La cita del Bernabéu conllevaba diversas cargas de profundidad, las que se refieren a la estricta competición en la que se disputan puntos valiosos que, a la larga, son los que deciden. Conquistarlos nunca es fácil sea quien sea el rival. Veníamos de tres partidos en siete días, los tres lejos de casa. Dos de ellos, contra los primeros equipos del campeonato y uno más frente al cuadro que se hace fuerte en el campo de Vallecas. Plagados de bajas, el equipo protagoniza una actuación descollante, dando la cara hasta el final, sumando un punto de valor y con la portería a cero. Imanol les dio las gracias por el encuentro protagonizado ¿Qué más se puede pedir?

Los de Ancelotti dejaron en la cuneta a su directo rival en copa y esperan oponente para las semifinales del torneo. A muchos les pesa el Mundial de Catar, acumulan lesionados y no buenos estados de forma. A otros, se les siguen cayendo futbolistas como serpentinas en desfile. No hay que mirar más allá del vestuario de Zubieta para mesarse los cabellos, hacerse preguntas y no encontrar respuestas. ¿Por qué? No soy capaz de responder, pero solo espero que lo de Aritz Elustondo no suponga otro grave contratiempo. La goma no se puede estirar más.

Más allá del habitual once contra once y de los alrededores de la contienda, un jugador alcanzaba la cifra de 200 partidos defendiendo la camiseta txuriurdin. Igor Zubeldia está a 400 de superar el récord de Alberto Górriz. Imanol supongo que no le dio muchas vueltas al hecho de elegirle como titular y disputar los minutos de turno, porque el de Azkoitia es un hombre clave en el actual entramado del equipo. Se cascó un partido colosal ante una delantera tremenda y seguro que no se olvidará nunca de esa noche. Comenzó de central y concluyó de lateral. Ni se inmutó.

Si nos cruzamos en la calle, nos paramos, nos saludamos, charlamos un poco y seguimos el camino. Le conozco en la superficie, pero no en aquello que llaman el “yo personal”. Quise ahondar en la cuestión. Les pedí a cuatro de sus compañeros que me ayudaran y que con dos palabras le definieran. Uno de los pesos pesados utilizó tres: humildad, serenidad y trabajo. Son virtudes guipuzcoanas, las que salvaron al equipo en muchos momentos de dificultad en el camino, al igual que cuando se lograron las mejores conquistas.

El segundo, otro peso pesado, me pasó un vídeo con unas declaraciones hechas a una televisión después de marcar un gol en el partido de despedida de Carlos Vela. Fue el 20 de diciembre de 2017. El mexicano se iba a América y disputaba el último partido de txuri-urdin ante el Sevilla. En el minuto 75, David Zurutuza abandonó el terreno de juego y entró Igor. El disparo del primer balón que tocó entró en la meta de David Soria. Jugaba con el 5 a la espalda, el mismo número que defiende hoy y que le ha acompañado en su trayectoria profesional. Aquel gol le hizo feliz. Los ojos se movían pizpiretos y no disimuló la alegría en ningún momento. Contaba entonces con 20 años y, por dos veces en esa entrevista, le llamo Carlitos al compañero que se iba, como si fueran colegas de toda la vida. ¡Oda al desparpajo!

El tercer jugador, más cercano a él, se sorprendió por la petición. Respondió con dos palabras: polivalencia y tranquilidad, pero quiso añadir un punto de galanura. No pasa desapercibido el estilo, la elegancia que destaca en la forma de vestir y en el modo de ser. ¡Un tío con clase! El cuarto jugador que falta, otro joven, le califica de multiusos, pero incide en algo que repiten todos: humildad y sacrificio. Con esa carta de presentación, no hay duda de que es muy querido por sus compañeros.

Metidos los detalles en la coctelera, es fácil reconocer que la calma es un soporte de su vida. Seguro que siempre creyó firmemente en él, incluso cuando venían mal dadas, puso en valor las virtudes aprendidas cuando era niño, cuando el rojo color del Anai impregnaba su sangre. Es un jugador de raza, parecido a otros que nacieron en Azkoitia y que crecieron tanto en el entrañable e inolvidable Alcibar como en el coqueto y actual Txerloia. Igor creció allí, con sus amigos, compañeros y con el apoyo de las personas que vieron en él un jugador de casta. Un grande. No es mediático. No es fácil encontrar entrevistas con él más allá de los trámites. Es un ejemplo, un espejo en el que deberían mirarse los jóvenes que sueñan con llegar al punto en el que está. Nadie le ha regalado nada. Por esa capacidad de encontrar el sitio físico y químico en el equipo, en el club, en el vestuario, he querido destacar su trayectoria. De los doscientos pasos que ha dado, todos han sido al frente ¡No cambies!

Por supuesto, si nos metemos en las profundidades del encuentro, parece imposible que Nacho terminara el match. Debió ser expulsado, pero la tramoya que hay montada en el arbitraje español es escandalosa. Cada vez las actuaciones son menos fiables y un partido precioso, como el protagonizado por dos de los tres mejores equipos del campeonato, deben gestionarlo los jugadores y no las incidencias externas. Felizmente, el equipo lo dio todo y obtuvo un punto merecido. Remiro silenció las voces discordantes con una actuación formidable y el resto de sus compañeros ofreció una actuación coral, dando otro paso al frente como si quisiera seguir la zancada del bicentenario.