La cooperativa Erreka de Antzuola celebra este noviembre su 60 aniversario. El fabricante que comenzó como un taller de tornillería en Bergara es ahora un importante grupo industrial con tres unidades de negocio y presencia internacional. Su director, Antton Tomasena, hace un repaso por su recorrido con atención al futuro.

¿Qué momentos destacaría de la trayectoria de la cooperativa?

-El primero se sitúa en 1970, cuando entró en el Grupo Mondragon, lo que marcó su trayectoria. Sus cooperativas se convirtieron en los principales clientes y ganó cuota de mercado. En esos años se creó la actividad de plásticos para dar respuesta a Fagor Electrodomésticos y se ganó en soporte financiero e internacionalización, además de incorporar seguros sociales. El siguiente data de 1983, cuando se introdujo la línea de automatismos y se inició la fabricación de puertas. Otra fecha que destacaría es 2001 con la apertura de la fábrica de México. Nos costó mucho sacarla adelante, hasta 2010 fueron años muy duros, pero desde 2011 hasta ahora es la planta que más ha producido.

¿Qué es Erreka hoy?

Una cooperativa que factura algo más de 60 millones de euros anuales, con 462 empleados y seis plantas productivas. Dos están en Bergara, otra en Antzuola, y en el ámbito internacional en México, Chequia y China. Además, tenemos delegaciones comerciales propias en España, República Dominicana y Reino Unido.

¿Cuál es su actividad?

-Tenemos varias unidades de actividad. Una está relacionada con los elementos críticos de fijación muy focalizados en los sectores eólico, minería, ferroviario e infraestructuras. Otra se centra en los componentes de polímero de alta complejidad para los sectores de la automoción y de la salud. También fabricamos accesos automáticos y su gestión, es decir, producimos puertas y ventanas pero también nos ocupamos de su mantenimiento. A esta actividad hemos incorporado una línea que nació de una startup que se llama Erreka Care.

¿Cómo contribuye Erreka al sector de la salud?

-Ofrecemos un sistema de grúas dirigido a personas con un alto grado de discapacidad con un procedimiento digitalizado, que está muy enfocado a hospitales y domicilios. Queremos ampliar esta actividad y desarrollar una unidad de negocio con un catálogo más amplio que también contemple otros grados de discapacidad. Es una nueva unidad en el entorno de la silver economy que se inaugurará el próximo año.

Erreka ha aprobado un Plan Estratégico 2021-2024. ¿Cuáles son sus ejes?

-Los principales son la diversificación y la innovación abierta, pero también tiene un peso importante la sostenibilidad tanto financiera como en inversiones, el desarrollo de talento y la digitalización. En cada uno de estos planos hemos realizado una serie de actuaciones para alcanzar los objetivos.

Ha citado el talento. ¿Resulta complicado encontrar perfiles adecuados?

-Sí. Tenemos potentes perfiles industriales, pero nos faltan matemáticos, telecos... No es fácil captar perfiles cualificados y además traerlos al valle del Deba, pero marcaremos un estilo basado en la agilidad y flexibilidad de la organización para que Erreka les resulte atractiva.

En la actualidad se plantean problemas como los altos precios de la electricidad y la escasez de componentes. ¿Cómo se ve afectada la cooperativa?

-Al igual que el resto de sectores económicos, estamos notando sus consecuencias y la situación es grave. El precio de la materia prima se ha multiplicado por tres y nos resulta muy complicado repercutir esa carestía en nuestros productos. En el caso del encarecimiento de la electricidad, lo cierto es que al no ser una industria electrointensiva de momento no nos vemos muy afectados y esos costes los tenemos bastante controlados. Pero preveo una subida espectacular el 1 de enero del próximo año. Se están produciendo muchos cambios y todos estamos muy pendientes de ellos.

¿Qué ha aprendido Erreka de la pandemia de coronavirus?

-Por un lado, nos ha obligado a acelerar el plan estratégico e intensificar los modelos de diversificación para adaptarnos a un mundo que será muy diferente en el actual, caracterizado por la movilidad sostenible, la digitalización, la sensórica... Además, las demandas de las empresas han cambiado. Antes nos pedían una pieza al mejor precio y con la mejor calidad, pero ahora lo que necesitan es todo el sistema. Eso exige mucha ingeniería y profundizar en sistemas de conexión. A su vez, esas máquinas generan datos y hay que diseñar sistemas que sepan gestionarlos. Otro de los cambios que ha traído la pandemia es una nueva concepción del modo de trabajar hacia modelos más híbridos. Nos hemos dado cuenta de que se puede llevar un negocio sin la necesidad de estar presente en todo momento.

¿Qué previsiones tiene la cooperativa para 2022?

-Será un año durísimo, creo que con estos niveles de inflación y las dificultades de abastecimiento entre otros problemas la crisis va a llegar. Sin embargo, dentro de ese mercado en crisis Erreka va a crecer y aumentará sus ventas un 11%.

¿En qué basa esta estimación?

-Por un lado, los accesos constituyen una actividad que está en pleno crecimiento y nosotros estamos ganando cuota de mercado gracias al amplio recorrido que tenemos en esta línea. Además, nuestra fábrica de México nos está aportando mucho en el ámbito de la automoción, donde trabaja para las principales empresas de vehículos de alta gama como Tesla o BMW. Por otra parte, en México hay compañías de inyección de plástico que han quebrado y nosotros cogemos su cuota de mercado. Las áreas donde consideramos que vamos a crecer son la de accesos, automoción, fijación y salud, tanto en Europa como en Norteamérica.

Uno de los ejes estratégicos que ha mencionado es la diversificación. ¿En qué se concreta?

-Nuestra reflexión es que en nuestra trayectoria hemos adquirido conocimiento en sectores muy exigentes. ¿Por qué no ir a otros? No nos planteamos negocios disruptivos, sino entrar en otras actividades con los mismos niveles de exigencia.

¿A qué sector mira Erreka?

-Al de la salud. Hace un año iniciamos una colaboración con una startup vasca adquirida por una multinacional norteamericana que ha crecido mucho y se dedica a la fabricación e industrialización de dispositivos de testeo, con aplicaciones en otros sectores. Es una de nuestras grandes apuestas y para ello hemos realizado inversiones en salas blancas y equipamiento.

¿En qué se emplearán?

-Nuestro valor es desarrollar productos para grandes actores mundiales que no tienen capacidad de industrialización. Comenzamos a tener proyectos para el próximo año.

También habla de innovación abierta.

-Queremos ampliar la propuesta de valor de nuestros productos, y eso implica investigación, pero en lugar de crear un departamento de tecnología con muchos empleados, optamos por mirar a nuestro entorno.Para ello trabajamos con agentes punteros como Tekniker, Tecnalia, Ikerlan y Vicomtech, además de mantener un contacto continuo con BIC

Gipuzkoa para conocer los nuevos proyectos que llegan.

Otros de los ejes estratégicos hace referencia a la digitalización. ¿Cómo la contempla?

-Es un eje transversal. Necesitamos a personas digitalmente competentes, pero también procesos que estén digitalizados por completo e incorporar sistemas de ciberseguridad para hacer frente a los nuevos retos que se presentan.

¿Qué inversión requerirá esta apuesta de futuro?

-Contemplamos inversiones de entre 21 y 24 millones de euros. Parte de ellas serán las habituales, más 13 millones que se destinarán a nuevas actuaciones en innovación y digitalización, con un peso importante del sector de la salud.