La derrota del Irudek Bidasoa Irun contra Logroño tuvo dos momentos especiales que trascienden a lo deportivo. Al final, las tradicionales despedidas a los jugadores que dejarán de formar parte del club la próxima temporada; y al descanso, el homenaje a la plantilla que logró en 1970 el primer ascenso a la División de Honor. Un sentido tributo que tuvo su colofón con la imposición de la insignia de oro y brillantes a José Luis Ausín, que lo ha sido prácticamente todo en el club y que fue uno de los últimos deseos del presidente de honor de la entidad, Beñardo García. Esa doble deuda quedó el domingo saldada.
Una veintena de nombres de los que alrededor de la mitad siguen vivos y que pudieron disfrutar del choque en las gradas de Artaleku. El descanso fue su momento. La megafonía fue dando el nombre de cada uno de ellos y uno por uno asomaron desde el portón de la salida de emergencia en una de las cabeceras de la pista.
Un listado que entre vivos y fallecidos incluye a Juan Miguel Arana, Javier Mendivil, Fermín Aramburuzabala, Ramón Gamón, José Luis Mariño, Fernando Celaya, Agustín Bernardo, Iñaki Álvarez, Julio Lerchundi, Santi Sorondo, José Luis Barandiaran, Rafael Baquero, Peter Leszinski (el primer extranjero de la historia del Bidasoa), Beñardo García y Roberto Amadoz como jugadores, José Antonio Apezteguía El Bullas como técnico, Eugenio Rodríguez como delegado y al entonces presidente Manolo López.
Aquel equipo perdió la promoción contra el Bofarull de Madrid, pero la renuncia de Altos Hornos de Sagunto abrió una plaza por la que pugnaron en campo neutral (Barcelona) Seat Madrid y el Bidasoa, que ganaría 10-16.
El club decidió sumar a otras dos personas de ilustre apellido sin el que aquel club de los años 70 hubiera sido muy diferente, caso de existir: Fernando Morondo y Román Morondo, sucesores de aquel bar-restaurante frente al Frontón Uranzu que hizo las veces de vestuario, confesionario y lo que fuera menester.
Cada homenajeado posó con su camiseta y con todos en el centro del campo, el presidente de la entidad, Gurutz Aginagalde, impuso a José Luis Ausín incluso para su propia sorpresa la insignia de oro y brillantes, decisión que saldaba “una deuda histórica” como se anunció por megafonía y en la que muchos veteranos coincidieron con la aportación de Ausín al club, donde solo le ha faltado ser presidente.
No solo eso, esta imposición era uno de las voluntades del presidente de honor del Bidasoa, Beñardo García, antes de fallecer en diciembre de 2023.
Cuatro despedidas
La emoción volvió a entrar en escena después del choque, ya que fue momento de despedir a los cuatro balonmanistas que dejarán de pertenecer a la disciplina guipuzcoana. El año que viene habrá otros jugadores como Tao Gey-Emparan y Asier Iribar que viajarán a Valladolid y Aranda de Duero, aunque en su caso, con billete de vuelta.
Así, el foco apuntó primero a Theodoros Boskos, que llegó de urgencia en agosto para suplir la baja de Tito Díaz. El griego pondrá rumbo a Centroeuropa “agradecido” de haber podido vestir la camiseta dorada, como declaró micrófono en mano.
Quien una lesión no le permitirá despedirse en la pista será el central Pedro Pacheco, quien recibió de manos de su compatriota Matheus Francisco da Silva la misma txapela que Boskos había recibido de manos de Marko Jevtic.
Algo más especiales fueron los adioses de Asier Nieto y Mikel Zabala. El lateral vizcaino también pone rumbo al balonmano francés y se mostró agradecido a todos los estamentos del club, desde el presidente al staff, pasando por sus compañeros en todos estos años, y a la afición.
El adiós más sentido tras siete años en la disciplina de Artaleku fue la del eibartarra Mikel Zabala.
Acompañado por una peña de familiares y amigos, que vestidos de perfecto amarillo fueron un foco de animación constante durante el partido contra Logroño, recordó las palabras que publicó tras conocerse su adiós y con Gurutz Aginagalde a su lado, confesó que había sido un “honor defender este escudo”.