Donostia. La Real ilusionó como nunca a su afición al igualar el mejor inicio de su historia de la temporada 1981-82, en la que acabó proclamándose campeona por segunda vez consecutiva. Los blanquiazules lograron vencer en sus salidas gallegas a Vigo y A Coruña, un éxito que no lograba desde hace 45 años, y golearon al Villarreal en Anoeta. Por si fuera poco, su estreno en la Europa League se saldó con una exhibición de poderío frente a un pobre Rosenborg, que acabó vapuleado por un 4-0.
No se puede negar que, como destacó el técnico noruego, al equipo txuri-urdin le acompañó un poco la suerte. Sobre todo en sus salidas a Balaídos y A Coruña, donde afrontó encuentros de mucha ida y vuelta que supo decantar a su favor en la segunda mitad. En la primera hora de encuentro, el Celta fue probablemente superior a los donostiarras, que fueron perdiendo 2-1 hasta que Illarramendi tomó el mando de las operaciones y los realistas remontaron en los minutos finales con goles de Juanmi y de Willian José, al transformar un discutido penalti sobre Vela, que fue derribado en el límite del área. La semana siguiente, los realistas, en su versión más solvente, pasaron por encima de un desconocido Villarreal con un 3-0 que le convirtió en líder de Primera División en el primer parón por las jornadas internacionales.
A la vuelta del mismo, en Riazor, los de Eusebio comenzaron como motos el duelo al colocarse con 0-2 en los cuatro primeros minutos del mismo con dos acciones controvertidas, ya que en la primera Juanmi se encontraba en fuera de juego y en el segundo, de Illarra, el malagueño molestaba el campo de visión del meta local en posición más adelantada. Pero después recularon y el Deportivo les sometió hasta el punto de lograr la igualada. Además, Iñigo tuvo que pedir el cambio lesionado por una plancha criminal de Fede Cartabia que no fue castigada ni con falta. Su sustituto, Diego Llorente se convirtió en el héroe inesperado al anotar en su estreno en una jugada embarullada. Illarra cerró la goleada con una jugada individual preciosa.
Aunque su recuerdo aún se mantiene reciente, en aquellos tiempos de bonanza los realistas seguían la misma tónica de estos últimos encuentros. Lo que le salvaba era su excepcional pegada, puesto que, pese a que en Anoeta no marcaron Villarreal ni Rosenborg, tanto el Celta como el Deportivo le endosaron dos dianas. Un aspecto a evitar si se quiere intentar ganar a domicilio, como no tardó en demostrarse, pese al ilusionante coliderato de la tercera jornada...