Alubias de Altza y fresas de Auditz Akular. Productos Kilómetro 0 que llegan, desde las huertas y viveros de Urban Lur, a las mesas de las y los donostiarras.

Las parcelas del cultivo, que ocupan los terrenos que en un tiempo se reservaron para una operación urbanística que no llegó a meta (la de Auditz Akular) son en la actualidad tierras fértiles, trabajadas por emprendedores y emprendedoras del primer sector. Fue este un proyecto, impulsado por el Clúster Guztiona de Fomento de San Sebastián, al que le costó arrancar, y en el que en la actualidad toman parte seis productores. Algunos trabajan de forma entusiasta a título individual y otros, como es el caso de Cáritas, lo hacen con un objetivo bicéfalo: aportar en la producción de proximidad y ayudar a personas que se hallan en una situación complicada, que son las que trabajan el terreno. Tres de las huertas se ubican junto al paseo Félix Iranzo mientras que las otras tres se sitúan junto al camino de Molinao. Todas cuentan con un invernadero de 380 metros cuadrados.

En una de ellas, atareado con el cambio de las plantaciones de verano ya mustias aunque con rebrotes “por este veranillo” (algunas plantas de vainas asomaban lozanas), Alfonso Aparicio, ingeniero técnico agrícola de formación, habla con entusiasmo del trabajo en la tierra, de las lechugas, la borraja, los tomates, las vainas y toda esa verdura made in Altza que mima en Urban Baratza. Este año se ha sumado una invitada, la “alubia de Altza”. “Han salido buenísimas. Este primer año hemos sacado entre 25 y 30 kilos, y han tenido mucha aceptación”, asegura Aparicio.

“Aunque no estemos obligados, la mayoría de los productores trabajamos el cultivo ecológico”, explica Aparicio, que prepara cestas directas para el consumidor con producto de temporada y variado, a un precio de 20 euros, y que entrega con periodicidad semanal a domicilio.

Urban Baratza funciona, a nivel de proyección y a la hora de realizar los encargos, mediante las redes sociales, una herramienta que Aparicio considera fundamental ya que agiliza el contacto con el comprador final.

“Se puede comprar el pack semanal al precio de 20 euros, siempre verdura surtida para que las personas no tengan que ir luego a por la cebolla o la patata, o acudir a pie de cultivo, donde se puede comprar el producto de temporada”, explica.

Calabaza, calabacín, vainas, acederas, lechuga, rúcula, albahaca, tomate, piperras... en la huerta de Urban Baratza, más próxima al paseo Féliz Iranzo, hay un poco de todo y de todo se puede comprar de forma sencilla.

En este momento la tarea se centra en ir metiendo “la producción de otoño- invierno”. La alubia de Tolosa ha dado muy buenos resultados en sus tierras, por lo que prevé aumentar el volumen de este cultivo de cara al año próximo. Y ya están en marcha berzas, coliflores, habas, escarolas... Porque la idea de Urban Baratza, añade, “es apostar por toda la diversidad de cultivo que se pueda adaptar a estas latitudes”.

“Mi idea a futuro es trabajar con personas en peligro de exclusión, algo que responde a los objetivos de Urban Lur. Estoy hablando con Emaús, con los que ya colaboré enseñando a trabajar en el monte, para que vengan personas a cultivar conmigo”, destaca.

“Estamos en pleno barrio de Altza, a apenas 25 metros de las casas, y nos faltan visitas de la gente. Quizá no es una zona de paso”, reflexiona Aparicio.

Este emprendedor del primer sector no para de darle vueltas a nuevas ideas para que los terrenos que cultiva tengan, además de la lógica función de producción, otras utilidades. “Me gustaría que niños y niñas de centros escolares, a partir de los cinco años, vinieran a la huerta. Y también familias, que se acercaran con los más pequeños y que fueran ellos quienes cosecharan lo que se llevarán a casa”, añade.

