Dos de las personas que participaron en la destrucción de parte del arsenal de ETA en Luhuso en diciembre de 2016, Jean Noel Etcheverry Txetx y Béatrice Molle-Haran, se enfrentan este martes y este miércoles a un juicio por el que el Estado francés pide para ellos 10 años de cárcel y multas de hasta 100.000 euros.

Aquel 16 de diciembre anunciaron que habían comenzado el desarme de ETA a través de las redes minutos antes de que la Policía francesa irrumpiera en el caserío en el que se encontraban, donde además de a Etcheverry y Molle, detuvieron a Stéphane Etchegaray Etxe, Mixel Berhokoirigoin y Mixel Bergougnan. La Fiscalía Antiterrorista apartó de la causa al primero, mientras que los otros dos han fallecido en estos ocho años.

Los cinco fueron conducidos a París nada más ser detenidos, aunque en las siguientes jornadas fueron puestos en libertad. Habían mantenido contacto mediante cartas con la dirección de ETA, que había anunciado el cese definitivo de su violencia cinco años antes, en octubre de 2011. Esa comunicación y la incautación de las armas en el caserío de Luhuso sirve a la Fiscalía Antiterrorista francesa para sostener los delitos de tenencia de armas y munición, así como su transporte con vinculación con ETA.

Uno de los dos encausados, Txetx Etcheverry, ha señalado en Euskadi Irratia horas antes de que a las 13:30 horas arranque en París el juicio que se encuentran “tranquilos. Veremos, pero estamos y preparados para explicar las cosas que hicimos, por qué las hicimos y cuáles fueron los resultados”.

Txetx Etcheverry en Baiona Javi Colmenero

Un juicio “anacrónico”

A pocos escapa el carácter “anacrónico” del juicio, camino de los 13 años desde que ETA anunció el final de la violencia y casi 8 desde la operación de Luhuso. Para Etcheverry, es “anacrónico además porque lo que hicimos en Luhuso lo repetimos meses después, con la cooperación del Estado francés. Entonces no hubo ni detenidos ni citados por la Justicia. Nos preguntamos por qué los de Luhuso somos encausados. Siete años después no estamos todos y su recuerdo estará en el juicio”.

Etcheverry recuerda a Mixel Berhokoirigoin y Mixel Bergougnan, pero también a Michel Tubiana, abogado y presidente de Honor de la Liga de Derechos Humanos de Francia: “Por eso, por ellos también, es muy importante para nosotros dejar claro lo ocurrido, porque el reto es tanto político como simbólico. No podemos aceptar que esas tres personas y su acción colectiva sea calificada como terroristas”.

La periodista Béatrice Molle-Haran posa en el caserío donde se procedió a la destrucción de las armas de ETA. Ruben Plaza

“ETA había dejado la lucha armada cinco años antes y estaba dispuesta al desarme. Nos preguntaremos por qué nadie estaba dispuesto a ello, a hacer posible, ni el Gobierno francés ni el español”, ha repetido Etcheverry en las ondas de Euskadi Irratia una pregunta que ya lanzaron entonces. “Nosotros asumimos nuestra responsabilidad y lo que no se hizo en cinco años se hizo en esos meses. Si no hubiéramos hecho lo de Luhuso, ¿cuánto tiempo más hubiera durado? ¿Qué peligros hubiera acarreado para la sociedad vasca?”.

Según ha señalado, “era necesario hacer lo que hicimos, asumimos esa responsabilidad y hoy sentimos, al menos en Iparralde, el reconocimiento de electos de todos los colores”.

“En cualquier juicio y también en este el principal reto es si los que hicimos los de Luhuso éramos terroristas o artesanos de la paz, como nos llamaron después”, ha insistido Etcheverry en la dicotomía antes de señalar el “amplio respaldo” recibido, que “quizá tenga incidencia en la decisión final. No sé qué peso puede tener y hasta dónde puede alcanzar, pero influirá”.

Amplio apoyo y testigos especiales

Etcheverry y Molle comparecen tras recibir un respaldo de todos los colores en Euskal Herria y también en el Estado francés, como ha recordado el primero en la radio pública al citar el artículo de opinión que firman en Le Monde el filósofo Edgar Morin; exdirector general del FMI y exgobernador del Banco de Francia, Michel Camdessus; la directora general de Oxfam y exministra de Vivienda, Cécile Duflot; el abogado Henri Leclerc, y las escritoras Marie Darrieussecq y Florence Delay.

“Aun así, tenemos que comparecer ante la Sala 16 del Tribunal de París, que es un tribunal antiterrorista especial, con sus magistrados especiales y sus fiscales especiales, con su propia lógica. Esa lógica no suele ser la de la sociedad vasca o la de distintas personalidades”, ha advertido Etcheverry, que también ha apuntado la relevancia de la vista oral y varios de los testigos que propone la defensa.

Las principales fuerzas vascas como el PNV, EH Bildu, ELA y LAB comparecieron días después de la operación policial para mostrar su apoyo al grupo de Luhuso. Borja Lazkano

En esa Sala 16 nunca ha comparecido de esta manera un prefecto, como testigo de la defensa; tampoco un exministro del Interior”, ha reconocido Etcheverry, en referencia Éric Morvan y Matthias Fekl, respectivamente, parte de la Administración de François Hollande aquellos 2016 y 2017. “Eso habla a las claras que este juicio es especial”, ha resumido el encausado, que intuye que “explicarán cómo lo ocurrido en Luhuso abrió las puertas a los pasos que vinieron después; que sin Luhuso la situación estaría como lo estaba hasta entonces, con todos los peligros. Después veremos qué deciden los jueces”.