Donostia. Las tres cajas de ahorros vascas dieron ayer un paso definitivo de cara a su integración. De momento, se unirán en una fusión fría desde el punto de vista técnico con vocación de avanzar hacia escenarios más ambiciosos que les permitirá mantener su estructura local en cada territorio tras traspasar su negocio financiero a un nuevo banco. La obra social continuará adscrita a la marca histórica -Kutxa, BBK y Caja Vital- mientras que el músculo económico y previsiblemente las participaciones industriales de cada caja quedarán englobados en un núcleo reforzado y con mayor potencial de inversión.
Han sido los propios presidentes de las cajas los que, al margen de presiones políticas, han liderado el pacto de intenciones que permitirá por fin crear un gran banco vasco, con unos activos de cerca de 80.000 millones de euros, ligado a la CAV y a la generación de riqueza para sus ciudadanos y empresas. La anhelada integración conformará el quinto grupo de cajas del Estado y contará con más de 900 oficinas.
Será una herramienta clave en la salida de la crisis. El Banco de España fue informado ayer y tiene que dar luz verde al proceso. Tras ese trámite, que no debe generar ningún sobresalto, las asambleas tendrán que aprobar la alianza. El visto bueno que recibió la fusión con diferentes matices por parte de los partidos es garantía de su viabilidad. La votación en asamblea se producirá en una plazo cercano a un mes.
Las entidades financieras informaron del preacuerdo en una escueta comunicación a la Comisión Nacional del Mercado de Valores que revela el carácter inicial del pacto, en el que queda todo por definir. Según ha podido saber este periódico, una vez aprobado el modelo escogido por el Banco de España, se iniciará una negociación de carácter más técnico en el que se concretará el equilibrio de fuerzas en el nuevo banco, que todavía no tiene nombre. En esa línea, la entidad que aglutinará el negocio bancario de las tres cajas estará gobernada por un equipo que reflejará que es fruto de una alianza a través de un organigrama horizontal con las presidencias y vicepresidencias que se juzguen necesarias.
El tamaño de la caja vizcaina duplica a día de hoy la suma de la alavesa y la guipuzcoana juntas, después de la adquisición de la cordobesa CajaSur, un aspecto que podría condicionar el modelo y ser objeto de debate.
La negociación ajustará asimismo cómo se canalizan los flujos del capital destinados a obra social, que seguirá siendo en torno a un 30% de los beneficios. También se estudiará la posibilidad de que el nuevo banco salga a bolsa y reparta dividendo entre sus accionistas, si bien es un tema que puede quedar aparcado en el arranque.
Todas ellas son cuestiones que se cerrarán con criterios estrictamente económicos. Lo que es evidente es que las cajas vascas cambian de ciclo y se instalan en un escenario en el que, además de mantener el compromiso con su territorio de referencia a través de la obra social, deberán someterse al dictado de los mercados. "Este proyecto no tendrá sentido si no cuenta con la confianza de los mercados", aseguraron ayer fuentes conocedoras del proceso, que destacaron que el actual entorno financiero "exige tamaño además de solvencia". El banco resultante tendrá una dimensión mediana y no se descartan nuevas operaciones que permitan seguir creciendo.
La vocación del acuerdo -"el único posible debido al veto político" a la fusión en caliente, según los agentes citados- es sembrar una simiente para que se produzca una integración real lo antes posible. Asumiendo la doctrina mal menor igual a bien posible, los tres presidentes de las cajas -Xabier Iturbe, Mario Fernández y Carlos Zapatero- han mantenido las últimas semanas reuniones discretas en las que han perfilado la alianza, basada estrictamente en criterios financieros y alejada, por tanto, de las tensiones políticas que han frustrado todos los intentos anteriores de fusión.
Respaldo político Los partidos reconocieron el esfuerzo con valoraciones positivas que dan vía libre por fin al proceso. El PNV, que había mantenido silencio las últimas semanas para que llegara a buen puerto la negociación de los presidentes de las cajas, calificó como una "gran noticia" el preacuerdo. El presidente del GBB, Joseba Egibar, afirmó ayer, antes del anuncio de fusión, que "la apuesta por sumar y multiplicar" será "bienvenida".
El dirigente abertzale destacó que Kutxa, BBK y Vital son "las cajas más solventes de todo el Estado" y "deben hacer un esfuerzo de integración".
Por su parte, el Gobierno Vasco mostró su "satisfacción" por el acuerdo, que cuenta con un amplio respaldo. Desde el PSE, su portavoz, José Antonio Pastor, se felicitó por un acuerdo que pone en evidencia que es posible lograrlo "en tiempo récord" cuando se deja trabajar a sus presidentes "con criterios profesionales y sin interferencias".
Iñaki Oyarzábal, por otro lado, aseguró que su partido permanecerá atento a la letra pequeña de la alianza aunque en principio todo apunta a que se respeta su principal exigencia, que cada caja mantenga su personalidad propia. Rafael Larreina (EA) advirtió de que la "bancarización" de las cajas puede ir en detrimento de su función social y Aralar consideró "insuficiente" la fusión y criticó la bancarización de las cajas vascas.
Confebask aplaudió que las entidades financieras vascas se hayan puesto de acuerdo "en hacer algo en común".