aia. Cuando se cumplen tres años desde que se creó la asociación Hi-tzez, ¿qué balance realiza?
El balance es muy positivo. Aparte de las mujeres baserritarras que nos reunimos habitualmente en Aia, recibimos llamadas de agradecimiento por expresar públicamente el malestar que ha estado silenciado durante generaciones y que hay que tener en cuenta para mejorar nuestra calidad de vida.
¿Por qué surgió Hitzez?
Nuestro objetivo es mejorar la salud de las mujeres rurales. Veíamos la necesidad de cubrir una carencia: atender a las personas que no acuden al ambulatorio o a los Servicios Sociales por considerar que su situación es normal y llevadera. Así, creamos espacios de encuentro para la formación, el debate y la reflexión.
¿Por qué es importante contar con una asociación de mujeres rurales?
Porque posibilita aglutinar el sentir y pensar a nivel colectivo, favorece el reconocimiento personal de una identidad como mujeres baserritarras, a la vez que sirve de interlocución a nivel social.
¿Por qué eligieron el nombre Hitzez?
Porque verbalmente es como nos relacionamos. A través de la palabra exteriorizamos nuestras emociones y sentimientos, y compartimos los sucesos de nuestra vida cotidiana.
¿Cuántas mujeres se han mostrado interesadas por la asociación?
Algunas acuden a nuestras actividades, otras llaman por teléfono buscando apoyo y para sentirse escuchadas. Tenemos una jornada anual organizada a nivel de Euskadi, a la que acuden mujeres de las tres provincias. El año pasado nos reunimos en Zarautz más de 100 mujeres baserritarras de muchos rincones de la CAV. Es agradable trabajar en red.
¿Cuál es el mayor problema de la mujer rural?
Las mujeres rurales sienten que hay unos intereses creados, de manera que favorecen a los hombres tanto a nivel familiar, como social, y ellas trabajan a diario para defender esos derechos. En muchos casos, sin recibir un simple agradecimiento.
¿Se puede mejorar su situación?
Sí. Uniéndose a otras para, a través de la formación y el debate, crear otros modelos de referencia, nuevos paradigmas que posibiliten un mejor sentir en el medio rural. Es necesario ese cuidado porque, sin mujeres, el medio rural carece de futuro.
A pesar de todo, ¿las mujeres del ámbito rural han mejorado su calidad de vida con respecto a las anteriores generaciones?
Indudablemente. Casi todas acudimos a cursos de formación, es importante destacar la labor que realizan las escuelas agrarias en este sentido, ahora también las asociaciones de desarrollo rural. La mujeres que nos precedieron no disponían del carné de conducir salvo excepciones, ahora la excepción es lo contrario. Accedemos a la titularidad de la explotación, cotizamos en la Seguridad Social y comenzamos a formar parte de las juntas directivas de las organizaciones. Nuestra presencia a nivel social es cada vez mayor.
¿Cuántas asociaciones similares existen en Euskal Herria?
Hay asociaciones en las tres provincias de la CAV, pero que trabajen directamente por la mejora de la salud de las mujeres rurales, únicamente nosotras. Nuestras actividades están coordinadas por profesionales del área de la medicina, psicología, enfermería, nutrición, osteopatía, y también de la sociología. Es una labor social muy importante. También formamos parte de la comisión consultiva de Emakunde. Es la primera vez que las mujeres rurales cuentan con una representación en dicha entidad.
¿Qué actividades han previsto para este año?
Seguiremos organizando conferencias, talleres, grupos de apoyo psicológico y salidas culturales, porque la salud es reflejo de un equilibrio y es necesario abordar diferentes ámbitos. De este modo, en febrero abordaremos la madurez en una charla en Urnieta y en marzo realizaremos una salida cultural. En mayo tendrá lugar la jornada a nivel de Euskadi en Zumaia, y en junio y en septiembre llevaremos a cabo unos talleres. Asimismo, seguiremos acudiendo a un grupo de apoyo psicológico en la casa de cultura de Aia con el psicólogo Iker Arrizabalaga.