Todo lo que se cuente se quedará corto. Las hemerotecas dirán que había que estar ahí para contarlo. Una auténtica marea txuri-urdin invadió las habitualmente silenciosas y tranquilas calles de Lyon en el mes de agosto. El lunes ya comenzaron a verse camisetas de la Real por las calles, pero nada que ver con lo que se vivió en la jornada de ayer.

Desde primera hora de la mañana comenzaron a llegar un sinfín de autobuses cargados de ilusión de Champions. Que nadie olvide, sobre todo fuera de Euskadi, que la capital del Ródano se encuentra a casi 800 kilómetros. La afición realista no dudó en aparcar la crisis que acecha a muchos hogares guipuzcoanos ni escatimó esfuerzos para poder seguir a la Real en la previa de la Liga de Campeones. Estaba previsto que fuesen unos 3.000 realistas, pero, según relataron varios seguidores, un operador de Mundoviaje les había confirmado que había vendido más de 5.000 entradas al margen del club.

El centro de Lyon fue un auténtico hervidero blanquiazul a lo largo de todo el día ante el asombro de los habitantes locales. Los dos focos de mayor concentración fueron la plaza de Bellecour y la de Saint Jean. Especialmente emocionantes fueron las escenas que se vivieron en el Viejo Lyon, donde los hinchas realistas no pararon de animar sus calles con sus cánticos y sus bailes. Muchos turistas que paseaban despistados por las bellas callejuelas colindantes a la catedral y ajenos al fútbol se sorprendían tanto que inmortalizaban el momento con sus cámaras fotográficas.

La estrella de día y el gran agitado de la fiesta fue Oier, un niño que viajó con su familia con la peña Txirritako Txuri-urdiñak, que se erigió en el maestro de ceremonias al iniciar y dirigir los gritos del resto subido a una silla. La misma a la que hicieron subir a dos japoneses a los que aclamaron al grito de Lee Chun Soo.

Afición realista de todas las edades canta feliz en la plaza de la Catedral Mikel Recalde

Aparte de los clásicos hits conocidos, uno de los nuevos fue el repetido con fuerza y hasta rabia por algunos "Illarra, tú te lo pierdes". Incluso se pudieron ver algunas camisetas con el dorsal número 8 quitado y el nombre borrado. No se puede olvidar el desafiante "Lyon entzun, Reala txapeldun". También se repitió la canción que hizo famosa la plantilla realista en la celebración de la cuarta plaza en los mismos vestuarios de Riazor, con el estribillo "Si nos organizamos, cogemos todos".

Cuando llegó la hora de acudir al estadio se pudo constatar que centenares de realistas se habían quedado en sus aledaños al no tener suficiente tiempo para visitar el centro. El recibimiento al equipo recordó al de cualquier día en Anoeta. Dos horas antes, los alrededores del campo parecían reflejar que era la Real la que actuaba de local.

Nada más entrar se pudo ver que la zona habilitada para los seguidores realistas se había quedado pequeña y un cuarto de la tribuna central estaba invadida por los guipuzcoanos. A menos de una hora para comenzar el encuentro ya había unos 4.000 hinchas realistas dentro del campo y ninguno de ellos había participado en la espectacular kalejira que se llevó a cabo desde el centro de la ciudad y que duró una hora y media. Sencillamente espectacular.

Cuando los jugadores de ambos equipos saltaron al terreno de juego para inspeccionar el césped, se quedaron perplejos al visionar la marea txuri-urdin. Campo, salvo en el fondo norte, donde se ubican los peligrosos ultras del Olympique. Se podían ver camisetas de la Real por toda la grada. El primer gol lo marcaron ellos; después lo hicieron y Griezmann y Seferovic. Una afición de Champions.