El curso escolar todavía no ha arrancado pero los estudiantes universitarios ya saben lo que es enfrentarse a su primera reválida: buscar alojamiento, un auténtico quebradero de cabeza que sangra las economías familiares y adopta estos días diferentes formas: pisos compartidos que en Donostia rondan los 1.500 euros, residencias en Bilbao con un coste medio de entre 700 y 900 euros mensuales -que pueden llegar a superar los 1.400-, o bien la alternativa de desistir finalmente y cambiar de planes cubriendo a diario en transporte público, siempre que sea posible, el trayecto hasta el campus.
El inminente inicio del curso universitario pone de relieve la creciente problemática de alojamiento, algo que bien conoce Mireia Larragaña. Esta donostiarra de 19 años, estudiante de doble grado en la UPV/EHU de Publicidad y Relaciones Públicas, además de Periodismo, trasladó su residencia a Bilbao hace dos años. Su testimonio permite conocer el periplo habitual de muchos universitarios guipuzcoanos que se alojan al otro lado de la autopista durante su formación académica.
"El primero año decidí optar por ir a una residencia porque me lo habían recomendado, ya que consigues hacer un círculo de amigos. Así fue. Hice mi grupo de amistades de la residencia, pero como no nos pusimos a mirar con tiempo pisos, nos quedamos también en la residencia el curso pasado". Asegura que le ocurrió a mucha gente "porque para conseguir un buen piso hay que ponerse a mirar a partir de enero".
La opción de la residencia es, por lo general, más cara. "La media ronda 700-900 euros por mes, así que decidimos mirar alternativas para el año siguiente por la misma zona de estudiantes, entre Deusto, Sarriko y San Ignacio". Este curso que está a punto de iniciarse se presenta con novedades para Larrañaga porque por fin ha entrado piso. "No ha sido un proceso fácil. Empezamos a mirar sobre enero y no había mucha variedad. La mayoría de pisos en Bilbao son caros y pequeños. En nuestro caso teníamos claro que la importancia era que la zona estuviera bien conectada con la universidad y tuviera medianamente buena luz para estudiar. La mayoría de pisos tienen una sola habitación al exterior y algunas no tienen ni escritorio", asegura.
Los prohibitivos precios del entorno del campus guipuzcoano
El alojamiento a este otro lado de la autopista no es precisamente una alfombra roja. En Donostia hay estudiantes que llevan buscando alojamiento desde hace medio año, una vivienda de alquiler cuya renta media ha alcanzado en Gipuzkoa un máximo histórico de 880 euros, y que escala en Donostia hasta los 1.149 euros, un 8,3% más un año atrás.
Conviene tener en cuenta que se trata del importe medio en la capital, una ciudad pequeña pero de grandes contrastes. El mayor desembolso se impone precisamente en los barrios del entorno del campus de Ibaeta. En Aiete, por ejemplo, la renta media mensual de fianzas depositadas para el alquiler ronda los 1.341 euros (frente a los 1.000 de tres años atrás). En el Centro la mensualidad se sitúa en unos 1.227, en el Antiguo 1.263, al que siguen Ibaeta (1.176) o Gros (1.158), según los datos que recoge el informe publicado esta semana por el Colegio Oficial de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Gipuzkoa.
La EHU prevé iniciar en 2026 la construcción de la nueva residencia del campus de Gipuzkoa
Este miércoles el campus de Ibaeta era un páramo sin asomo de estudiantes. Apuran la recta final del verano a la espera de retomar las clases a partir del próximo lunes, 8 de septiembre. El silencio del aulario contrasta con la atronadora elocuencia de su tablón de anuncios, empapelado de reclamos en los que se ofrecen pisos de alquiler de lo más variado, desde grandes viviendas de cuatro habitaciones y dos baños en el centro de Donostia a hogares más modestos en los que hay disponible una habitación para completar una vivienda en la que ya están residiendo otras estudiantes.
“En todos los casos, son alumnos y alumnas que se tienen que enfrentar a los precios del mercado”, reconocen a este periódico desde Ostatu, el servicio de alojamiento del campus guipuzcoano que hace de intermediario entre los propietarios de las viviendas ofertadas y el alumnado. A este servicio se acercan particulares con deseo de alquilar sus pisos. En cartera hay actualmente algunos ubicados en la Avenida de Tolosa, en la Avenida de Zarautz o en la calle San Bartolomé. Inmuebles muy céntricos en una ciudad donde el precio de venta, según se ha conocido esta semana, se cotiza ya a 5.869 euros el metro cuadrado.
“No perdonan los precios de mercado, y nosotros ahí no somos más que meros intermediarios entre el alumnado y el propietario”. Reconocen desde este servicio que hay estudiantes que finalmente se retraen, obligados a rebajar sus expectativas, con todo lo que ello conlleva. De hecho, los precios desorbitados disuaden a muchas personas con menos recursos, con el consiguiente "peligro de perder talento".
La residencia del campus, ocupada al 100%
El campus guipuzcoano cuenta con la residencia universitaria Manuel Agud Querol. La ocupación de las habitaciones es del 100 % y existe además una "gran lista de espera". Este edificio, ubicado al comienzo del paseo de Berio, fue ampliado en 2012 y su número actual de plazas es de 424, "a día de hoy del todo insuficientes para atender la enorme demanda existente", según reconoce la EHU.
Además de la necesidad de alojamiento para el alumnado de grado, se ha detectado una creciente demanda por parte de estudiantes extranjeros adscritos a programas de movilidad que se impulsan desde la propia Universidad, a la que se añade el personal investigador, especialmente los que están iniciando su carrera en ese campo.
