- El grito de Erik Jaka rompió el silencio del frontón Bizkaia. Fue un grito para soltar toda la tensión de una final con el desenlace agónico. En ese grito también hubo algo de dolor debido a una molestia en su pierna que le hizo acabar el choque cojeando. Pero sobre todo hubo alegría. Una felicidad inmensa por formar parte de la historia de la pelota y convertirse en el campeón del Manomanista. En la final sin apostadores, los pronósticos apuntaron a Jokin Altuna. La experiencia era una baza a tener en cuenta. Seis finales contra una. Estadísticas y números que decidió romper el lizartzarra. A la primera oportunidad se caló la txapela e hizo suyo el colorado. En un campeonato vivido a toda velocidad, Jaka arrancó en la primera ronda, creció con el paso de los partidos y en menos de un mes es el nuevo campeón. Ahora, con la calma posterior a la victoria, será el tiempo de celebrar y asimilar su entrada en el selecto palmarés del Manomanista.

El 22-20 final sentenció el partido a favor de Jaka. Solo dos tantos para diferenciar la gloria de la decepción. Pero ese resultado no fue un reflejo fiel del choque. El desequilibrio en el juego fue mayor que los cartones levantados. El delantero de Lizartza fue mejor. Dominó el choque de principio a fin. Jaka rompió el guion de Altuna. Le hizo moverse y estar siempre incómodo. Acertó a la hora de acabar y en defensa enseñó un estado de forma espléndido. Solo flaqueó en los instantes finales y el amezketarra cerca estuvo de remontar. Pero en la final de ayer Jaka fue el mejor y una parada al txoko le dio la merecida txapela.

La iniciativa es el santo grial del mano a mano. Ansiada por todos los pelotaris en cada partido. El bastón de mando es una garantía de éxito en el juego de hoy en día. La incansable defensa ayuda, pero solo con ella ya no se pueden ganar partidos. Sin dominio no hay gloria. Y en la final de ayer el mando fue de Jaka. El delantero de Lizartza fue capaz de llevar el tanto a su terreno en la mayoría de las jugadas. Altuna, pese a que en fases del choque dejó muestras de su capacidad para alargar el golpe, no encontró continuidad en su juego y eso le hizo estar incómodo. Además, esos remates con sello propio, aquellos con los que es capaz de desatascar cualquier jugada, aparecieron con cuentagotas.

Jaka convirtió los nervios de la primera final en una tensión positiva. Con las ideas claras desde el inicio y un 5-0 para presentar su candidatura a la txapela. Los dos pelotaris buscaron mandar en los primeros tantos y arriesgaron para tratar de estar el menor tiempo posible en una situación complicada. En ese intercambio inicial, Jaka supo mover a Altuna, que entró al partido frío, sin la chispa mostrada durante este campeonato. Eso hizo que el amezketarra fuera a remolque todo el partido y solo varios destellos de calidad le permitieron aguantar en el marcador. Pero a partir del 9-7, Jaka despegó. Sin errores y con unas piernas muy rápidas que le hicieron salir de los escenarios más comprometidos y convertir los remates de Altuna en contraataques.

con sufrimiento

El campeonato de Jaka es el Manomanista del crecimiento. De sufrir en la primera ronda ante Bakaikoa a mejorar cada partido y llegar a la final con una exhibición de juego contra Elezkano. La historia se repitió en el Bizkaia. Con cada pelotazo fue a más. Sin apenas errores en el juego a bote y letal con el remate. Altuna no pudo reaccionar y vio cómo la final empezó a escaparse de sus manos. El lizartzarra también mostró fortaleza mental. Con el 17-11, falló una dejada con todo a su favor y en el siguiente tanto mandó la pelota al colchón superior. Descansó en la silla y se olvidó de los errores. Jaka recuperó su juego y se marchó hasta el 21-14. Pero una txapela del Manomanista no está exenta de sufrimiento. Hasta el último cartón todo puede pasar y Jaka, lastrado por molestias en su pierna, tuvo que sufrir hasta el final. Un atípico dos paredes devolvió el disparo inicial a Altuna y el amezketarra encadenó cuatro saques consecutivos y un tanto de manual para poner el 21-20. En ese desenlace agónico, Jaka encontró el aire en un saque que Altuna no logró cruzar. Cogió el mando del partido y con una parada al txoko consiguió el tanto para convertirse en el nuevo campeón.