a incógnita sobre cómo le habría respondido la rodilla siempre quedará ahí. Y es que la temporada de Mikel Aristi venía marcada por unas inoportunas molestias en la articulación. Pero tampoco resulta descabellado pensar que, a estas alturas, el bergararra podía haber protagonizado ya la primera victoria de la campaña para el Euskaltel Fundación Euskadi, de no mediar la crisis del coronavirus. La Volta al Alentejo que debía haber concluido el pasado fin de semana era el primer gran objetivo del curso para este rápido ciclista de 26 años, a cuyas características favorecían las llegadas masivas de la ronda portuguesa. En 2019, Aristi había protagonizado un importante salto de calidad, logrando dos victorias con el maillot del desaparecido Murias. Ahora, por el momento, solo puede ejercitarse sobre el rodillo de casa.

"Es algo muy monótono. Y a mí se me hace especialmente duro. No consigo sentirme cómodo. Mis entrenamientos así no son del todo buenos", reflexiona el bergararra desde su domicilio, donde a estas alturas, tras semana y media de confinamiento, ya ha probado casi de todo. "Divido los días en dos sesiones. A veces entreno por la mañana y por la tarde. Otras, hago una hora en ayunas al levantarme y repito al mediodía. Me he entrenado dentro y con las ventanas abiertas. También lo he hecho en el balcón". Aristi completa siempre el trabajo que le encarga su preparador. "Nos pone unos objetivos que hay que cumplir. Pero yo mismo me pongo mis propias metas a nivel personal: quiero sentirme bien, pasar esto manteniéndome activo y cuidándome, para luego volver a la carretera con hambre de bicicleta. No tendría sentido machacarme ahora para que después nos den luz verde y estar ya con ganas de vacaciones".

¿A qué se refiere con eso de "machacarse"? Las circunstancias de las sesiones con rodillo condicionan la respuesta a la pregunta. "Un entrenamiento de dos horas en la carretera es una cosa muy suave. Dos horas en casa, en cambio, suponen una buena paliza. Sudas mucho. Te deshidratas", explica Aristi, destacando uno de los motivos que le han llevado a montar el rodillo en el balcón. "Dentro, aún ventilando la habitación, el pulso me subía demasiado. Las condiciones fuera se asemejan más a las de una sesión habitual", agrega el ciclista guipuzcoano, quien lucha contra la monotonía tirando de recursos típicos. "Me pongo alguna serie, música, la televisión... Y el tiempo pasa un poquito más rápido".

Hoy en día, todas las disciplinas deportivas implican para sus protagonistas la obligación de cuidar el peso, circunstancia que no es esquiva a los ciclistas, habituados a tener a la báscula como inseparable compañera. "Normalmente no me suele costar mantenerme", explica Aristi. "Pero la situación ahora es distinta. Con el rodillo no puedes acumular tanto volumen de trabajo, y va a resultar más difícil. Al final, al hilo de lo que comentaba antes, se trata de lograr un equilibrio. Toca cuidarse para estar bien, pero tampoco puede uno torturarse en esta época sin carreras a la vista. No sé lo que va a pasar y cómo se reorganizará todo, pero la temporada puede ser larga".

¿Qué libro está leyendo o va a leer durante el confinamiento?

Ninguno. No soy de leer mucho.

¿Qué serie recomendaría?

Ahora estoy con Breaking Bad. Y, aunque sea vieja, también he empezado Prison Break.

¿Y qué película?

Ninguna. Estoy tirando principalmente de las series.

¿Qué ejercicio recomienda hacer en casa?

Si tienes rodillo o bicicleta estática, puede ser una buena opción. Hasta mi hermano ha empezado ahora a utilizarlos.

¿Cuál ha sido la última carrera que ha visto estos días?

El otro día repusieron en la tele la Milán-San Remo de 1994.

"El rodillo es monótono y a mí se me hace especialmente duro; no me siento cómodo"

"Empecé dentro de casa, abriendo las ventanas, pero el pulso me subía demasiado"

Ciclista del Euskaltel Fundación Euskadi