En las redes sociales he recibido en más de una ocasión el típico juego en el que te preguntan cuál ha sido tú jugador preferido de otros clubes de la Liga. En el caso del Celta, un equipo al que le tengo mucho cariño porque me une un vínculo importante, un futbolista que me encantó desde su irrupción fue Borja Oubiña. No solo por su indiscutible talento, sino por el recuerdo de uno de los abrazos más bonitos y sentidos que he visto jamás en Anoeta. Sucedió el año del descenso, en el que caímos los dos de la mano, cuando solo faltaban tres encuentros más. La Real se impuso por 3-1 y dejó casi sin opciones al Celta de Stoichkov (lo curioso es que si hubiesen sancionado a los del partido comprado los que se hubiesen salvado habrían sido los pontevedreses, que sacaron adelante todo lo que les quedaba, justo lo contrario que su verdugo). A lo que iba, esa tarde el conjunto olívico no estuvo solo y al acabar el choque, un jugador se acercó y se fundió en un interminable abrazo con una señora. No tardé en investigar y descubrir que era Borja Oubiña.

Hombre de pocas palabras, este verano me encantó una entrevista que concedió a Panenka, mi revista de cabecera. El vigués habló mucho de aquel equipo capitaneado por los rusos: “Hablamos del vestuario más importante de la historia del Celta. Los egos eran brutales. Había liderazgos muy fuertes, pero el que más me impresionaba era Karpin, por la exigencia que imprimía a todos. Como en una rueda de pases no le dieses el balón medido al pie hábil ya te estaba encima, pero no solo a mí. Lo fácil es apretar al que llega del filial, pero ver a Karpin apretando a Gustavo López era muy fuerte. Te crujía y no diferenciaba. Era un ganador brutal, un futbolista excelente técnicamente, con recorrido físico, carácter y mucha personalidad de la buena”. Qué futbolista el ruso, ¿ustedes creen que jugaría en esta Real? Me entra la misma risa que le provocaría a él la pregunta...

También se acuerda de Silva, con el que compartió una temporada cuando solo tenía 19 años: “Si me pregunta el mejor que pasó por el Celta, yo me quedo con Mazinho (el padre de Rafinha). Alguna vez entrené con él y era tremendo. Luego por talento puro, si tengo que señalar a alguien estaría entre Mostovoi y Silva. Ahora Iago Aspas reúne cosas que me recuerdan a todos”. Para que se hagan una idea de cómo era el zar celeste, “nunca iba al medio en los rondos y si le tocaba ir, te mandaba a ti”. En cambio su recuerdo del canario es inmejorable: “Se fue y descendimos. Su sustituto fue Nené, que hizo una buena carrera, pero que en el Celta nos hacía peores al resto. Yo con Silva levantaba la cabeza y veía que me estaba dando soluciones y un mal pase te lo hacía bueno. Aportaba valentía y movilidad”. Coincidieron en la temporada 2005-06, Silva sí que es lo que se denomina un futbolista de época.

Pero hay una cuestión que trata Oubiña que viene más al caso y de la que me gustaría hablar. El vigués entró en los planes de Luis Aragonés, aunque no logró consolidarse: “Mi recuerdo es dulce, pero también un poco agrio porque creo que estuve allí y no me creía tan bueno como para jugar. Aunque luego entrenando sí que me sentía al mismo nivel. Pero Luis algo percibió e insistía en que, por mi carácter, tenía que irme de Vigo. No lo decía porque pensara que el Celta fuese un club menor sino porque creía que tenía que vivir otras cosas. ¡Es que los jugadores del Madrid se lo creen! Me faltó soltarme. Era una persona tímida y muy de observar y fui en ese plan a la selección. Algunos incluso me decían allí que no era de fiar, que escuchaba demasiado. Ojalá hubiese ido a más, pero me lesioné y chao”.

Imposible no relacionarlo con la explosión de Brais. Me apunto al mismo argumento que esgrime Borja y dejo claro de antemano que no considero un conjunto menor al Celta. Creo que leí un día que era el equipo en el que más minutos de competición en Liga tuvieron sus canteranos el curso pasado, con eso queda todo dicho sobre mi respeto, pero es que además juega bien, tiene un gran entrenador, buenos futbolistas y un proyecto fiable y consistente, en el que no encuentro demasiadas diferencias respecto al de la Real. Por eso es realmente impresionante el salto de nuestro club, que en poco tiempo ha dado un paso de gigante y ha sido capaz de hacerse con el mayor activo de un conjunto de clase media con crecientes aspiraciones.

En los días previos a que se consumara su fichaje, circuló el rumor de que la entidad txuri-urdin estaba interesada en Dennis Suárez, otro vigués de extraordinario talento. Pero la dirección deportiva era plenamente consciente de que el objetivo real era Brais, hasta el punto de que cuando se cerró su contratación estuvieron a punto de descorchar botellas de champán en Anoeta.

Su caso me recuerda a la famosa frase que dijo Arbeloa sobre Fernando Torres, con el que coincidió en el Liverpool: “Sabíamos que era bueno, pero no tanto”. “El Celta consideró que era buena la oferta, yo pensé que era el momento y se hizo. No puedo estar más contento, la verdad”, declaró Brais a este periódico. Los que le conocen dicen que, aunque Coudet le entregó las llaves del equipo, nunca se sintió lo suficientemente valorado. Incluso no oculta que le dolió el cartel de pechofrío o sinsangre que le colocaron y lo duro que fue salir del campo pitado por su propia afición.

A sus 25 años y después de haber sido internacional en cuatro ocasiones, el doble de lo que fue Oubiña, Brais decidió que su carrera necesitaba dar un giro de guion y, en solo dos meses de competición, ha confirmado que estaba preparado para un nuevo reto. Cuentan en Galicia que los que le defendían se agarraban al mensaje de que Brais Méndez xoga para os que saben de futbol. Aquí no ha hecho falta, porque arrasa en las estadísticas. Lleva seis goles en total, cinco en Liga, además de una asistencia (solo Lewandowski participa en más tantos); es el que más faltas comete, el que más balones recupera en campo contrario y uno de los que más duelos gana. En resumen, hace de todo y todo lo hace bien. ¿Les suena? Lo más increíble es que la Real ya contaba con un jugador así, Merino, con el que forma uno de los centros del campo más atractivos y poderosos del campeonato. Las imponentes dos torres txuri-urdin están flanqueadas por Zubimendi y Silva, que regresa a Balaídos en un rombo mágico que lleva camino de hacer historia.

Sería exagerado e injusto afirmar que Brais regresa a Vigo convertido en cisne, porque allí ya era muy bueno, pero ha recorrido el camino de Borja Oubiña logrando el resultado que estaba buscando al haber fortalecido su autoestima y la confianza en sus posibilidades. Justo lo que le aconsejó en su día Luis Aragonés a su paisano. Ahora juega en la Real y su pasatiempo preferido es devorar récords y ganar muchos partidos. Y lo que le queda... Hoy le toca ser profeta en su tierra. Con Brais no hay fallo. ¡A por ellos!