í. Es cierto. La pretemporada ha resultado corta. La plantilla está como está. Pero, en la campaña que acaba de comenzar, jugar un solo partido por semana supone para la Real una especie de regalo. Ya habrá tiempo y compromisos para dar un paso atrás y bajar las revoluciones. Ya vendrán situaciones en las que juntarse y esperar. Llegarán cuando el calendario apriete y las fuerzas escaseen por exceso de kilometraje, no por defecto. De momento, este equipo tiene muy claro cuál es su juego, cuál es su identidad. Salió anoche a presionar al Real Madrid, a apretar muy arriba a riesgo de desprotegerse. Y puso así de su parte para que asistiéramos a un encuentro muy abierto, de ritmo inesperadamente alto vistas las circunstancias en que lo afrontaban ambos equipos.
A la Real le costó mucho de inicio, porque el rival burló con facilidad su presión y aprovechó en numerosas ocasiones el tres para dos en superioridad del que disfrutaba en la medular. Entró entonces en juego Imanol, equilibrando el partido con un par de movimientos. Seleccionó el míster los saltos de Oyarzabal a por Sergio Ramos, pisó con mucho tiento el pedal del freno y proporcionó oxígeno a un equipo que agradeció meterse de lleno en el papel contragolpeador. Ya en la segunda parte, la mayor participación de Ander Guevara en el inicio de las jugadas, incrustándose incluso entre los centrales, terminó de equilibrar el partido. Lo tenían los txuri-urdin en su mano. Parecía más cerca el 1-0 que el 0-1. Pero dio también la sensación de que los cambios no terminaron de dar continuidad a la inercia que había adquirido el encuentro.
Debutó David Silva, cuyos minutos tampoco es que inviten a sacar muchas conclusiones. Fueron relativamente escasos, y encima el canario intervino más bien poco. Sobra hablar aquí de la calidad que atesora. Cuentan que es un profesional como la copa de un pino. Y no le podemos pedir ahora, sin pretemporada y con cuarentena obligada, que muestre algo parecido a una plenitud física. Si el nuevo 21 txuri-urdin resulta capaz de subirse al tren de alta velocidad que pretende ser esta Real, solo el tiempo lo dirá. Anoche no le alcanzó porque aún no ha podido ni coger carrerilla, y porque la sucesión de vagones le pasó por delante con rapidez endiablada. Pero no queda otra que ser optimistas. Optimistas por el currículum del futbolista, obvio. Y optimistas también por la capacidad de análisis de quienes han apostado por contratarle. No es el nuestro un club que fiche cromos ni promueva retiros dorados con sus movimientos en el mercado. Veremos un Silva entonado, seguro. Veremos igualmente partidos de contexto mucho más favorable para el nuevo mediapunta blanquiazul.
Se han jugado ya dos partidos del campeonato y la Real suma otros tantos puntos. No es mal botín si tenemos en cuenta que se debutó a domicilio y que anoche pasó por Anoeta el actual campeón de Liga. Hasta el parón de octubre quedan la visita al Elche y duelos en casa contra Valencia y Getafe. Puede parecer exagerado, pero lo que suceda durante este periodo será susceptible de empezar a marcar la temporada, más que nada porque la Liga se dispone a ejercer de imperturbable termómetro. Como siempre ha ocurrido, vamos. No nos engañemos: en la temporada de las tan cacareadas cinco competiciones, la clasificación que publican los periódicos todos los lunes será quien marque el estado de ánimo del equipo y de todo su entorno. La tabla resulta capaz de aportar gasolina súper para superar rondas de la Copa del Rey, por ejemplo. Y tiene también el poder de hacerte encarar con cierta frialdad una eliminatoria europea en Salzburgo, por ejemplo. Empieza a jugarse la Real desde ya mismo la calidad de su pan y de su mantequilla, como diría Toshack. Tengámoslo muy presente, estando como estamos inmersos en tiempos de sorteos continentales, rumores de mercado y pruebas PCR.