“El ojo de la estación permitirá que el viajero no se sienta en una cueva”
El arquitecto donostiarra Javier Abal remata estos días un trabajo que inició hace siete años y que se ha convertido en una realidad. La estación de autobuses de Atotxa “sorprenderá” a sus usuarios.
Donostia - La estación de autobuses está a punto de finalizar su construcción. ¿Desde cuándo está trabajando Landabe Ingenieros en esta actuación?
- Empezamos a colaborar en 2008 con la empresa Fiark, que ganó el concurso de ideas, y después el Ayuntamiento sacó el concurso para la redacción del proyecto de ejecución, la dirección de obra, la construcción de la estación y la gestión. Ganó la UTE Intermodal Donosti y nosotros, Landabe Ingenieros, trabajamos con ellos. Hemos hecho el parking de la plaza de Cervantes, de la plaza de Cataluña... todo tipo de edificios, tanto subterráneos como no. Hubo dos años de parón cuando se pensó llevar la estación a Riberas de Loiola pero después retomamos la tarea. Ha habido continuos cambios y modificaciones pero llevamos mucho tiempo viendo crecer este trabajo, más de siete años.
¿Los edificios subterráneos lucen menos?
-Hemos intentado que la dársena de autobuses sea como si estuviera al aire libre, junto al edificio en el que se espera, aunque ambos sean subterráneos. Por eso hemos creado un óculo central por donde va a entrar el agua de lluvia, el viento, el frío... lo que, en cierto modo, va a convertir ese espacio en exterior. Este ojo tiene ocho metros de diámetro. De una pared a otra del edificio hay unos 60 metros en el lado estrecho, por lo que este óculo aporta mucha luz, además de contribuir a la salida de humo.
¿Le hubiera gustado tener más espacio para trabajar con mayor comodidad?
-No es cuestión de tener más o menos. Un edificio pequeñito puede ser tan interesante como uno grande. Yo creo que la gente se va a sorprender cuando entre. Intentamos que cuando los viajeros bajen al lugar también puedan disfrutar de la arquitectura del espacio, aunque sea funcional.
¿Esta estación está inspirada en la terminal de Pamplona?
-No, pero la realidad es que una estación de autobuses solo tiene dos posibilidades. O se aparcan los autobuses de modo central y la gente se mueve alrededor, como pasa en Pamplona y va a suceder aquí. O al revés, la gente va por el centro y los autobuses aparcan alrededor, como sucede en Bilbao. Por la situación en la que estamos, muy limitados por el río, las vías del tren y las viviendas, hemos optado por concentrar en un lugar el aparcamiento de autobuses y de coches y en otro, la zona de llegada de las personas, la cafetería, las consignas...
¿Los pilares de hierro que asoman al exterior quieren ser el símbolo de la estación?
-Hemos querido hacer unos pilares variables, que arrancan abajo con 70 centímetros de ancho y llegan a tener 1,40 en su parte superior. Tienen una inclinación vertical y radial, que quiere hacer referencia al movimiento de los autobuses. Son 16 pilares, que hacen el mismo movimiento que los vehículos; que tienen una intención. Se podía haber hecho más sencillo, pero pretendemos que, al ser un edificio enterrado, tenga algo que al viajero le haga sentir que no está en una cueva. El ojo es un multipilar, que forma parte de la estructura y que es lo único que se va a ver desde arriba. Los pilares están hechos de acero cortén exclusivamente.
¿Ha cambiado mucho el proyecto?
-Un proyecto es un elemento vivo y va creciendo y cambiando. Cuando se redactó el proyecto básico, la plaza de arriba estaba prevista de otra manera, más dura, con algunos elementos de jardín. Después ha habido constantes interrelaciones con el Ayuntamiento, con Obras y Proyectos y con Movilidad. Los de Mantenimiento, por ejemplo, nos señalaron que las jardineras eran muy costosas de mantener y se tendió a hacer un gran jardín central, que separará la zona por donde va el tráfico de la zona de paseo y estancia más tranquila. Va a haber arbolado y el paquete de tierra va a ser de entre 90 centímetros y 1,10 metros. Se va a hacer un relleno con tierra y va a ser todo verde en esta zona, no jardineras. Todos los que participan en este proyecto han ido haciendo sus aportaciones también en el interior.
¿Cómo va a ser la parada de taxis?
-Va a haber una zona de convivencia entre taxis y peatones justo frente a la estación de Renfe con un vial donde pueden girar y volver a ponerse en la cola. En la zona habrá también una batería de tres autobuses urbanos.
¿Qué dificultades principales tiene la obra?
-Básicamente, tener que hacer una excavación de tres plantas, pero como la dársena tiene una altura doble es como si fueran cuatro. Y que está al lado del río y al lado de la estación. Pero como acabamos de hacer cuatro plantas junto al mar en la plaza de Cervantes, es algo a lo que estamos acostumbrados.
¿Cuánta tierra se ha sacado del solar?
