La espera ha llegado a su fin. Los dos conciertos que Bruce Springsteen ofreció en Donostia el pasado junio ya están disponibles en su página web. El rockero de Nueva Jersey, que ya editó el primer recital hace unas semanas, también ha puesto a la venta la memorable actuación que regaló la segunda de las noches, la del 24 de junio, la cual superó con creces lo visto tres días atrás.
La grabación, que cuenta con un total de 32 canciones cuesta 15 euros en su formato digital, 27 en un doble CD y 35 en la combinación de ambos.
El primer concierto fue correcto, siguiendo los estándares de esta gira de 2025, denominada Land Of Hope And Dreams. El discurso de Springsteen se centró en sus feroces críticas hacia Donald Trump y el repertorio de las canciones no se salió del guion establecido en otras ciudades. Los temas más conocidos del artista se mezclaron con canciones de temática social y reivindicativa que hilaban con el descontento del estadounidense con la situación política de su país. Fue un buen espectáculo que no sobresalió.
El segundo show, sin embargo, fue un torbellino apoteósico. Desde el inicio marcado por Lonesome Day se evidenció que la energía del boss y La E Street Band aumentó. Pese a que el setlist con el que arrancaron la noche fue muy similar al de la primera, y las acusaciones hacia el peligroso mandatario americano se mantuvieron, se percibía una mayor intensidad en el ambiente. Bruce estaba más enchufado, tenía ganas de darlo todo. Quizás porque la banda tuvo que suplir la ausencia de Steven Van Zandt, operado de apendicitis un día antes, cada uno de los miembros de la mítica formación aplicó el mismo vigor que su líder sobre el escenario de Anoeta.
La tormenta perfecta
Mientras Springsteen interpretaba House Of A Thousand Guitars, ninguna de las 40.000 almas que abarrotaba el estadio de Anoeta estaba lista para lo que iba a ocurrir: se vislumbró un enorme rayo que dio paso a una colosal tormenta de verano que obligó a interrumpir el concierto. El propio Bruce indicó que volverían al amainar la fuerte lluvia.
Algo más de media hora después, el temporal dio un respiro y los protagonistas saltaron nuevamente al escenario. Desde los primeros segundos, daba la sensación de que la lluvia había transformado al boss, que parecía rejuvenecido. El primer tema que sonó en la reanudación, una versión acústica de Growing Up, de su primer álbum, ya apuntaba maneras. Si antes de la tormenta el nivel del concierto ya era alto, lo que sucedió después fue absolutamente mágico. El repertorio que estaba previsto para este tramo del show saltó por los aires. Springsteen estaba decidido a recompensar la fidelidad de los espectadores, quienes seguían al pie del cañón pese a estar empapados. Uno tras otro, se sucedieron clásicos imprescindibles que hicieron las delicias del respetable: Darlington County, My Love Will Not Let You Down, Working On The Highway, I`m on Fire, Because the Night... El calor iba a más mientras el público olvidaba lo amenazante que aún estaba el cielo. Solo importaba ese preciso instante. Todos, incluido Springsteen, eran conscientes de que aquella era una noche para el recuerdo.
Tres horas de música revitalizante
Sin contar el parón por la lluvia, el concierto duró alrededor de tres horas. Como sucedió durante toda la gira, cerró la velada una emotiva interpretación de Chimes of Freedom, tema compuesto por Bob Dylan. Previamente, la habitual cascada de bises (Born in the U.S.A., Born to Run, Bobby Jean, Glory Days, Dancing in the Dark, etc) inundó de felicidad los rostros de los atónitos espectadores. Fue un concierto diferente, imprevisible y poderoso que, a buen seguro, se sitúa entre los más destacados que Springsteen ha ofrecido a lo largo de este año.