Imanol Alguacil, en su comparecencia ante los medios del miércoles, dijo que en la Real no había ningún ánimo de revancha contra el Betis. Ni por lo sucedido en la Liga -seguía insistiendo en que la Real aquel día no mereció tanto castigo- ni por lo acontecido en la eliminatoria copera de la temporada pasada. Es más, “si existiera, nos estaríamos equivocando”, consideró el de Orio. Pues hablando de revancha, la que sí se la tomaron, y de qué manera, fueron Juanmi y Willian José, dos futbolistas que no salieron de la Real de la mejor de las maneras pero que ayer se convirtieron en los ejecutores de un equipo que tendrá que esperar a la edición del año que viene para volver a pelear por levantar el trofeo de la Copa del Rey.

El Betis, por lo visto de un tiempo a esta parte, se ha convertido en la nueva bestia negra de la Real Sociedad. Ayer, el conjunto verdiblanco volvió a cruzarse en el camino del equipo blanquiazul para, en esta ocasión, como sucediera la temporada pasada y hace tres, apearle de la Copa. Dos viejos conocidos por estos lares como Juanmi y Willian José se convirtieron en los ejecutores de una Real que tampoco ofreció su mejor versión. De hecho, estuvo muy lejos de la misma. Solo chispazos. Y cuando encontró el camino, ahí emergió la figura de Munuera Martínez, amparado en el VAR, para terminar de enterrar cualquier posibilidad de alegría. Los aficionados de la Real todavía se preguntan los motivos por los que se anuló el gol de Andan Januzaj y que suponía el empate a uno. El árbitro adscrito al Colegio Valenciano, informado por una sala dirigida por Iglesias Villanueva, decidió anular el tanto por posición antirreglamentaria de Oyarzabal. Tampoco hay que olvidar que el segundo tanto del Betis vino precedido de una jugada en la que Munuera Martínez, a instancias de uno de sus asistentes, pitó fuera de juego de Isak cuando este estaba en posición legal.

Pero, más allá de las decisiones arbitrales, ayer quedó demostrado una vez más que el Betis le tiene cogida la medida a esta Real Sociedad. Lo demostró en el partido jugado en el Villamarín y volvió a hacerlo en una tarde-noche, la de ayer, para olvidar. Y lo hizo, otra vez, a través de dos jugadores, uno en especial, al que parece que le va la vida en ello, lo de hacérselo pasar mal a la Real. Y este no es otro que Juanmi Jiménez, que está mostrando una versión, incluso mejorada, a la que ofreció en la Real en aquella inolvidable campaña 2016/17 cuando, con la zamarra blanquiazul, terminó el campeonato liguero con once goles. Aquel ejercicio, tampoco hay que olvidarlo, Willian José se fue hasta la docena.

Cinco años después, ahora enrrolados en las filas del Betis, han vuelto a encontrar el camino del gol para desesperación de la parroquia realzale. El de Coín, que ya le marcó en Liga, volvió a aparecer ayer en un césped que conoce a la perfección para dejar la eliminatoria de cuartos vista para sentencia. Primero, tras aprovechar un buen servicio de William Carvalho, y ya en la segunda mitad, para poner el balón casi en la escuadra de la portería defendida por Remiro tras una asistencia de Álex Moreno. A punto estuvo de marcharse con un hat-trick, algo que impidió el portero de Cascante con una excelente parada. Era el minuto 75. Esa fue su última contribución a la causa de un jugador que, en estos momentos, está tocado por la varita.

Pero a la herida creada por el exrealista todavía le quedaba un capítulo por escribir. Y el autor del mismo fue Willian José, que abandonó este pasado verano la Real por la puerta de atrás tras sus polémicas declaraciones a este periódico. Cogió la responsabilidad para tirar el penalti cometido por Zaldua a disparo de Fekir. Canales, habitual lanzador, le cedió el testigo y el de Porto Calvo no falló. La revancha estaba servida. No tengo duda de que el brasileño tiene marcado en rojo las fechas de los partidos contra el que fuera su equipo, más que nada por la manera en la que salió. Anoeta se lo hizo saber nada más saltar al terreno de juego con una pitada monumental. No le perdonan sus palabras. El ariete hizo oídos sordos a esa música de viento y cuando vio que Munuera Montero señalaba el punto de penalti, no dudó en coger el balón. No iba a desaprovechar la oportunidad para hacer sangre. 0-3 y eliminatoria sentenciada. Todavía quedaba un último trago amargo, que llevó la firma de Aitor Ruibal. 0-4. El mismo resultado que el de hace mes y medio en el Villamarín. En aquella ocasión, por lo menos en los primeros 45 minutos, la Real dio la sensación de poder meterle mano al equipo de Manuel Pellegrini. Ayer, ni eso.

Adiós a la Copa, adiós a los sueños de poder repetir la gesta del año pasado. El Betis volvió a cruzarse en el camino de la Real. Juanmi y Willian José sí tenían ganas de revancha.