No es solo el qué. Es también el cómo. Imanol quema etapas en el banquillo de la Real acumulando partidos y superando a otros técnicos de la historia del club. Lo hace, lógicamente, a través de la continuidad que dan los resultados. Pero conviene resaltar también el modo en que su equipo alcanza éxitos y describe una trayectoria positiva. La propuesta txuri-urdin engancha a aficionados propios y ajenos por atractiva, vistosa y moderna. Raro es el partido de los guipuzcoanos que resulta aburrido para el espectador neutral. Y el artífice de todo ello es Imanol, el hombre elegido por Roberto Olabe para liderar una metamorfosis inicialmente fallida.

El gasteiztarra accedió de nuevo al cargo de director de fútbol en marzo de 2018, coincidiendo también con el cese de Eusebio y la promoción de Imanol al primer equipo. La propuesta del vallisoletano, basada en el poder de la técnica al servicio del juego de posición, se agotaba ya a nivel global, tras vivir su punto álgido años antes con el Barça de Guardiola y la España del Mundial y las Eurocopas. Prevalecía ya en Europa un fútbol más vertical, más directo y físico, no exento de la citada técnica, que Olabe pretendió implantar en el club. Y lo cierto es que algo de eso ya hubo en los nueve partidos finales de la Liga 2017-18, con el propio Alguacil en el banquillo.

Llegado el verano, sin embargo, el de Orio regresó al Sanse por su condición de "especialista en el escalón previo al primer equipo", dijo el director de fútbol, quien contrató a Asier Garitano como técnico del plantel. Los planteamientos del bergararra, de gusto por hacer los partidos largos y por jugar en función del rival, no terminarían de cuajar, y a finales de diciembre de 2019 Olabe rectificó. Prescindió del actual entrenador del Leganés, recurrió otra vez a Imanol y le otorgó mando en plaza, dándole una confianza que Alguacil ha devuelto con creces.

Cerró aquella Liga 2018-19 con opciones europeas hasta el último día. Y vio en el mercado veraniego de 2019 la vuelta de tuerca definitiva para cambiarle la cara al equipo. Llegaron Portu, Isak y Odegaard, tres futbolistas que simbolizaron el estilo rápido y eléctrico de la nueva Real. La trayectoria ha sido ascendente desde entonces, aunque también ha habido piedras en un camino que el equipo aún recorre con desventaja respecto a los grandes del continente.