En su artículo del 26 de agosto, bajo el título Hay que pararlo, escribe y cito textualmente: “ Los recibimientos en nuestro barrios a personas que han colaborado hasta en cuatro asesinatos, con paseíllo, música, abrazos y besos, es indignante. Y a quien no se lo resulte tiene un problema, el de colaborar y convivir con el fascismo sin notarlo”.Pues bien Sr. Merodio, esas personas a las que usted se refiere que son recibidos con paseíllo, música y abrazos, para bien o para mal nos guste o no, han cumplido su condena según lo dispuesto por la justicia y purgado su culpa ante la sociedad. Y aunque éticamente pueda resultar reprobable, son libres a todos los efectos y por lo tanto tienen los mismos derechos y deberes que usted, que yo o que cualquier otro ciudadano.Cuando se aceptan las reglas del juego, hay que aceptarlas todas, las que nos gustan y las que no, y en el caso que nos ocupa, estas personas, según la legislación vigente, están impolutas, como podemos estarlo usted y yo. Es decir, a efectos legales y no éticos, ya no son terroristas ni asesinos. En definitiva, los ongietorris, mientras no se produzca hecho punible alguno o cambien las leyes, entiendo que son legítimos. Por lo tanto, me pregunto al hilo de lo anteriormente descrito, no desde la ética sino de quien respeta las reglas del juego y la legislación vigente con todas sus consecuencias, ¿se tiene por ello un problema de convivencia y colaboración con el fascismo? En definitiva, ¿qué hay que parar?