Es el escenario actual para el campus guipuzcoano, que ofrece por otro lado servicio de información sobre alojamiento en el que buscar y ofertar pisos y habitaciones para el alumnado. “Hay quienes estudiantes que se echan para atrás, y otros se aventuran a compartir un piso pagando por una habitación, pero la verdad es que todo es carísimo ya que al coste de la vivienda se suma el de la matrícula, la manutención, la luz y un sinfín de gastos”, reconocen desde Ostatu.
"No podemos hacer nada por ellos, se tiene que arreglar con los propietarios"
“Nosotros hacemos de intermediarios. Damos de alta y de baja una vivienda, atendiendo al propietario y facilitando que el alumno se pueda registrar. Parece un trámite cotidiano y bastante liviano, pero atendiendo a la trastienda de esta realidad de liviano no tiene nada porque el de la vivienda es un tema muy importante para el alumnado, y el problema es que no podemos hacer nada más para ellos. Somos meros tramitadores. Ellos y ellas se tienen que arreglar con los propietarios”, insisten desde el servicio.
Mireia, la estudiante donostiarra residente en Bilbao, explica que el proceso de selección de piso se hace a través de aplicaciones como Idealista. "En nuestro caso no hemos encontrado ningún piso que lo alquile un particular, es decir, todos pertenecen a agencias. Las agencias de pisos no están nada pendientes de los estudiantes, no proponen pisos y en general funcionan mal. Nosotras dimos el nombre en bastantes agencias y solo una nos preguntó a final de curso si teníamos piso para el año siguiente. De hecho, éramos nosotras las que llamábamos a las agencias pidiendo que nos enseñasen pisos porque cada día que pasaban quedaban menos", cuenta Larrañaga.
La vicerrectora del campus de Gipuzkoa, Juana Goizueta Vértiz, reconoció en una entrevista concedida a este periódico dos meses después de acceder al cargo que el de la vivienda era una de sus grandes preocupaciones. Un mes después -el pasado 16 de mayo- se hizo público que la universidad contará con una nueva residencia en Donostia -ubicada en el barrio de Berio, junto a la actual- que tendrá 200 habitaciones y un precio mensual que rondará los 650 euros. El proceso para la redacción ya ha comenzado y se espera que las obras comiencen el año que viene.
Se levantará sobre una parcela de 3.462 metros cuadrados, parte de la cual está libre y parte ocupada parcialmente por un pabellón de una planta destinado a Museo de la Educación, aulas y comedor universitario, que será demolido.
Otra residencia en Donostia
Entretanto, en torno al campus existen actualmente una docena de residencias y colegios mayores, cuya oferta continúa creciendo ante el actual mapa de necesidades. El lunes abrió sus puertas Stephouse, en el camino de Portuetxe de Donostia, un nuevo servicio para estudiantes en un inmueble que conserva parte de la estructura del edificio que ocupó la Distribuidora Farmacéutica de Gipuzkoa. Cuenta con 354 camas repartidas en 184 habitaciones, a un precio que oscila entre los 545 y los 1.099 euros al mes.
Dando de nuevo el salto al otro lado de la autopista encontramos el testimonio de la donostiarra Rakel Barrueco, madre de una joven de 17 años que se estrena este curso como estudiante en la Facultad de Ciencias de la Comunicación del campus de Leioa. La familia se ha decantado por una residencia, que abonan desde el lunes 1 de septiembre, por lo que estos días los padres se han desplazado al centro para ayudarle a trasladar todo lo que pueda necesitar. "Un piso en Bilbao, con una habitación, cuesta como mínimo 800 euros, hablando de los más modestos. Al ser el primer año preferíamos una residencia de estudiantes", confiesa la madre de la joven.
La familia comenzó a mirar alojamientos en febrero. "Y todo eso con la incertidumbre añadida de no saber qué nota iba a sacar, y si sería suficiente para lo que quería estudiar. Las residencias en Bilbao varían bastante de precio en función de si se coge con pensión completa o sólo alojamiento. Una residencia (habitación individual) con media pensión se te pone en 1.100 euros al mes". Dice Barrueco que se han decantado este primer curso por una habitación individual porque ella no conoce, por ahora, a nadie que vaya a estudiar en el campus. "Sin embargo, si optas por escoger sólo alojamiento, la más barata que hemos encontrado es de 632 euros, con pequeña cocina -sin equipar- y baño. Y para las comidas, pues no le va a quedar otro remedio que ir al supermercado".
"Se avecina una época de bastantes gastos"
La decisión final la adoptó la familia el pasado mes de mayo, y a partir de ahí comenzaron con los trámites. Una vez que le admitieron en la facultad -ya que afortunadamente sacó muy buena nota en selectividad- abonaron una fianza de 900 euros que será devuelta en julio o agosto del año que viene. "Se avecina una época de bastantes gastos porque también tenemos otros dos hijos en la universidad. Pero bueno, también conocemos a familias con tres hijos universitarios. El que no se consuela es porque no quiere", sonríe Barrueco, que cruza los dedos y espera que su hija haya encontrado para el segundo año amistades con las que compartir piso "y podamos ajustar un poco más el precio".
Se trata de un recorrido que ya ha hecho Mireia, dispuesta a iniciar su tercer curso. "La verdad es que nos ha salido muy bien de precio para lo que hay por Bilbao. El nuestro cuesta 1.550 euros entre cuatro. La media es de entre 1.700 y 1.800. Estamos pendientes de ver como está el piso y si se ajusta a lo apalabrado". Cuenta la donostiarra que la mayoría de estudiantes comienza en residencias los dos primeros cursos pero a partir del tercero "ya no queda casi ninguno". Últimamente, sin embargo, se observan estancias más prolongadas en las residencias ante la imparable subida de precios de los alquileres.