Pues ya es nuestra mascota de verano: el mosquito tigre. No vamos a incluir en esta categoría a las carabelas portugesas, que nos están salvando páginas y páginas de información en una estación del año en la que, en fin, conseguir una noticias y contrastarla es más difícil que crecer a los 50 (si no es a lo ancho, claro está). Pues, a lo dicho, no incluimos a las carabelas en la categoría de bichitos estivales ya que es, manda narices, es un “hidrozoo sifonóforo”, es decir, una colonia de organismos especializados que funcionan juntos como si fueran un solo ser vivo. Bueno, como funcionan muchos y muchas respondiendo a la llamada de algunos más que cuestionables líderes. Por el contrario, el mosquito tigre es bicho, muy bicho. Se nos puede colar fácilmente en los platos de las plantas, porque a la criaturita parece que le gustan más los cúmulos pequeños de agua que los grandes humedales. Vmos, que es de petit comité. De momento, parece que se ha quedado en Iparralde y no da el salto a Gipuzkoa, pero podemos esperar su visita, igual por Semana Grande. Avisan los expertos que cuando llegan se quedan, como otras especies invasoras. Pues nada, que nos tendremos que acostumbrar. A ver cuándo nos podemos relajar, que no ganamos para sustos.