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“La gente pone muchas excusas para no hacer cosas que podría hacer”

José Luis Paulín, médico residente en Oiartzun, en su libro ‘Cooperación’ nos da un tirón de orejas y asegura que todos podemos ayudar, en una medida u otra, al prójimo y que no hace falta irse fuera para ello. Aquí también hacen falta más voluntarios

“La gente pone muchas excusas para no hacer cosas que podría hacer”

Oiartzun - “He empezado a leer el libro y tengo que decirte que engancha”, le dice un vecino de Oiartzun a Paulín, nada más terminar la entrevista. El libro se puede adquirir en la librería Urrats de Oiartzun y en cualquier tienda Elkar al precio de 12 euros. Todo el dinero de los derechos de autor, Paulín lo donará a la ONGD Mundu Bat para desarrollar proyectos sanitarios en el Sáhara. “Estas navidades podemos regalar solidaridad”, apostilla.

¿Qué se va a encontrar el lector en su obra ‘Cooperación. Verdades, mentiras y vivencias de una ¿utopía?’

-El libro va de cooperación en general y de reflexiones mías, apoyadas en experiencias y anécdotas que me han ocurrido. Básicamente el mensaje que intento dar es que todos, de un modo u otro, podemos hacer algo. Llevo varios años haciendo cooperación aquí y también en el ámbito internacional.

¿Este libro ha sido su primera incursión en el mundo literario?

-Sí y todavía no me creo que esté publicado. De hecho no empezó ni como libro. Cuando empecé a hacer cosas en la cooperación internacional, pensaba que cada viaje que hacía iba a ser el último. Así que iba con la mente y los ojos absolutamente abiertos, intentando recoger todas las experiencias y las iba apuntando en mi diario. Todo eso se iba quedando ahí. Pero con el paso del tiempo y después de más de 20 viajes se me empezaba a revolver un poco todo y decidí ponerlo en orden. Luego fue tomando forma y pensé que se podía hacer algo.

¿Quién le animó a escribirlo?

-Yo contaba en mi entorno mis batallitas de Abuelo Cebolleta y algunos me decían, más de broma que en serio, que podría escribir un libro con todas las historias que había vivido. Un buen día, por una casualidad de la vida, me enteré que un amigo mío del colegio había escrito un libro. Y pensé que yo también tenía material para escribir uno.

¿Le resultó difícil?

-No quería hacer un rollo filosófico con muchos datos socioeconómicos, que a mí me aburren; ni tampoco un libro de viajes maravilloso. Se me ocurrió recoger un poco lo que había palpado de la sociedad y darle respuesta con mis reflexiones y mi experiencia. Y así ha sido.

La cooperación internacional suele acaparar la atención y el interés del público.

-Siempre te miran de un modo un poco especial. En la sociedad hay muchas ideas sobre si la ayuda no llega, etc, pero cuando entramos en el tema observo que la gente pone muchas disculpas para no hacer muchas cosas que podría hacer. Cada uno puede hacer más de lo que piensa.

¿También hace falta cooperación en nuestro entorno?

-Sí, no hace falta irse fuera. Aquí también podemos ayudar y todos podemos hacer algo. Lo bueno que tiene Oiartzun, y algunos pueblos de alrededor, es que tiene un tejido asociativo muy grande y cada uno puede encontrar una organización donde se sienta cómodo y pueda ayudar.

¿Y cómo se puede ayudar?

-Hay tres modos en los que la gente se puede implicar. Una es la acción directa, hay una necesidad, vas y trabajas. La segunda es la denuncia, cuando alguien se queja de una injusticia directa o indirecta. La tercera pata para nosotros es contar lo que hemos visto y hacer proselitismo. Cuando he dado charlas he podido constatar que la gente que acude son personas que ya están introducidas en la cooperación, por lo que con el libro intento llegar a esa parte de la sociedad y a esos entornos que no están cerca de la cooperación. Para ello empleo un lenguaje claro, sencillo y ofrezco unas herramientas muy sencillas para que todo aquel que no está introducido en el mundo de la cooperación vea que hay cosas que puede hacer.

¿Cuándo descubrió su inquietud por la cooperación?

-No hay un momento exacto en el que te das cuenta. Creo que va dentro de cada uno. Yo cuando empecé a hacer la carrera de Medicina ya tenía esta vocación de ayuda a los demás. Cuando estaba en tercero o cuarto, me hice socio de la DYA porque en ese momento había un agujero muy grande en la atención de urgencias extrahospitalarias. Empecé colaborando en mi entorno, en algo cercano a mí, y relacionado con mi profesión. Luego también colaboré con otras asociaciones ecologistas de mi entorno y después entré en la cooperación internacional. Tuve la ocasión de ir a Ecuador como brigadista en apoyo a las comunidades indígenas, ese fue mi primer contacto internacional. Luego ya vino la cooperación con el Sáhara con proyectos sanitarios y también he estado en Camboya.

La ayuda que puede prestar un médico es muy clara, ¿pero qué otras profesiones son necesarias en la cooperación?

-El ámbito de la salud es típico en la cooperación; otros ámbitos son menos obvios, pero son igual de necesarios o más. Yo he conocido cooperantes que eran conductores, amas de casa, parados, arquitectos, ingenieros... Cada uno siempre tiene un conocimiento para poder aportar algo.