La Real perdió en Levante. En el campo del colista. Durante toda la semana han sido muchas las personas que se han quedado sin palabras para definir los milagros del Madrid en el Bernabéu. No tienen ni idea, lo realmente indescifrable es lo de este cuadro realista cuyos partidos van a empezar a ser analizados en Cuarto Milenio por el periodista Iker Jiménez. No se confundan, como sucede con los blancos, aquí, a estas alturas, está prohibido hablar de mala suerte. Jamás. Esto no tiene nada que ver con la diosa Fortuna.

La Real es ese equipo que somete a sus rivales durante muchas fases del partido, pero que es incapaz de marcar gol. Incluso de rematar con claridad dentro del área. Es ese equipo que, como sucedió en el minuto 60 en una contra que condujo Sorloth y al constatar que no tenía ni el más mínimo apoyo, en lugar de intentar hacer daño con su potencia y verticalidad, decide dar un taconazo para empezar a sobar y marear el balón de lado a lado como si fuese una posesión de balonmano. Es ese equipo en el que, cuando todos estamos con las manos en la cabeza maldiciendo en distintos idiomas y a diferentes dioses clamando contra la injusticia que supone que no vaya ganando 0-3, a sus jugadores se les va la pinza y cometen tres errores groseros que acaban en intervenciones milagrosas de su portero. Es ese equipo que, en el momento de la verdad, cuenta con, supuestamente, un arsenal ofensivo superior en un encuentro en el que genera más de diez oportunidades o acercamientos peligrosos y a pesar de perder el mejor acaba siendo su guardameta. Es ese equipo en el que dos de sus mejores jugadores están apercibidos y ven tarjetas uno en la única falta que comete y el otro casi sin hacer ninguna, cuando le van a lanzar un penalti en contra. Y, por último, eso sí, es ese equipo al que los árbitros le toman el pelo de una manera tan intolerable que hasta por momentos parece que tienen ganas de perjudicarle. Si el contacto con el brazo de Rico sobre Roger, con la posición totalmente ganada, casi sin verle aparecer y sin ninguna intención de tocarle está tipificada como pena máxima, ya tenemos la confirmación definitiva de que el fútbol que conocimos ha muerto. Esto es otro deporte, en el que vale lo mismo buscar el gol que el penalti. Merece la pena incluso entrenar chocar contra el meta en plan descarado o contra un defensa para que suene la flauta y el árbitro de turno te eche un cable. Son unos incompetentes. Lo peor es que este parecía distinto. Qué va...

La Real perdió en Levante y se queda sin colchón para mantener su posición europea. La vida sin Oyarzabal es muy dura, pero ya entramos en el terreno de si un conjunto que en las siete jornadas finales solo suma dos puntos de los doce disputados merece lograr un premio tan codiciado y preciado. La palabra que mejor resume su actuación de ayer es desesperante. Un duelo que tenía que haber ganado con solvencia y sin conceder ni la más mínima opción a un rival con un pie en Segunda. No desfallezcan, ahí estaba el equipo aspirina para rescatarle de las llamas y darle vida. No se puede entender que en el minuto 52 encajara un gol de un futbolista que llevaba no se sabe cuántos años sin ver puerta, que luego lograra empatar casi por aplastamiento en el 66 y que, cuando todos esperábamos que sacara a relucir su mayor potencial ofensivo para desnivelar por fin la contienda con el refuerzo moral de su recuperación en el marcador, apenas atacara más mientras su entrenador no hacía cambios y viese cómo en una jugada aislada acabó perdiendo.

La alineación de Imanol no deparó demasiadas sorpresas. Las novedades respecto al equipo que empató en Vallecas fueron las entradas de Silva e Isak en lugar de Illarramendi y Portu. Gorosabel, que se llevó un buen golpe en Madrid y tuvo que ser sustituido, mantuvo su plaza en detrimento de un Zaldua que parece haber perdido de nuevo el status de titular. Puestos a recordar las palabras del oriotarra en la previa, parece claro quién fue otra vez el señalado con su frase "hubo algún jugador que no hizo lo que tenía que hacer en la segunda parte". El premio fue para Adnan Januzaj. Igual hubo más€ En el Levante, Lisci también abogó por un once reconocible y esperado. Quizá la única duda era descubrir si Roger iba a ser titular, que no lo fue.

