- En la mesa de la Administración vasca hay 270 millones de euros para cubrir pérdidas por covid de empresas y autónomos, pero la mayor parte del dinero va a quedarse sin asignar. Los requisitos para acceder a estas ayudas, que incluyen haber contraído una deuda formal con bancos o proveedores para superar la pandemia, dejan fuera por ejemplo a aquellos pequeños propietarios que sacaron adelante el negocio a través de ahorros propios o de familiares. A apenas dos semanas para que concluya el plazo, las solicitudes en marcha no superan las 5.000 cuando se esperaban más de 35.000 sin que los últimos cambios en la normativa estatal vayan a suponer un revulsivo.

El propio consejero vasco de Hacienda y Economía, Pedro Azpiazu, ha llamado la atención sobre las dificultades que tienen muchas pymes para cumplir con los requisitos de acceso a estas ayudas y ha solicitado al Gobierno español su revisión. Se trata de una línea de incentivos activada desde el Ejecutivo de Madrid, aunque gestionada en la CAV, y de ahí que la modificación de requisitos tenga que producirse a nivel estatal. El Ejecutivo vasco reforzó la partida inicial de Madrid, que era de 217 millones, con 50 millones extra que están sin tocar a día de hoy (el plazo se amplió del 30 de julio hasta el próximo 30 de septiembre).

“Se diseña una ayuda sin tener en cuenta cuál es el día a día de los autónomos”, lamenta Silvia Martínez, de la asociación UPTA-Euskadi. El problema principal, explica, es que una parte muy limitada del sector ha sellado préstamos bancarios o arrastra deudas con proveedores durante la crisis del covid. En el primer caso porque el respaldo financiero está reservado “a los negocios más solventes”, señala, algo difícil de demostrar en tiempos de pandemia. Por otro lado, arrastrar deudas con proveedores durante meses “te aboca al cierre”. “Es imposible mantener la actividad si no pagas a los proveedores”, dice Martínez.

Hay fórmulas alternativas para poder demostrar que se ha incurrido en un endeudamiento, como dejar un reflejo en la contabilidad a través de los beneficios o haber dado formalidad a los préstamos de familiares o amigos, pero para muchos siguen sin valer. “La gran mayoría de autónomos han tenido que tirar de ahorros para poder mantener la actividad”, insiste Martínez, que defiende que para poder cobrar debería ser suficiente con demostrar que se ha perdido facturación de manera relevante.

En este sentido, salvo los autónomos con régimen de IVA simplificado (en estos casos la cuantía no rebasa los 3.000 euros), el resto de pymes deben acreditar una caída de ventas en 2020 de al menos el 30% para pedir la ayuda (aquí la inyección va de 4.000 a 200.000 euros en función del tamaño y las pérdidas).

Sobre este punto ponen el foco precisamente desde Euskaldendak, que cuenta con unos 7.000 comercios asociados. Fuentes de la asociación explican que muchos negocios se han quedado fuera de la ayuda pero no tanto por el problema de la justificación de la deuda sino más por no haber caído en ventas tanto como un 30%.

La situación que ha vivido el sector en la pandemia, sin ser ideal, no ha sido tan dramática como la de otras ramas como la hostelería. De ahí que los pequeños comercios hayan sufrido bajadas más suaves en su facturación, “en el entorno del 15%”, y por tanto queden fuera del incentivo. “Entendemos que la ayuda es para el que la necesita pero el listón del 30% sí nos parece excesivo”, señalan en Euskaldendak.

Por otro lado, hay coincidencia entre las asociaciones en que la cuantía para el autónomo clásico, de 3.000 euros, es escasa. En cuanto al destino de esos fondos, las empresas beneficiarias deben cubrir en primer lugar el agujero con proveedores y con bancos para poder atacar en último lugar los costes fijos.

Boni García, presidente de la Asociación de Hostelería de Bizkaia, afirma que “las ayudas no son proporcionales a los problemas que hemos tenido para trabajar”. Como es lógico, en el caso de los negocios hosteleros no hay dificultades para demostrar pérdidas de ingresos del 30% dadas las enormes limitaciones que se han fijado en este sector, pero de nuevo las realidades particulares chocan con la configuración de la ayuda porque no hay contraída una deuda formal.

“Hemos gastado nuestros ahorros personales y los de nuestras familias para poder pagar los gastos. Ahora muchos piensan que no tendríamos que haber sido tan buenos. No tendríamos que haber pagado”, señala García. “Deberían ser más flexibles y más generosos con las ayudas. Hemos sido responsables, hemos intentado pagar pese a estar cerrados y ahora nos penalizan por ello”, critica.

Euskadi ha dado otro paso este viernes en la relajación de las restricciones -se reabre el ocio nocturno, se amplía el horario y se aumenta el aforo y el número de comensales por mesa en bares y restaurantes- que, sin duda, va a dar oxígeno a la hostelería. “Menos mal que en verano hemos recuperado algo, porque la gente está muy desanimada. Creo que hemos sido leales con la sociedad, hemos sido respetuosos con las medidas y hemos protestado cuando había que hacerlo de manera pacífica a pesar de la situación tan dura que hemos vivido”, traslada el presidente de los hosteleros vizcainos.

“Se ha diseñado una ayuda sin tener en cuenta cuál es el día a día del autónomo”

Secretaria general UPTA-Euskadi