a vueltas con las camisetas. Cada dos años movida por la indumentaria de la selección española. Después de escuchar y leer de todo, de constatar que en tiempos de agitación social el personal no está para bromas y ha perdido el humor por completo, creo que el debate no ha ido al centro de la cuestión. A lo realmente importante y flagrante. No encontrarán aquí ninguna alusión a, en mi opinión, paranoicos y conspiratorios análisis influenciados por la política. Yo escribo de deportes, por lo que lo único que veo cuando me enseñan una equipación nueva de ese tipo es la camiseta de un equipo o de una selección de fútbol. Y sí, por supuesto, no soy daltónico, desde lejos el azul parece morado, pero también es cierto que los que la diseñaron y los que la aprobaron lo hicieron hace más de un año, cuando no se respiraba este insoportable clima de crispación social. Lo dicho, voy al meollo de la cuestión. En mi opinión, lo grave del tema es que simplemente me parece horrible. Como casi todas las que hacen para que España juegue las grandes competiciones. Me parece increíble que haya un tipo en una multinacional, al que seguro tendrán en muy alta estima, que sea capaz de diseñar ese bodrio y, sobre todo, de acabar contento con su propia creación. Eso sí, lo que me confirma que la polémica ha sido claramente interesada es que para muchos ha pasado inadvertido el chiste de la indumentaria de los porteros. Un auténtico pijama de los que se van a poder hacer muchas mofas en las fotografías como les caiga un 1-5 como sucedió con Holanda en el pasado Mundial. Vamos, que soy De Gea y me llevo la ropa del United por si acaso en la maleta, sobre todo si le toca uno de los gordos en el sorteo, para ponérmela y evitar ridículos. Si yo fuera un directivo de la Federación, no dudaría en llamar a la marca, que es alemana, para comentarles lo curioso que resulta comprobar que la camiseta de la Die Mannschaft casi siempre es preciosa. Me imagino que será casualidad, ¿no?
La verdad es que, vista la polémica desde este punto de vista, insisto, el de un ojo futbolero limpio, sin perversiones políticas de ningún tipo, nosotros tampoco estamos para echar muchos cohetes. Con el paso de los partidos te acostumbras y ya no le das excesiva importancia, pero salta a la vista que la camiseta de la Real es fea. No pienso decir que sea horripilante ni otros adjetivos grandilocuentes, porque sigue siendo txuri-urdin y al final no existen colores más bonitos. Esto en realidad convierte en un pecado mayor el mancillarlos con ese modelo de rayas finas que no concuerda con las señas de identidad históricas del club. Es curioso, porque charlando con un directivo realista, me dijo este verano que tampoco habían tenido mucha opción. Les habían presentado unos cuatro modelos. Uno sin barras, como la del Espanyol, y otra de rayas horizontales, que hubiesen supuesto auténticas herejías. Una parecida a la del año pasado y la elegida. Yo les voy a dar una idea: “Al habla la Real Sociedad, si no nos toman en serio, llamaremos a otra puerta, porque nuestro traje es el más bonito de la Liga con diferencia y nuestra obligación es preservarlo”. El problema ya sabemos cuál es, que por el dinero del merchandising, como por el de las teles, todos venden su alma al diablo.
En el último número de la Revista Panenka, con amplio protagonismo txuri-urdin, se publica un artículo que cuenta una historia preciosa sucedida en un Chacarita-Almagro correspondiente a la Primera B argentina disputado el 26 de marzo de 1994. Ambos equipos tenían el mismo proveedor de ropa, que estaba promoviendo varias actividades de marketing para promocionarse. Los dos decidieron jugar con su segunda equipación, pero cuál fue su sorpresa cuando saltaron al campo, se miraron y se dieron cuenta de que sus indumentarias eran casi iguales, por diseño y colores. El árbitro se negó a que se jugara así y un locutor de radio propuso que los aficionados cediesen sus camisetas a sus jugadores: “A los pocos minutos llovían desde la grada cientos de casacas a rayas negras, rojas y blancas”. Después de separar las numeradas del 2 al 16, el encargado del material entró en el vestuario y las repartió entre los jugadores locales: “Todas diferentes, todas con el sudor impregnado del hincha. Jamás Chacarita vistió tan deslavazado; jamás los seguidores sintieron tanto orgullo. El Funebro saltó al campo y ganó 3-2. Desde entonces, sus seguidores festejan en el aniversario de aquel partido el Día Nacional del Hincha de Chacarita”.
Tiene gracia, porque el artículo parece escrito a propósito por la portada de Xabi Prieto en la que posa con la mítica camiseta realista ochentera, con la que se ganaron los títulos y que era de la misma marca que la actual. Queda demostrado que no es tan difícil diseñar una que nos convenza a todos. Porque visto el pijama que nos han endiñado esta campaña, no descarto que llegue un partido en el que Anoeta promueva su propio día del hincha de la Real y sus aficionados empiecen a lanzar camisetas de otros años humedecidas por su sudor para recuperar el orgullo de lucir los colores más bonitos y, de paso, hacer volar al equipo. ¡A por ellos!