Frente a la universidad, la Formación Profesional es una alternativa cada vez más demandada por la juventud vasca. Más de 50.000 chicos y chicas estudian este curso algún grado de Formación Profesional. Es un 9% más que el año pasado y nada menos que un 33% más que hace una década. Esto no ha sido siempre así. Hubo un tiempo en el que la FP arrastraba el estigma de ser una formación menor, elegida por los que no valían para la universidad. Creo que es una opinión superada, basada en el desconocimiento de una realidad que ha evolucionado a todos los niveles: en infraestructura, en equipamiento, en recursos educativos y en itinerarios curriculares. Esta semana, NOTICIAS DE GIPUZKOA ha organizado un encuentro sobre la FP en el que han participado instituciones, centros, empresas y alumnos y que ha servido para tomar la temperatura de este sistema educativo. El encuentro nos ha permitido conocer que los centros de FP conforman una red diseminada por comarcas en contacto con el tejido empresarial de cada zona. Esta cercanía fomenta su adaptación formativa a la constante evolución del mercado. Hemos sabido que los centros de FP poseen departamentos de innovación, que se promueven las competencias blandas o soft skills entre los alumnos y que, como en tantos otros ámbitos tras la pandemia, también tienen un ojo puesto en el bienestar emocional de los jóvenes. El pero es la importante brecha de género en las titulaciones técnicas. La presencia de las chicas es muy pequeña. Un aspecto que cuesta corregir, que atañe a toda la sociedad y que conviene a todos, porque la empleabilidad de los que salen formados es del 90%.