Aparicio asegura que “siempre he tenido huertas”. De ahí que se decidiera a encauzar su formación por una línea que le vinculara a lo que le gusta. Trabajando principalmente en formación, actividad que compagina con la huerta, siempre había albergado el sueño de cultivar en Donostia.

En Urban Lur vio la oportunidad de hacerlo y las condiciones que ofrecía Fomento le parecieron las más adecuadas. Dicho y hecho, se decidió a dar el paso y ahí está desde hace año y medio. “Estoy muy contento, trabajando bien. Desde el principio el 90% de la producción se está vendiendo en cestas”, abunda.

“Huimos del modelo de agricultura en el que el producto hace cientos de kilómetros, apostamos por una agricultura de proximidad, de producto fresco del día y por abastecer a la zona y a la comarca, evitando la huella que deja el transporte de mercancías, el uso de pesticidas y la conservación en cámara fría”, quiere puntualizar Aparicio, que asegura que este esfuerzo se deja notar “en la calidad” del producto final.

“Hemos tanteado las producciones este primer año y ahora nos centraremos en las que mejor nos van, aunque en la cesta siempre habrá unos básicos”, concluye este agricultor mientras acude a preparar las líneas para guisantes y habas.

Begoña Julián, bióloga de formación, llegó a las huertas de Altza tras haber vivido experiencias muy diferentes.

Tras finalizar la carrera recorrió algunos países como cooperante, conociendo de cerca las experiencias de campesinas y campesinos.

Ya después centró su actividad en la gestión de proyectos, una tarea que desarrollaba, y sigue desarrollando aunque no a jornada completa, en la oficina de una entidad vinculada a la cooperación.

La propuesta de Urban Lur le atrajo de tal forma que se decidió a dar el paso y trabajar, de momento solo en el invernadero, con fresas y frambuesas, especies no muy cultivadas en Euskal Herria aunque, asegura. “crecen bien”.

“La experiencia es breve todavía y ha sido nueva, porque yo cuando he trabajado junto a agricultores no gestionaba las explotaciones”, explica Julián, que considera que, todavía, se halla en proceso de aprendizaje.

Begoña Julián, bajo la marca Goxorrubi, cultiva por el momento fresa y frambuesa. La fresa con la que trabaja no tiene nada que ver con la que llega del sur. “Es más pequeña y sabrosa y aguanta menos tiempo, pero para los circuitos que hacemos aquí es suficiente”, destaca.

Incluso la temporada de cultivo es diferente a la de la fresa que llega de lugares más cálidos, ya que “crece entre abril y octubre”.

En la primera cosecha, la del pasado año, una buena parte del producto se echó a perder, dado que todavía no había cerrado contactos ni generado canales de comercialización. “Vendí una parte, otra se echó a perder y otra la salvé congelándola para después hacer mermeladas” en una empresa especializada con sede en Hernani, al no disponer ella de la infraestructura suficiente.

A día de hoy, la fresa y la frambuesa siguen siendo sus productos “estrella”, con los que ocupa casi la totalidad del invernadero. Pero a futuro Julián quiere trabajar también en el exterior, algo que no ha hecho hasta ahora, plantando fuera una variedad más amplia de vegetales o legumbres. “Quiero cultivar vainas, tomate, alubias y tengo ganas de trabajar con distintas variedades de pimientos”, avanza.

De momento, sus fresas y frambuesas las distribuye en distintos comercios de Donostia y en algunas cooperativas. Además, recientemente ha comenzado a surtir a un restaurante del barrio de Gros.

A futuro, al igual que Aparicio, quiere seguir mimando la tierra de Auditz Akular para ofertar un producto de proximidad, con garantía y con label de Altza.

“Se puede comprar la verdura visitándonos pero también llevamos cestas a domicilio”

“Queremos huir de la agricultura que deja huella con el transporte o los pesticidas”

Urban Baratza

“La fresa de aquí es diferente, más pequeña y sabrosa y crece

entre abril y octubre ”

Goxorrubi