Sin gol La primera parte fue el enésimo canto sin gol de la Real. Una sinfonía en muchos momentos brillantes gracias al buen pie de sus violinistas, pero con la desesperación final habitual. El sinsabor del trabajo incompleto. No se puede perdonar tanto. Un aficionado neutral, que no conociese a los dos contrincantes, seguro que habría disfrutado mucho con los mejores minutos de los realistas, aunque también se frotaría las ojos con sus errores groseros que provocaron que, de no ser por Remiro, se hubiesen marchado de forma tan increíble como inconcebible por debajo en el marcador.

El empate no valía a ninguno de los dos conjuntos, que, cada uno con sus armas y estilo, se lanzaron a tumba abierta a por el gol. Con un dominio claro en la posesión de los visitantes, y con esas contras frenéticas tras robo de balón de los levantinos. ¿El resultado? Un constante carrusel de oportunidades. Sorloth, el mejor txuri-urdin, no encontró rematador tras una carrera impresionante a pase de Rafinha. Isak, que en algunos momentos recordó al de las pasadas campañas, se topó con una mano salvadora de Cárdenas tras un recorte excelso en el área. Zubimendi cabeceó alto desde cerca un saque de esquina. En la primera gran pérdida de Merino, que dio alguna de cal y muchas de arena, Zubeldia salvó el primer remate del eterno Morales. Otra jugada espléndida de Isak no fue aprovechada ni por Sorloth, que no llegó a rematar, ni por Rafinha ni Rico.

En un error de Zubimendi, Morales se topó con Remiro tras recortar. A la media hora, un servicio preciso de Merino lo cabeceó al palo Sorloth. Pocos segundos después, Isak regateó en el área y su violento disparo con la zurda lo escupió el larguero. Como para creer en brujas. Pero cuando más se lamentaba la Real, a Zubeldia se le fue larga una conducción, Merino no cortó cuando lo tuvo a su alcance, y el servicio de Dani Gómez dejó solo a Morales, cuyo disparo a bocajarro lo salvó con el pie, en una intervención majestuosa, Remiro. En pleno intercambio de golpes, llegó la mejor jugada coral txuri-urdin con un taconazo de Isak, un recorte al alcance de muy pocos de Silva, cuyo centro lo controló en el área Gorosabel, que nadie sabe muy bien qué hacía por ahí, y su chut con la zurda lo salvó bajo palos Son. En el muro de las lamentaciones, la Real se llevó otro susto de muerte con la mayor pifia de Merino, que asistió a Morales, quien no pudo superar otra vez a Remiro en el uno contra uno. Descanso, 0-0, a reposar y a reflexionar. Y mucho. Y algunos a copiar en la pizarra muchas veces no puedo regalar más balones y ocasiones...

Otra vez en un saque de banda, como en Vallecas, estuvo el origen del primer gol del Levante. Rico rozó la igualada en un chut cruzado, antes de que Silva machacara con la testa un centro con música de Gorosabel, tras otro larguerazo de Isak. Zubeldia culminó fuera otra buena opción, pero la Real, muy cansada y sin cambios, ya no atacaba casi. A Roger le anularon un gol en el minuto 78 por fuera de juego, Silva perdonó una oportunidad inconcebible con todo a su favor tras otra buena ación del sueco; y, en el último minuto, el árbitro debió pensar que el Levante se jugaba mucho y le concedió el penalti que decidió el encuentro.

En definitiva, una derrota tan dolorosa como injustificable. Ya se agotan los adjetivos con esta Real cuya crisis apenas tiene condicionantes tangibles o sencillos de explicar. Lo peor es que ahora sí que se ha metido en un gran lío. Y el enfermo no tiene buen color y no sabemos si tiene cura...