Increíble. Espectacular. Maravilloso. Inolvidable. Lágrimas de emoción. La Real vuelve a ser campeona. Más de 30 años después reabre su vitrina para introducir la primera Copa de la Reina. Lo hace gracias a la gesta de unas jabatas. Unas superheroínas de carne y hueso. Chicas jóvenes y normales, que por la calle no llaman la atención, naturales como la vida misma, pero con unas agallas y un amor por el fútbol, su gran pasión, y por la Real, que les ha permitido por derecho propio erigirse en leyendas. Sí, lo han oído bien, leyendas de la Real Sociedad.

No se puede describir con palabras lo que se vivió ayer en Granada. A lo largo de esta semana se han evocado el espíritu del Liverpool o del Tottenham para convencerse de que había posibilidades de ganar al todopoderoso Atlético de Madrid. No hacía falta salir de Anoeta, en el museo de la Real había suficientes ejemplos como para creer que este equipo podía dar la mayor campanada del año en este deporte, masculino y femenino. Una de esas hazañas que suceden muy de vez en cuando. Cuando menos se esperan. Por eso sientan tan bien y por eso convierten a sus protagonistas en inmortales para su club.

Lo había comentado Gonzalo Arconada la víspera en una declaración con la que alimentó la autoconfianza de su tropa: “Uno de los objetivos era llegar a la final de Copa. Otro es ganarla”. Eizagirre y Cardona, más serias que de costumbre, porque son proclives a la sonrisa fácil, proclamando con contundencia que “nos vemos levantando la Copa”. A alguno quizá le sonaría al típico mensaje utópico del equipo teóricamente inferior que apenas va a tener opciones en la final. Pues no. En el fútbol no pasa nada por casualidad. Ellas estaban convencidas de que podían lograrlo pese a que enfrente estaba el campeón de Liga, en la que ha ganado 28 encuentros de 30. La Real es el equipo más joven de la categoría, eso solo por comentar.

Pues bien, serán noveles, no tendrán experiencia, pecarán en errores por su bisoñez, pero juegan y compiten como ningunas. Con una actitud y un carácter encomiables. No les hace falta que los demás no se lo crean, ellas se bastan para cargar su moral y autoestima. Pero es justo reconocer que la afición también ha jugado un papel clave en este triunfo. Toda la atención que han recibido estas chicas, que vienen denunciando desde hace años su desamparo, que se sienten solas, se ha visto en cierta manera compensado por todo el cariño que han recibido estos días.

De repente, casi de la noche a la mañana, han conquistado los corazones de todos los realistas. Y eso ya es para siempre. Que conste que esto último, lo de la conquista, no se materializó ayer. No importaba el resultado, ya estábamos muy orgullosos de ellas pasara lo que pasara. Eso también se les ha repetido a lo largo de las últimas semanas y ellas saltaban y cortaban muy rápido: “No, no, nosotros queremos ganar y vamos a hacerlo”. Más de 1.100 jabatos se dejaron sus ahorros para acompañarles y dejarse ayer la garganta durante el choque y luego los kleenex para celebrar con una emoción que hace tiempo que no sentíamos por estos lares. Son nuestras heroínas, os queremos mucho, habéis hecho más grande aún a la Real. El escudo tenía que llorar también de emoción por una gesta única e irrepetible. O no, quién sabe.

Heroínas Un gol de Palacios y otro de Nahikari tumbaron al campeón de liga y gran favorito. Una gigante Mariasun, que lo paró todo, y la inestimable suerte de los campeones, esa que ya no nos acordábamos cómo era, con dos balones al palo, permitieron a Ramajo levantar una Copa que casi nadie esperaba. “Y si?”. Esa manida frase que utilizamos para excusarnos, esta vez se plasmó y se convirtió en realidad. “Y si mete un gol, llegan empatadas al descanso y luego llega el golito de la de siempre, Nahikari”. A la altura de la importancia capital de los goles, estuvo el extraordinario rendimiento defensivo de todo el bloque, porque les venían auténticos aviones, a las que muchas veces era materialmente imposible detener.