-Calculo que más de 97.000 metros cúbicos porque la planta de la estación es de 6.500 metros cuadrados y la altura es de 15 metros. Principalmente es arena y algo de limos.
¿Cuánta gente está trabajando en esta fase final de la obra?
-En torno a unas 50 o 60 personas. Empresas también hay muchas, más de diez.
Hay quien cree que la estación puede resultar pequeña. ¿Le hubiera gustado disponer de más espacio para crear el proyecto ?
-Se ha hecho un estudio de las necesidades y está calculado que con doce o quince dársenas es suficiente y va a haber 21. Es una estación bien dotada para esta ciudad. Es algo que se lleva solicitando años y años y al final puede haber opiniones para todos los gustos, pero la realidad es que vamos a tener una verdadera estación. Y creo que la gente se va a sorprender.
La federación de personas con discapacidad Elkartu ha criticado que la estación no tiene todas las dársenas adaptadas y dice que, por ello, no cumple la ley de accesibilidad. ¿Qué opina sobre esta crítica?
-Hemos tenido en cuenta las normativas y decretos vigentes, que hablan de la accesibilidad universal y de “ajustes razonables”. A diferencia de otras normas, no se concreta cuántos estacionamientos de autobuses tienen que ser aptos para sacar la plataforma de las sillas de ruedas. Cuando se construye un aparcamiento, no todas las plazas tienen que ser adaptadas. La ley dice que cada 33 plazas tiene que haber una adaptada. Y nadie dice que porque un estacionamiento tenga esta relación de plazas adaptadas no es accesible. La norma también dice que, por ejemplo, en las baterías de baños, de cada diez tiene que haber uno. Lógicamente, si todos los estacionamientos de un parking tuviesen que ser adaptados cabrían muchos menos. Si la ley concretara cuántas dársenas tienen que estar adaptadas en las estaciones de autobuses sería mejor, pero no lo hace.
¿Los itinerarios son todos accesibles?
-Por supuesto. Todas las personas tienen independencia para ser autónomas en esta estación. Todos los recorridos son aptos para todos, pero hay un número de dársenas con más espacio para poder bajar la rampa destinada a las sillas y hacer el giro. Y no en todos los viajes viene una persona que la necesita. En Vitoria, por ejemplo, se están usando dos dársenas para que los autobuses desplieguen la plataforma de las sillas y no hay quejas. En Pamplona se usa solo una. Aquí vamos ha tener nueve dársenas adaptadas y tendrían que venir hasta nueve autobuses a la vez con personas con movilidad reducida para que se puedan tener que usar a la vez. Y a eso se refiere la norma que habla de “ajustes razonables”. Hay que garantizar la accesibilidad universal y lo está. Es verdad que en el proyecto básico no se contempló pero se reformó. Pero también hay que decir que si se hacen todas las dársenas adaptadas, con más espacio entre ellas, igual no se cubren las necesidades de la población para la que está hecha la estación.
¿Si vienen más de nueve autobuses a la vez con sillas de ruedas?
-Pues tendrán que esperar un poquito, como sucede con todos los demás en distintas circunstancias.
¿Cuántos ascensores tiene esta estación?
-Tiene dos. Uno en la caseta de acceso y otro junto a las vías de Renfe, donde estaba la sociedad de amigos del ferrocarril. Este llegará desde la estación a la calle, donde se van a reponer las escaleras de acceso a la pasarela sobre las vías. Además, hay un tercero, que forma parte de la urbanización del Ayuntamiento, que era provisional pero que se mantendrá. Da acceso al pasadizo, que llega a la estación de autobuses pero no es propiamente de ella.
¿Qué aspecto va a tener el punto de acceso que se ve ya en el paseo de Francia?
-Ahora está en hormigón pero se va a recubrir de una chapa metálica perforada, que es igual a la de la dársena de los autobuses, y de vidrio. Aunque está todo enterrado, hemos querido distinguir la zona de estancia de los viajeros de la de aparcamiento de autobuses y coches. Si estuviera en la superficie sería igual: una zona de aparcamiento y otra para las personas, las consignas, la cafetería, los accesos... En el módulo de acceso se colocarán los letreros en vinilo. La caseta hará un guiño a la zona de embarque de personas, con los mismos materiales.
¿Qué ventajas tiene esta estación?
-Una que es importante es la cercanía del centro y de la estación de trenes. Y desde luego, es una estación en condiciones. Ahora mismo, por ejemplo, se puede hacer la conexión entre los autobuses y los trenes sin mojarnos. Se baja del autobús, se toman las escaleras mecánicas hasta la entreplanta de la zona de estancia de los viajeros, se accede directamente al pasadizo de Egia y, de ahí, por las escaleras o el ascensor, se llega a la estación de Renfe. Lo pueden hacer todas las personas, incluidas las de movilidad reducida. Cuando llegue el TAV, la conexión también será directa a la zona de estos trenes de alta velocidad.