Tres cifras. Pocos pueden presumir de llegar a ellas. Y menos aún manteniendo un estado físico y mental envidiable como el que distingue a la oñatiarra Axun Arregi Leturiaga. Ayer era un día muy especial en el caserío Gesaltza erdikoa. La amama de la casa -y de Oñati, donde comparte este título con otras cinco vecinas- ingresaba en el selecto club de los centenarios.

Axun vino al mundo en el año en el que la Primera Guerra Mundial seguía desatando cruentas batallas, Albert Einstein publicaba su teoría general de la relatividad y nacía, entre otros, el poeta bilbaíno Blas de Otero. 1916. De eso ha pasado ya un siglo. El que atesora esta oñatiarra de sonrisa permanente. Cien años de vida cargados de veteranía, experiencia y vivencias, que ayer afloraron en forma de recuerdos.

La penúltima de cinco hermanos (solo vive ella), Axun nació en el caserío Azpilleta del barrio de Arantzazu. Con 28 años, el 2 de junio de 1944 contrajo matrimonio con Carlos Arregi Idigoras, del caserío Gesaltza erdikoa, enclavado en el bello paraje camino al Santuario, donde la pareja afincó su residencia.

“Disfrutamos durante un mes de nuestro viaje de novios, por Zaragoza, Barcelona, Madrid”, explicaba Axun, que ayer no paraba de recibir felicitaciones, algunas en forma de ramos de flores y una placa, como la que le hicieron entrega el alcalde, Mikel Biain, y la técnico municipal de Servicios Sociales, Itxaro Leibar.

A los catorce años de casada, Axun enviudó. Con mucho trabajo y tesón sacó adelante a sus cuatro hijos: Lourdes, María Luisa, José Juan (fallecido) y Miguel Ángel. También se quedó al cargo de los suegros, un hermano del padre de su marido y un cuñado soltero.

Dedicada a las labores del campo en el caserío, Axun se trasladaba hasta el mercado a vender los productos que cultivaba en la tierra con esmero, al igual que el queso que vendía en la explanada de Arantzazu, tal y como recordaban sus hijos, mientras la cumpleañera, en cuyo rostro se dibujó una sonrisa permanente, no perdía el hilo de la conversación.

de espíritu viajero Entre otras muchas cosas, si hay algo que define a Axun es su espíritu viajero. Israel, Jordania, Chile, México, Nueva York, Roma, París? son algunos de los países y ciudades que ha visitado esta oñatiarra. Ha trotado por el mundo. En gran parte gracias a que su hija mayor, Lourdes (reside en Madrid) ha sido azafata. “Con 80 años montó en camello en Lanzarote”, rememoraban sus descendientes. Y es que su entrada en la longevidad no frenó sus ganas de viajar. “Hace cuatro-cinco años hicimos un crucero por el Mediterráneo”, añadía la homenajeada, que actualmente comparte techo con su nieto Mikel y la pareja de este, Maialen. “Tengo diez nietos y ocho biznietos, más un noveno que está en camino”, detallaba con entusiasmo Axun.

De carácter positivo y con un gran sentido del humor, algo de lo que hizo ayer gala, ahora es el día en que esta oñatiarra sigue valiéndose por sí misma, gracias a la salud de hierro de la que goza (a finales de enero le operaron de cataratas), y que adereza con un aspecto especialmente cuidado. “Es muy coqueta”, destacaba su hija Lourdes.

Ayer le llovieron las felicitaciones. Pero fue solo un anticipo. El sábado volverá a soplar las velas en compañía de su familia. Lo hará en el restaurante Zelai Zabal, en el templo culinario donde su amiga Benita Elorza Telleria es otra de las selectas integrantes de la cofradía de las tres cifras. Actualmente, en Oñati hay seis mujeres centenarias (tres de ellas ya tienen 101 años y una, 102), y otros dos hombres se sumarán al club el 29 de junio y el 7 de septiembre.