"Por querer a Donostia y por su aportación a la cultura universal", la escultora Cristina Iglesias recibió ayer en el salón de Plenos del Ayuntamiento de Donostia el Tambor de Oro de la ciudad que dedicó a su hermano Pepelu, fallecido, al igual que su madre, Maritxu Berridi, que le enseñó "su amor tan grande por esta ciudad". Emocionada y reivindicando sus raíces, Iglesias también deseó "que 2016 convierta Donostia en un referente del arte contemporáneo en el mundo". El acto, presentado por el periodista Juan Carlos Etxeberria y que contó con la presencia de más autoridades y representantes políticos que de costumbre, arrancó con la tradicional Diana a cargo de los tambores y barriles de la Unión Artesana y con un vídeo de presentación de Iglesias, en el que ella misma y personas cercanas hablaban de la artista, de su obra y de su relación con la ciudad: "Es totalmente koxkera, nació en la calle Narrika y eso no lo ha olvidado". Resaltaron su conexión y la de su obra con la naturaleza, "su rotundidad y fragilidad" y su capacidad para "construir lugares que hacen sentir". "Espero estar a la altura y ser una buena embajadora de esta ciudad", afirmó Iglesias desde la pantalla. Tras el vídeo, fue el exministro socialista Ángel Gabilondo el encargado de la glosa que precedió a la entrega del tambor. "¡Qué apuro!, Eso es lo primero que me dijo, y que le daba pena que no viviera su ama, donostiarra de pura cepa, porque le habría hecho mucha ilusión". Gabilondo destacó que la obra de Iglesias crea "espacios de justicia y libertad para una vida digna". Se acordó del que fue su marido, el también escultor Juan Muñoz, y remarcó que Iglesias "ha nacido y nace y renace cada vez en San Sebastián". El alcalde, Eneko Goia, que se estrenaba en este papel este año, tomó la palabra para incidir en que Iglesias "siempre se presenta como donostiarra". "Las habitaciones de la casa de su amona en la calle Narrika, sus espacios de la infancia y de la ciudad alimentan su deslumbrante capacidad de creación", afirmó, al tiempo que destacó "la clara voluntad" que hay en su obra "de situarse en el mundo" y las "experiencias de humanidad que son sus obras". "Cristina, esta ciudad tiene una deuda contigo y sabremos saldarla con una obra que dediques a esta ciudad", prometió el alcalde antes de acabar: "Esta ciudad te reivindica orgullosa: Bazera, zu ere bai". Iglesias subió al estrado y recibió el tambor de manos de Goia al ritmo de los sones de Iriyarena sin poder evitar balancearse al compás de los tambores y barriles de la Unión Artesana, acompañada también por unos cuantos pies y manos que no se resistían y marcaban el ritmo entre el público. Presentes y ausentes Lenguaje vivo Iglesias tomó la palabra para agradecer a la ciudad el galardón y reivindicó el arte "como un lugar de encuentro, como un lenguaje vivo capaz de construir". También se acordó de su equipo de trabajo y de su familia, presente en la sala. Emocionada, sus últimas palabras fueron, precisamente, para los ausentes, su hermano y su ama. El acto concluyó con la Marcha de San Sebastián que cantaron muchos de los presentes (también la propia Iglesias) y con la tradicional foto de familia de la premiada con las autoridades presentes en el acto. Además de los portavoces del resto de grupos políticos y los concejales del Ayuntamiento, acudieron el diputado general, Markel Olano; la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejería; la de las Juntas Generales, Eider Mendoza; la consejera de Cultura, Cristina Uriarte y su viceconsejero, Joxean Muñoz. Asimismo, estaban presentes el ministro español de Asuntos Exteriores, Javier García Margallo; así como los líderes del PSOE y el PSE-EE, Pedro Sánchez e Idoia Mendia.
"Donostia tiene una deuda contigo y sabremos saldarla con una obra que dediques a esta ciudad", afirmó el alcalde, Eneko Goia