Estamos a punto de entrar en un tiempo electoral que en el corto intervalo de 49 días va a reconfigurar las cámaras legislativas de la CAV, de Catalunya y de la Unión Europea. En Euskadi, la campaña comienza el 5 de abril, aunque la actualidad política hace tiempo que está mediatizada por las elecciones. Entre que las formaciones unionistas rascan poca bola y que lo que ocurre en Euskadi ya no repercute como antes, hemos salido del foco mediático español, lo que es una ventaja, porque nos libra de la toxicidad que caracteriza el debate político en el Estado. Por lo visto en estos primeros días tras la disolución del parlamento, es la agenda social la que se va a hacer fuerte en esta campaña, con temas de interés cotidiano para los ciudadanos; salud, cuidados o vivienda ya han asomado en el debate preelectoral. Son asuntos que adquirieron enorme relevancia durante la pandemia y que interpelan directamente a la administración pública. El de la vivienda, por contra, es un tema eterno, atravesado por la ideología y muy dado a la demagogia. De lo que van estas próximas elecciones es de nuestro futuro, y tan mal no deben ir las cosas cuando la gran mayoría del país observa el porvenir con optimismo. Es lo que ha revelado esta semana la última encuesta del Sociómetro. La paradoja es la pérdida de peso de la agenda nacional cuando las dos fuerzas abertzales ocupan una posición hegemónica.