“Nosotras escondimos más cartas que el Atlético en el partido de Liga”, defendió Maddi entre semana en Zubieta. “Tenemos nuestras bazas y vamos a explotarlas al máximo”, declaró la víspera Gonzalo Arconada. Conociéndole, quién más o quién menos esperaba una maniobra inesperada del técnico que llevaba una semana jugando la final. El encuentro empezó para él el domingo en el choque de Zubieta. No quiso utilizar ni el esquema ni las jugadoras con las que pensaba asaltar la final. Quizá las dos laterales, Iraia y Beltrán sí que se ganaron la plaza ese día, porque el test era un draft para la gran cita. No defraudó. Su planteamiento fue arriesgado, valiente y, como se pudo comprobar, atinado. En lugar de insistir con la defensa de tres y dos carrileras, como había utilizado en todos los encuentros ante las dos grandes esta campaña, se decidió por un 4-3-3, con Palacios en la medular junto a Baños y Chini, y en punta, casi sin responsabilidades defensivas para estar frescas Eizagirre, Nahikari y Cardona. Tres muy buenas futbolistas, con calidad suficiente como para generar muchos problemas, sobre todo porque, según el plan previsto, cuando recibían la pelota, casi encaraban a una zaga en igualdad numérica. Como es lógico, fueron un tormento continuo para las atléticas. Sobre todo Nahikari, con una marcha más que el resto. Una estrella del fútbol.

Y eso que el partido comenzó mal. No parecieron nerviosas, porque en cuestión de fe las realistas dieron toda una lección de creencia en sus posibilidades. Quizá cuando casi nadie daba un duro por ellas. Parecía vital aguantar los primeros 20-25 minutos sin encajar un gol a la espera de la habitual poderosa salida del tricampeón de Liga. Desgraciadamente, a los quince minutos, Esther firmó su cuarta diana a la Real en una semana, en la única acción en la que se despistaron las centrales, que ayer estuvieron inconmensurables. Pero esta vez el destino quiso que el gol psicológico fuera a favor de la Real. Un minuto después un chut de Palacios que parecía fácil de detener se le coló por debajo a la imprevisible Lola. El Atlético seguía mandando, pero cada ataque de la Real tenía veneno. Esa impresión la sufrieron también las atléticas, ya que empezaron a sentir que podían perder. Más aún cuando otra vez Palacios, desde fuera del área, y Eizagirre, en una oportunidad clarísima en la que no le salió una vaselina, pudieron hacer el segundo antes del entreacto. Incluso Cardona también probó suerte para probar a Lola. Enfrente, Mariasun ya había hecho acto de aparición en dos ocasiones y a Esther se le escapó un cabezazo arriba.

el gol de la victoria En la reanudación la Real juntó un poco más las líneas para aguantar como fuera a la espera de que llegara su ocasión. El Atlético atacaba, pero la Real ya estaba crecida. Olía la sangre y el miedo rival. Estaban confirmando sus presagios, que sabían que podían hacerles mucho daño y lo estaban haciendo. Después de tres buenas paradas de una Mariasun que confirmó que la evolución de la portería en el fútbol femenino, esa que muchas veces se pone en duda, ya ha llegado. Según fueron pasando los minutos, la internacional parecía más grande. Y llegó el momento. En el minuto 60, Palacios amagó con el disparo, picó la pelota por encima de la zaga para que Baños, con una visión de juego magnífica, asistiera de cabeza a la que pasa siempre por ahí, que no falló. No diga Nahikari, diga gol. Una jugadora de leyenda. Te vamos a echar mucho de menos.

A partir de ese momento, sin especiales agobios ni dramas, las realistas, conscientes de la que se avecinaba, se remangaron y se prepararon para sufrir como nunca. Y no crean que se agobiaron. Pese a que las atacantes son la elite, no iban a dejar escapar la oportunidad de sus vidas ni aunque pasaran por encima de sus cadáveres. El Atlético atacó por tierra, mar y aire y las realistas, al contrario que el rey Boabdil, “defendieron como mujeres un resultado que pudieron perder como suelen hacer los hombres”. Honor y gloria para las dos centrales que no erraron un solo despeje. Lo que se denomina un auténtico frontón.

Los últimos minutos fueron interminables. Los nervios de los aficionados eran incontrolables, pero por el contrario estas chicas sobrevivieron con su principal arma, la normalidad, para entrar en la leyenda de las mayores gestas inesperadas en el fútbol español. Chicas, lo que habéis hecho es muy grande. Inolvidable. Habéis hecho llorar a gente que apenas ha visto partidos femeninos. Y lo habéis logrado porque, aparte de ser unas jabatas inigualables, habéis engrandecido aún más la gloriosa camiseta que defendéis y amáis. La Real vuelve a ser campeona. No digas que fue un sueño, no puede haber nada más real y auténtico que este equipo de la Real. Eskerrik asko neskak. Orgullosos de nuestras jugadoras.