Yo creo, sinceramente, que no lo dijo en modo literal. Que tampoco era para tomárselo al pie de la letra. Sucedió al inicio de la temporada pasada, justo después de que la Real cayera como todos los años en Barcelona, esta vez en su estreno liguero, y en la previa del primer encuentro en casa ante el Rayo. A Imanol Alguacil no se le había pasado el cabreo y lanzó uno de esos dardos envenenados a sus jugadores a través de los altavoces de los medios: “Al igual que yo, los jugadores estaban muy enfadados, nos faltaron muchas cosas y son conscientes de ello. Quiero que los 23 futbolistas que estén lo den todo, no solo los cuatro. Hace mucho tiempo que no veo a un jugador de la Real saliendo con una brecha de cuatro puntos en la cabeza”. Un poco bestia, sí, estilo Orio, pero todos entendimos su mensaje.

Su reprimenda no acabó ahí: “Quiero un equipo que transmita alegría, velocidad. Pero que si tiene que echar un cañete sea para hacer daño al rival, que si hace dos regates sean para crear una oportunidad de gol, que si hace sombreros sea para crear una ventaja. Estamos para que la gente disfrute y ganar. Pero quiero un equipo súper agresivo en defensa y que el público aplauda también esas situaciones. Quiero un equipo que salga a rastras del campo cuando acabe el partido. Quiero una afición que aplauda la actitud, la agresividad. Si conseguimos eso, estaremos cerca de ganar”. Yo diría que, ahora sí, se puede decir que lo ha conseguido...

Y por recordar, para ser conscientes de cómo estábamos y cómo estamos, que nunca está de más cuando el barco avanza a toda vela (ojo al juego de palabras solo para los muy cafeteros), un recadito para Januzaj: “Una cosa es la pretemporada y otra los partidos de verdad. Es cierto que estuvo destacado, pero quizás no es suficiente para estos partidos”. Qué tiempos, parecía ayer...

Reitero, no había que tomárselo textualmente. Si no los realistas serían como cuando tus padres o tus profesores te echaban la bronca por cometer una trastada y argumentabas que lo habías hecho porque te lo comentó un colega: “Y si te pide que te lances por la ventana qué haces, ¿te tiras?”. Nos ha pasado a todos. A lo que iba. Destaco las palabras de Iago Aspas al término del encuentro del pasado domingo: “Fue un partido difícil contra un gran rival. Un equipo aguerrido, ya se vio en los primeros minutos que dos se habían abierto la cabeza. Mucho segundo balón, mucha segunda jugada. Lo ha desnivelado el balón parado”.

No deja de ser curioso que en pocos meses hayamos pasado de ser el equipo que mejor jugaba del campeonato, con un estilo alegre y vistoso, y siempre pensando en crear superioridades a través de la posesión, a ser el que más faltas comete y que hasta nos consideren duros y aguerridos. Que incluso vayamos a un escenario de perros como puede ser Balaídos en medio de un amago de ciclogénesis y dos de nuestros jugadores, Aihen y Zubeldia, se abran la cabeza en los diez primeros minutos, imaginamos que haciendo las delicias de Imanol, quien, supuestamente, se estaría frotando las manos con la idea de que por fin ha logrado endurecer a un bloque que en la antigüedad perdía puntos por falta de consistencia y contundencia.

Recuerdo cómo uno de los jugadores del equipo campeón, al que aludió ayer el oriotarra, solía comentarme siempre que Ormaetxea les echaba unas broncas de escándalo al tacharles de blanditos. En este sentido, para ser justos, nunca lloverá a gusto de todos y tampoco será una prueba definitiva para medir la evolución de la fortaleza unas camisetas manchadas de sangre, a pesar de que Aihen sufriera una brecha en la testa y de que a Zubeldia el mal bicho de Larsen le lastimara la nariz en sendas jugadas desgraciadas. Es más, me atrevería a defender que una cosa es que la Real sea el equipo al que más faltas le pitan y otra, muy distinta, que sea el equipo que más faltas comete.

Basta con comprobar el distinto rasero con el que tratan los colegiados a David Silva en comparación con otras leyendas de la Liga como, precisamente, Iago Aspas. Reconozco que siempre me he considerado un fan del Príncipe de las Bateas, pero no puede ser más pesado. Protesta o comenta con el colegiado todas las decisiones que, por supuesto, no le benefician. Todavía me parece alucinante que se marchara limpio del duelo, cuando incluso al acabar el encuentro, llevaba un rato insistiendo con sus quejas sin ningún aparente reproche por parte del trencilla hasta que llegó el típico compañero torpe como Paciencia, que no hizo honor a su nombre, y que no parece saber cómo funcionan estas cosas, para decirle “muy mal” y ser expulsado. Y que conste que en esta ocasión, el canario fue amonestado por una entrada en la que tocó balón, pero que fue peligrosa (la Real vio siete amarillas, una exageración absoluta). Me refiero, por ejemplo, a la que recibió ante el Villarreal el domingo anterior, en la que hizo una mínima apreciación o a la misma roja que vio ante el Betis el curso pasado y que puso en jaque el pasaporte europeo al perderse por sanción partidos clave en el desenlace.

Por eso me sorprende cuando muchos insisten en que la Real debe hacer corrillos en torno al árbitro para presionarle. ¿Para qué? A ver si van a salir tres amonestados del embrollo por la gracia. Imposible no acordarse de la famosa anécdota del derbi de Aduriz e Iñigo Martínez, cuando este militaba aún en nuestras filas. Al término del duelo el rojiblanco fue a excusarse y le explicó que Valverde les había avisado de que los realistas solían rodear al colegiado para coaccionarle y que trataran de evitarlo. Lo que hay que oír...

Al término del encuentro del domingo, Zubeldia se pasó un buen rato atendiendo a los medios desplazados a Galicia desde Gipuzkoa, mientras no dejaba de sangrar por la nariz. Incluso tuvo que ser atendido por Cota, el médico del Celta y de la selección. Sin perder la sonrisa, primero preguntó si la tenía torcida de nuevo (totalmente confirmado) y recordaba que en verano había pasado por el quirófano para que se la pusieran bien. “A ver si voy a tener que volver...”, comentaba entre risas para sentenciar, “qué le vamos a hacer, ¿no? Hay que estar contentos, ha vuelto a ganar la Real”. Qué más nos dará lo demás. Vamos a por la octava. ¡A por ellos!