l COVID-19 ha puesto a nuestra sociedad ante el espejo, sacudiendo las bases del modelo de desarrollo establecido. A la emergencia sanitaria se le une una profunda crisis económica. La respuesta de aquellos en el poder ha sido inmediata e unívoca: multiplicar esfuerzos y recursos para volver a la situación anterior. Sin embargo, a nuestro parecer, la sacudida que vive nuestra sociedad, así como el parón de las actividades turísticas, nos plantean una oportunidad única para replantear y cambiar algunos elementos que tienen gran influencia sobre el modo de vida de Donostia y las donostiarras.

Ahora es el momento de hacer frente a la privatización del espacio urbano y dar prioridad a la vida comunitaria de las vecinas en las calles y plazas. Ante la tendencia de convertir el espacio urbano en un mero ecosistema de relaciones basadas en el consumo, pedimos una utilización no mercantilista de los espacios comunes que favorezca la interacción cotidiana entre la gente.

Ahora es el momento de poner en el centro la vida de barrio y las redes de proximidad, frente al individualismo que nos debilita ante las dificultades sanitarias, sociales y económicas. Es el momento de aprovechar la ola de solidaridad vecinal, mediante la cooperación y las iniciativas en cercanía, y facilitando la labor de los agentes sociales locales.

Ahora es el momento de impulsar un modelo económico más equilibrado, basado en la promoción de otros sectores, dejando atrás el modelo basado en la actividad turística especuladora. La dependencia respecto a fuerzas y condicionantes externas ha aumentado la vulnerabilidad de la economía de la ciudad. En este contexto, es necesario fomentar actividades económicas sostenibles y diversas basadas en lo local, priorizando las respondan a necesidades básicas (cuidados), la innovación social y el comercio de proximidad.

Ahora es el momento de erradicar las condiciones de trabajo precarias del sector turístico, haciendo frente a su situación de desamparo en tiempos de crisis, y conseguir condiciones dignas. Los primeros golpes han caído sobre las trabajadoras más precarias. Es el momento de revisar y reordenar las características de estos empleos, priorizando, ante todo, la obtención de unas condiciones laborales dignas.

Ahora es el momento de redirigir los recursos públicos derrochados en la promoción del turismo y la marca ciudad, hacia las necesidades socioeconómicas básicas de las donostiarras. Los recursos públicos no pueden destinarse a alimentar un negocio en manos de pocos, como es el del turismo. En su lugar, exigimos que se destinen a paliar las dificultades socioeconómicas de la población.

Ahora es el momento de repensar desde una perspectiva local el modelo de eventos masivos dirigidos a atraer visitantes, y de recuperar, por encima de los intereses comerciales, el control público de la oferta cultural. Varios eventos culturales de éxito se han mercantilizado y han dejado en manos de patrocinadores privados la oferta cultural de la ciudad, el uso del espacio urbano y otros privilegios. Reivindicamos la prioridad de la cultura local y la accesibilidad universal, el control público y el impulso a la creación.

Ahora es el momento de poner límite al uso turístico de las viviendas y promover su uso como hogares de alquiler. Necesitamos aprovechar la caída de la presión turística y aprender de los errores del pasado. Reforzar las ayudas directas para el alquiler a los más perjudicados por la crisis, ampliar el parque de viviendas de alquiler social municipal y establecer precios máximos para el alquiler.

Ahora es el momento de dejar de dar licencias para nuevos hoteles y detener el crecimiento de la oferta hotelera. Se ha puesto al descubierto la realidad de un crecimiento desequilibrado y sin límite de la actividad hotelera. Además de cortar la conexión de permisos para la apertura de hoteles, es el momento de endurecer las normativas de su funcionamiento.

Ahora es el momento de abandonar un modelo de movilidad basado en las macro-infraestructuras y el uso del coche, y de promover alternativas sostenibles que den espacio a peatones y ciclistas. El parón que vivimos ha evidenciado que las necesidades básicas de movilidad son otras. Ha quedado claro que el espacio para peatones y ciclistas es escaso y que, hoy por hoy, la continuidad y permeabilidad entre barrios no están garantizadas.

Ahora es el momento de detener la turistificación de los entornos de valor ecológico, como la isla Santa Clara, y de tomar medidas que garanticen la conservación y protección de dichos espacios. Exigimos que se tomen medidas efectivas para garantizar la protección completa de los mismos: inventario de espacios naturales, normativas integrales para su uso, restauración de los que se encuentren degradados y actividades de concienciación.

Ahora es el momento de dejar de tomar decisiones de forma unilateral, opaca y bajo la influencia de intereses privados, y garantizar a las donostiarras la opción de debatir y decidir el modelo turístico. Consideramos necesaria la creación de un observatorio independiente de las consecuencias sociales, económicas y ecológicas de la actividad turística en la ciudad. Además, es necesario desarrollar sistemas que permitan a la sociedad organizada tomar parte en decisiones que le afectan directamente.

Teniendo en cuenta que las recetas hasta ahora puestas sobre la mesa pretenden restablecer la “normalidad” anterior, queda claro que esta crisis ha cambiado poco la visión y la actuación de algunos. Desde la plataforma Bizilagunekin, sin embargo, tenemos claro que, desde una revisión total de este modelo de ciudad que amenaza con ahogar a las y los donostiarras, ahora es el momento, una oportunidad inmejorable para dar pasos hacia el decrecimiento turístico.

Miembro de Bizilagunekin, plataforma de donostiarras preocupadas por el modelo de turismo