Masacres. Centenares de miles de inocentes muertos por una mentira dicha y repetida con alevosía: “Sadam Husein tiene armas de destrucción masiva y hay que eliminar ese peligro para la seguridad del mundo”. Y es lo que hicieron a bombazos el padre de la criatura, George Bush, el padrino, Tony Blair, y otro que se les pegó para salir en la foto con los pies sobre la mesa. Y ahora, el gagá Biden dice, en una entrevista con la CNN, que “no tenía sentido pensar que en Irak tenían un arma nuclear”. Y cabe preguntarse: ¿quién pagó por aquel inmenso crimen? ¿Alguien fue llevado ante la justicia para que respondiera por los miles de muertos? Los crímenes del imperio obedecen a errores no deseados, o a circunstancias imprevistas.

Parecido se puede aplicar al exterminio palestino por parte de los sionistas, con armas europeas y americanas. Lo dice el historiador israelí Ilan Pappé, uno de los principales exponentes del mundo académico de Israel: hoy nos enfrentamos a una ideología judía mesiánica, racista y fundamentalista que no sólo cree que Palestina pertenece sólo al pueblo judío (como afirmó Netanyahu con la Ley del Estado-Nación de 2018), sino que piensa que tiene licencia moral para matar y expulsar a todos los palestinos.

Destruir las ciudades y los campos de cultivo, matar a los niños y a las mujeres fértiles forma parte del plan genocida, por razones obvias. Al estilo del Antiguo Testamento. Y de haber iniciado el operativo hace dos siglos, como ocurrió con la eliminación de los indígenas de Argentina, Australia o los Estados Unidos, habrían logrado su objetivo. Ahora es más difícil.

incineradora

El 17 de marzo de 2011 se colocó la primera piedra en Zubieta, pero la construcción se paralizó a partir de mayo de 2011 porque Bildu ganó las elecciones, eliminó el proyecto y propuso tres plantas de tratamiento mecánico biológico, una de biometanización y seis de compostaje, y los zintzilikailus, el sistema más ecológico y revolucionario del mundo, el puerta a puerta, para la recogida de residuos. La pesadilla finalizó en mayo de 2015, con el regreso del PNV a las instituciones. Entre medio, 50 recursos, nulidad judicial de la paralización, incremento de 46 millones del coste, a pagar a escote, entre seguros, intereses, gastos financieros, indemnizaciones y exportación de residuos a otras localidades, a lo que hay que añadir el desgaste personal, que no entra en el sueldo, de cargos políticos y funcionarios, y la tensión entre los ciudadanos.

Emisiones inocuas

Las conclusiones las adelantaba hace 15 años el doctor químico Ansorena Miner, jefe del Servicio de Medio Ambiente de la Diputación Foral, auténtico experto en el tema, tras un proceso de sólida formación por distintas plantas incineradoras europeas, con información de estudios similares al ahora presentado, de las instalaciones parisina o vienesa, entre otras. Solo que los de ahora son consecuencia del uso de tecnologías más avanzadas, que permiten afinar, aún más, los resultados. Y las confirma el estudio específico dirigido por un doctor biólogo con acreditada trayectoria técnica en la investigación sanitaria y medioambiental, respetuoso con el método científico y riguroso en la interpretación de los datos, a la par que discreto en las formas, sin concesiones a la galería.

Parece que hay un mínimo incremento, casi testimonial, de selenio y de cadmio en el ambiente de la zona de estudio que, no necesariamente, tiene que ver con la puesta en funcionamiento del complejo.

Las emisiones de dioxinas y furanos de la incineradora de Zubieta no han causado el espectacular incremento de enfermos de cáncer, párkinson, alzhéimer, enfisema pulmonar, abortos y malformaciones que ocurriría, según aseguraban los expertos profesores universitarios, de Historia uno, de Geología el otro, que, para estas horas, ya serán catedráticos o, por lo menos, concejales de Bildu.

Se han quedado sin argumentos y los seudocientíficos que los acompañaban corroborando sus afirmaciones, ven rebatidas sus apocalípticas previsiones. Utilizaron la mentira, el bulo y el componente sentimental de aquellos padres preocupadísimos por la salud de sus retoños para amedrentar e intoxicar a la ciudadanía, otra manera torticera de instrumentalización política fuera del Parlamento o las Juntas Generales.

Mientras tanto, los miembros de las plataformas, ¡que no falte la iniciativa popular!, de posibles afectados contra la “voracidad del oligopolio energético insaciable”, personas tan concienciadas como ignorantes que denunciaban a unos políticos desalmados que pretendían envenenarlos, pueden regresar tranquilizados a sus hogares, a la espera de que se les asigne un nuevo cometido, una nueva inquietud social, quizás los aerogeneradores, la energía nuclear, los alimentos genéticamente modificados, la enseñanza pública o la sanidad, que ambas quieren privatizar los mismos malévolos gubernamentales. Tampoco en este caso son necesarias las disculpas.

Servicio a la donostiarra

Reservo el sábado en un asador para que cenen tres amigos cartageneros, que no murcianos. Les ocurre algo parecido a lo nuestro con Bilbao, que denunciara hace unos días el secretario de la Asociación de Empresarios de Hostelería, con datos ciertos y contrastables, para disgusto de las jerarquías. Pradales tendrá que esmerarse.

A última hora, en contra de lo previsto, me apunto a la cena. Al llegar, malas caras y bronca de las camareras porque el cuarto comensal podía entorpecer el paso hacia la cocina. El comedor lleno. La cena bien, el trato del servicio, mejorable. No venden, les compramos, que es diferente. Uno de los comensales, Salva, es empresario hostelero de postín y nos pedía comprensión. Terminamos dejando propina.

Hoy domingo

Patatas en salsa verde con xapo y espárragos de Olite. Bonito con tomate. Fresas y cerezas. Tinto Izadi 2018, reserva de 2015. Agua del Añarbe. Café y trufas de las clarisas de Belorado.