un compungido Jordi González compareció hace unos días en la pantalla amiga para autojustificar el disparate cometido con la presencia en plató de la madre de un enjuiciado por la muerte y desaparición de Marta del Castillo con el acuerdo de pago de una importante cantidad de dinero. El conductor del magazine en la sabatina noche tuvo que lidiar con la teórica explicación/justificación de la dirección, asustada por la indignada reacción que produjo la circunstancia materna sobre todo en el dominio de Internet y que decidió a varias marcas anunciadoras y pagadoras del programa a retirarse en una acción de respuesta ciudadana a un desaguisado televisivo. Esta reacción de los consumidores puede suponer el inicio de una nueva época de vigilancia de los contenidos y límites del negocio y que cuando son sobrepasados pueden dar origen a una reacción incrementada por la velocidad comunicativa y expansiva de la red. La situación ha desencadenado la marcha del 50% de los anunciantes que han preferido escuchar la voz cabreada del personal y no las mojigatas explicaciones dadas apelando una y otra vez a la libertad de expresión, como si este fuera amparadora de cualquier desmán o extralimitación. Los ejecutivos deben aprender que no todo el monte es orégano y que los excesos terminan pagándose y la reducción publicitaria puede poner en riesgo la permanencia del programa. Los límites del negocio y la sensibilidad social ante la actualidad son dos elementos a conjugar para llevar la nave a buen puerto y en este caso a Mediaset se le ha encallado el barco en pirueta televisiva; y es que quien juega con fuego, se quema y a los barraqueros les va la marcha de jugar al límite en el tratamiento de los contenidos y personajes. Esta vez han comprobado en sus carnes financieras la reacción del airado público.