Trece partidos en 42 días. El calendario que la Real Sociedad encara a partir del próximo domingo (visita al Girona a las 18.30 horas) y hasta el fin de semana del 12-13 de noviembre (primera ronda de la Copa del Rey) es de los que quitan el hipo, por una cuestión de acumulación de encuentros. La serie se ha llegado a tildar incluso de “histórica”, y en cierto modo lo es, pero esto ocurre porque solo iguala un bloque de compromisos idéntico en cuanto a duración e intensidad: se dio en la temporada 2013-14 a las órdenes de Jagoba Arrasate, significó también trece duelos en apenas seis semanas y, todo hay que decirlo, dejó igualmente un asterisco que no apunta a reproducirse en esta ocasión. Sí, la escuadra de Imanol afronta definitivamente un período histórico, porque aquel equipo de hace nueve años solo terminó jugando, en realidad, doce partidos.

CAMPAÑAS PARTICULARES

Recurrir a los libros de historia y buscar bloques de encuentros tan exigentes implica, lógicamente, acudir a las tres campañas en las que más duelos de competición oficial ha disputado la Real, estando el récord en 54. El primer curso en cuestión es el 1982-83, en el que el equipo llegó a las semifinales de la Copa de Europa, también a las de la Copa del Rey y jugó además dos rondas de la extinta Copa de la Liga. Sin embargo, no existen entonces precedentes de series tan cargadas como la que aguarda ahora, porque hace 40 años las temporadas se prolongaban hasta finales de junio y los parones internacionales resultaban más breves. Esta misma explicación puede aplicársele al caso del curso 1986-87, el de la maratoniana Liga del play-off y del título copero en Zaragoza: la Real volvió a jugar 54 encuentros, pero siempre de forma más o menos salteada. Restaría así por consultarse la temporada 2013-14, en la que los txuri-urdin compitieron en la Liga, en la Champions (previa más liguilla) y en la Copa del Rey (apeados en semifinales). Y ahí sí que encontramos seis semanas de locura como las actuales, correspondientes aquellas al mes de enero completo y a medio febrero.

Semifinales de Copa (ida). Con 0-0 en el marcador, Mascherano comete un penalti no señalado sobre Carlos Vela, en Barcelona.

La referencia

¿Cómo se le dieron las cosas a la Real entonces? En primera instancia, conviene matizar que aquel equipo de Jagoba arrastraba, ya en enero de 2014, una campaña sumamente dura, cuya preparación veraniega había resultado especialmente exigente al situar el foco sobre uno de los grandes objetivos del curso: la citada previa de la Liga de Campeones, superada luego ante el Olympique Lyonnais. Tras un otoño en el que la escuadra blanquiazul supo compaginar el duro y frustrante grupo europeo con una buena trayectoria liguera, llegó el nuevo año y, con él, las últimas rondas de la Copa del Rey. El torneo conservaba aún su anterior formato (eliminatorias a doble partido hasta la final), la Real alcanzó las semifinales, y esto le supuso encadenar seis miércoles (o jueves) consecutivos de partido, con jornadas del campeonato los fines de semana. El balance fue positivo, pues se sumaron once puntos de 21 posibles, manteniéndose el pulso a la batalla europea, y además se disputaron las mencionadas semifinales ante el Barcelona, condicionadas de por vida por el famoso penalti de Javier Mascherano a Carlos Vela no pitado en el Camp Nou.

Xabi Prieto conversa con el árbitro Gil Manzano en Santander, en los prolegómenos del partido no disputado ante el Racing

La resaca

Sin embargo, el paso del tiempo permitió luego calibrar, igualmente, los efectos que aquel maratón de partidos tuvo en la Real a posteriori. Salió sexta del bloque de compromisos, con ocho puntos de colchón respecto a sus más inmediatos perseguidores. Pero en las catorce jornadas finales solo pudo sumar 19 y se vio relegada a una séptima plaza meritoria en lo global, aunque decepcionante visto lo muchísimo que costó nadar hasta la orilla. Durante enero y febrero, Jagoba trató de administrar al máximo a sus futbolistas, como demuestra el hecho, por ejemplo, de que Vela y Griezmann fueran suplentes en la vuelta copera en el campo del Villarreal (la ida en Anoeta había terminado 0-0). Y, pese a ello, el equipo emitió evidentes signos de fatiga durante los meses finales del curso. La llegada de Sergio Canales en el mercado invernal había aportado oxígeno añadido, pero este no resultó suficiente y el equipo se vio condenado a superar dos previas de Europa League en el verano posterior. La segunda de ellas, ante el Krasnodar, significó el principio del fin.

Diferente

De cara a lo que afronta ahora la Real, aquella situación de hace casi nueve años puede servir como vara de medir, aunque las circunstancias también deben considerarse distintas. Para empezar, el equipo 2013-14 jugó en verdad doce partidos consecutivos, y no trece: su visita copera al Racing (entonces de Segunda B), tras el 3-1 de Anoeta, quedó suspendida al negarse los locales a jugar la vuelta por un problema de impagos a la plantilla. Los txuri-urdin, eso sí, tuvieron que viajar a Santander e incluso saltaron al terreno de juego. En este sentido el precedente presenta menor dureza que la serie actual, pero con los otros dos matices sucede justo lo contrario. La Real de Imanol, con el curso casi recién comenzado, llega a este bloque menos fatigada que aquel equipo de Jagoba. Y además espera, una vez completado el maratón, un descanso en forma de Mundial que en 2014 no existía. Entonces, tocó encarar a botepronto, y con todo el cansancio acumulado, la decisiva recta final de la campaña.

Experiencia propia

Sea como sea, este equipo tampoco necesita mirar en exceso a los precedentes, acumulando como acumula experiencias similares a la que encara desde esta semana. La Liga exprés posconfinamiento le significó disputar once jornadas de Liga en solo cinco semanas. Entre noviembre y diciembre de 2020 llegó a jugar diez partidos en el espacio de un mes. Y sus sucesivas participaciones europeas le vienen generando últimamente bloques no tan duros como el que espera ahora, pero sí muy similares. La madurez de un equipo y de un proyecto pasa también por amoldarse a este tipo de situaciones, y la Real lo está haciendo con ciertas garantías durante los últimos años. Se avecina, eso sí, una prueba de fuego, que además podría no resultar la definitiva. A nada que la Real avance en Europa y en la Copa del Rey, los primeros meses de 2023 volverán a resultar de auténtico órdago.