Bajo un ambiente terrible, el derbi arrancó y el Athletic, muy agresivo, no tardó en parecer más cómodo con una presión asfixiante en posiciones adelantadas y con Guruzeta casi más preocupado de Zubimendi que de buscar el gol. La Real no estaba a gusto ni en el campo con la situación. Incapaz de completar posesiones largas que le permitiesen desgastar a su rival como es marca de la casa, los realistas intentaron dominar gracias a su mayor calidad individual en un partido en el se jugaba mucho a pares y a duelos. Eso le permitió generar la primera ocasión en un disparo de Brais tras recortar que se marchó rozando el palo. Los Williams no tardaron en responder, en una buena jugada de Nico que culminó Iñaki, pero detuvo de forma poco ortodoxa Remiro.

A los 16 minutos llegó la primera posesión larga de los donostiarras, que acabó en otro balón largo simplemente porque les apretaban tanto que no les dejaban moverlo sin arriesgar en demasía. Una precipitada y floja salida de Unai Simón dejó el balón a los pies de Brais, que no se atrevió a disparar con la meta vacía. Pero esta Real no necesita dominar ni ser mejor para desequilibrar los encuentros, al contar con un arsenal ofensivo diferencial. En una jugada aislada, De Marcos cerró la incursión de Zubimendi y el despeje lo volvió a meter en la olla Zubeldia, de cabeza, para que Sorloth, con un control y un toque de preparación excelsos batiera a Unai Simón. La mayoría pensaba que estaba en claro fuera de juego, pero el lateral alavés se había quedado colgado en su flanco y lo anulaba por muchos metros.

Casi sin que sucediera nada reseñable, en la mejor demostración de que el fútbol es un juego de fallos, Unai Simón le dio un balón comprometido a Vesga, que Silva no tardó en adivinar, y tras su robo, limpio y sin ninguna posibilidad de que se interpretara como falta (por esa regla de tres el exagerado que reclame infracción en esta jugada imaginamos que vería claro el posterior penalti en el área zurigorri), asistió a Kubo, quien, tras dejar atrás a Vivian con un caño magnífico, definió como los killers en un golpeo seco al palo corto. Locura total del japonés, que merecía un baño de masas de ese calibre y que vengaba de esta forma las risitas del banquillo bilbaino en el amistoso de Barakaldo. Qué en este tipo de rivalidad se apunta y se recuerda todo.. 

Con el partido encarrilado, controlado, domado y dominado, la Real encajó un gol impropio de su fiabilidad defensiva. Yuri alcanzó la línea de fondo y su pase de la muerte lo convirtió en oro Sancet en un disparo cruzado que pudo y debió detener Remiro. Está bien que juegue como el mejor con los pies, pero la principal misión del portero es parar. Antes del descanso, un testarazao de Le Normand, a pase de Brais, puso en apuros a Simón.

La sentencia

Nada más reiniciarse el partido, Sorloth recayó de sus problemas de rodilla y entró Mikel Oyarzabal. El duelo estaba muy abierto y el Athletic parecía crecer mientras la Real se había quedado sin su gran referente ofensivo este curso. La preocupación regresaba a Anoeta, ya que tampoco había certezas de el 10 estuviera como para disputar a su nivel todo un periodo. Pero una buena presión grupal y un accidentado resbalón de Nico Williams provocó que hiciera una cesión suicida que leyó con su habitual picaresca Kubo, y en su carrera, al entrar en el área, se dejó caer al sentir un ligero contacto. Si nos pitan ese penalti en San Mamés, no se nos pasa el enfado en meses, aunque jamás escucharían un reconocimiento de este tipo en la prensa vecina si sucediera al revés como ya ha pasado en bastantes ocasiones. No fue penalti, el VAR no podía entrar porque sí le tocan y la roja es inevitable porque Yeray no tiene la más mínima opción de disputar la pelota. Como Iñigo en Sevilla. Oyarzabal transformó la pena máxima con esa habitual destreza que tan bien conoce su amigo Unai Simón. Ya con Anoeta patas arriba y nada más sacar de centro, Merino robó, Oyarzabal condujo y abrió para Brais que remató solo desde dentro del área con su pierna menos hábil, pero esta vez sí el meta internacional salvó el cuarto.

A partir de ese momento, en una decisión cuanto menos sorprendente y poco entendida por su gente, aunque comprensible si se tiene en cuenta que el martes viene el Mallorca en una Copa en la que hay muchos sueños de gloria, los realistas plegaron velas y dejaron de atacar. Optaron por dominar la posesión y, aunque la fiesta en la grada era absoluta, no volvieron a disparar a puerta. Ahí todavía tenemos y tendremos otra mentalidad a la de los vecinos, que si tuvieran opción de machacarnos, hipotecarían cualquier cita posterior como han demostrado en muchas ocasiones.

La Real es actualmente el equipo de Euskadi. Por eso se llevó el derbi. Ni más ni menos. El Athletic se centró en anular a Brais y Merino sin ser consciente de que la plantilla txuri-urdin dispone de todo tipo de recursos que les puede noquear en cualquier momento. Sobre todo Kubo y Sorloth, los nuevos Munitis y Zigic. El dúo sacapuntas. Los últimos minutos no pueden empañar que los realistas encadenaron ante su eterno rival su séptima victoria seguida, un dato escandaloso, que le permite alejarse a su supuesto rival directo hasta los nueve puntos y acercarse a los gigantes abusones. Dicen, se cuenta, se oye que pronto se cambiará de ciclo en Euskadi. Pues no tiene pinta, no... 

La Real es el flamante tercero, el líder de los terrenales, y como se le ocurra seguir así y crecer en los próximos años, va a empezar a ver el derbi como un embarazoso obstáculo menor en su camino. Que nadie se equivoque, ayer solo imperó el peso de la aplastante lógica en Anoeta. La felicidad de la era Imanol no parece encontrar fin.