De acuerdo. Aceptamos que Mario Hermoso, un futbolista al que ha intentado fichar la Real en tres ocasiones, la última el pasado verano, fuese el encargado de desnivelar un partido cerrado y táctico. Lo esperado. Sin embargo, no es de recibo y hay que denunciarlo con nitidez y sin titubeos que en un encuentro entre supuestos gallitos de la categoría, una vez más, la Real regalara dos goles que le condenaron a encadenar su tercera derrota consecutiva y su noveno encuentro sin ganar. Sí, por muy bien que estuviera antes, a esto se le denomina, ya sin ninguna discusión, una crisis en toda regla. Después de un descanso en el que todos nos felicitábamos por el extraordinario rendimiento competitivo que estaba protagonizando la Real, luchando de tú a tú contra el gran favorito para hacerse con el título de Liga, nada más reiniciarse el juego, en la primera acción del segundo acto, Le Normand hizo una falta evitable a Luis Suárez, Carrasco la puso en el área, y el citado Hermoso, más solo que la una, cabeceó a las mallas. No era ni media ocasión si se hubiese defendido bien, porque el servicio parecía bastante frontal, de los que son fáciles de defender. Pero Gorosabel rompió la línea del fuera de juego en un error de concentración inquietante y, sobre todo, Zubeldia arrancó tarde y no llegó a marcar al madrileño. Como tantas veces suele suceder en este tipo de jugada, el que levanta la mano para pedir algo, lo que sea, suele ser el culpable.

Ante un rival de granito, inexpugnable, y con todo lo que falla la Real, el regalo navideño hubiese resultado suficiente para quedarse sin los tres puntos. Pero todavía hubo más. Lo cual es sangrante y elimina cualquier argumentación de que la mala racha se debe a la escasa fortuna. Zubimendi no controló una piedra de Monreal y, en la contra, Suárez dejó un balón atrás y Gorosabel, a quien le ha sentado fatal su lesión, metió la puntera para dejar un balón muerto que aprovechó Llorente para firmar la sentencia definitiva. Uno de esos errores de principiantes que el Atlético se cobra siempre. Si contamos los regalos de la última semana, de los tres partidos sellados con derrota, empezamos a creer que Olentzero vestirá de txuri-urdin este año. Una pena, porque, una vez más, durante muchos minutos, la Real emitió buenas señales. Eso sin contar que en el epílogo, en un duelo ya ficticio por el resultado decidido, los locales recurrieron a su amor propio y su casta para estar cerca de, al menos, lograr el tanto del honor.

Lo mejor que se puede decir de la primera parte en clave txuri-urdin es que fue un encuentro muy disputado entre dos equipos del mismo nivel. Como suele ser habitual en las citas del Atlético, no se generaron demasiadas ocasiones de gol en ninguna portería, como lo demuestra que los porteros eran figuras del Belén, ya que, de no haber saltado al verde, el resultado hubiese sido el mismo. Empezaron más fuertes los visitantes, luego la Real se rehizo y fue superior, sobre todo cuando se encendió la luz de Silva, que, como es lógico dada su extraordinaria calidad, mejora todo lo que toca, y en los minutos finales, los de Simeone, muy poderosos físicamente, volvieron a retomar el control y el dominio, aunque todo dentro de un marco de mucha paridad.

Las pocas oportunidades reseñables fueron un forzado cabezazo de Merino en una falta que botó Gorosabel, que se marchó desviado. Un despeje en semifallo de Zubimendi en el otro área que salvó, con la ayuda final de Remiro, el remate de Suárez. Un córner peinado por Hermoso, que despejó de forma magnífica Monreal en el segundo palo, en una demostración extraordinaria de concentración, cuando el exazulgrana estaba dispuesto a anotar. Y, por último, una carrera con asistencia incluida de Silva desperdiciada por Portu por no querer saber demasiado de su pierna zocata y un chut raso y cruzado de Merino que se marchó desviado casi en la misma acción.

Todo se vino abajo en la reanudación. La receta estaba clara, no había que cometer ningún error para aspirar a los puntos ante un adversario que ya había emitido señales de ser muy solvente en defensa y con veneno en ataque. Una lástima que la Real haya dejado de ser tan fiable. Que ya concede tantas ocasiones. Que su mala trayectoria de las últimas semanas ha terminado por hacer mella en la línea de flotación y en la confianza de un bloque que hace bien poco creía como nadie en sus posibilidades. A los tres minutos, Hermoso puso por delante a los suyos con un cómodo cabezazo sin oposición e Imanol movió rápido ficha para pasar a jugar con Merquelanz e Isak como referentes ofensivos.

Pero el tanto ya había causado estragos en la moral de los blanquiazules, conocedores como el resto de la humanidad de que sus opciones de sacar algo positivo se habían diluido como un azucarillo. Con el equipo grogui, Carrasco, siempre él, puso un centro que Llorente cabeceó alto y el propio belga, que marcó las diferencias con un Gorosabel que está perdiendo la credibilidad que se había ganado antes de la lesión, le dejó atrás de forma inquietante en una carrera desde su propio campo, aunque su flojo remate lo tapó bien Remiro.

La Real dependía de las apariciones de Silva, a quien, como es lógico dada la inactividad (qué mal se ha gestionado su último mes), se le fueron fundiendo los plomos porque le cerraron todas las vías de pases interiores. En el minuto 73 llegó la puntilla, en un fallo en cadena de un conjunto desfondado y con muy poca fe. Imanol tiró la toalla y, a la desesperada, Merquelanz y Bautista estuvieron cerca de recortar distancias.

Noveno encuentro sin vencer. Ayer sirve como coartada que enfrente se encontraba un Atlético de hormigón, pero si se vuelven a repetir los mismos pecados de jornadas anteriores, el tema comienza a ser preocupante. Nadie está poniendo en duda ni el estilo, ni el sistema, ni la fórmula, ni, por supuesto, a Imanol (esto solo pasa aquí, que conste)... Pero la Real tiene un problema. O más de uno. Muchos. Y no encuentra soluciones. El derbi de Nochevieja en San Mamés servirá como una opción magnífica para redimirse. O, por el contrario, si se suma la cuarta... ¡Mejor ni pensarlo!