Donostia. La decisión de Iberdrola de solicitar el cierre de la central térmica de Pasaia va a suponer que el territorio de Gipuzkoa se quede sin ningún centro de generación energética, con lo que tendrá que depender de otras infraestructuras cercanas como la planta de ciclo combinado de Castejón (Navarra) y de la central nuclear de Garoña (Burgos).

Aunque las razones que ha argumentado Iberdrola para solicitar la clausura, como pueden ser, por ejemplo, la obsolescencia de sus instalaciones que datan de 1967, a pesar de que, recientemente, el Gobierno Vasco le había dado permiso para poder seguir funcionando durante diez años más, o la apuesta por las energías más limpias y respetuosas con el medio ambiente, lo cierto es que detrás de esta decisión pueden existir razones de rentabilidad económica, ya que el carbón, con la desaparición de las primas del Gobierno español, se ha convertido en una materia prima cara.

Esta supresión de las ayudas por parte del Ministerio de Industria, aunque la decisión ya se había tomado en la época del Gobierno Zapatero, añadida al alza de precios de la tonelada de carbón que supera los 96,77 euros, a lo que hay que sumar el coste actual de ocho euros por tonelada de CO2 emitida, han puesto en cuestión la continuidad y la rentabilidad de una central ya amortizada.

En principio se han disparado los costes de generación en comparación con la de otras tecnologías, como el gas del ciclo combinado. La central térmica de Pasaia que tiene una potencia instalada de 217 megavatios/hora, puede generar un poco más allá del 25% de la energía eléctrica que consume Gipuzkoa.

Por otro lado, las reservas que Iberdrola tiene de gas y el bajo coste que tiene la producción de electricidad a partir de esa materia prima hace que la operadora eléctrica vasca se haya decantado por activar la producción de las centrales de ciclo combinado, como es el caso de la de Castejón, desde donde se suministrará a Gipuzkoa, una vez que Pasaia, probablemente en cinco o seis meses, deje de funcionar.

La ausencia de otras alternativas generadoras eléctricas como pueden ser las renovables, en concreto, las minihidráulicas, eólicas, fotovoltaicas, termosolares y marinas, que tienen una testimonial capacidad instalada de 80 megavatios y las no renovables, es decir, las de cogeneración que aportan 116 megavatios, hacen de Gipuzkoa un territorio no autosuficiente y dependiente en lo que a energía se refiere.

incineradora En el futuro, desde el Gobierno Vasco se contemplaba también la producción de electricidad que iba a generar la incineradora de Zubieta, un proyecto que está hoy en cuestión, y que, por supuesto, no iba a servir para compensar 217 megavatios que va a dejar de producir Pasaia.

Expertos del sector de la energía, consultados por NOTICIAS DE GIPUZKOA, han puesto de relieve que está situación era previsible y que se ha dejado pasar el tiempo sin que se haya tomado una decisión para buscar nuevas alternativas, teniendo en cuenta que la central de Pasaia tenía fecha de caducidad ya que la concesión en el puerto expiraba en el año 2022.

"La demanda de energía eléctrica de Gipuzkoa por su tejido industrial, la cercanía a la red francesa con la que está conectada, y el mallado actual del territorio son argumentos más que suficientes para justificar una nueva generación eléctrica", manifiestan esos expertos.

Las consecuencias de la desaparición de la central térmica de Pasaia aunque no tendrá efecto en el suministro eléctrico al territorio, si tendrán su traducción económica, en primer lugar, en los tráficos de los puertos de Pasaia y Bilbao, donde se descarga el carbón. En concreto, en la capital vizcaina, por partida doble, ya que el mineral que descarga en sus muelles luego es cargado en cabotaje con destino a la dársena guipuzcoana, debido a las dificultades de su bocana para entrar barcos por encima de las 180.000 toneladas.

De esta forma, la desaparición del tráfico de carbón en el puerto de Bilbao con destino a la central de Pasaia supondrá un total de 800.000 euros al año, ya que hay que contabilizar la entrada y salida de la mercancía, mientras que para la dársena guipuzcoana el efecto se contabiliza en 300.000 euros anuales. A esta cantidad hay que sumar el millón de euros que la Autoridad Portuaria de Pasaia va a dejar de percibir por tasas de concesión y ocupación de los muelles.

impuestos El Ayuntamiento de Pasaia también se verá afectado al dejar de ingresar por diversos tributos alrededor de 172.000 euros, a lo que hay que sumar el efecto que tendrá en la Hacienda Foral al desaparecer el IVA y otros impuestos que genera la producción eléctrica de la central de Pasaia.

El tráfico de carbón para la térmica de Pasaia supone el 12% del total de las mercancías que mueve el puerto guipuzcoano. Curiosamente, en los últimos meses la llegada de este mineral había aumentado como consecuencia de la sequía que se ha registrado en algunas zonas del Estado. El año pasado la descarga de carbón en la dársena pasaitarra registró un descenso importante, ya que las instalaciones hidroeléctricas estaban al máximo de su producción por la gran cantidad de agua embalsada de que disponían.