CISNE Villamarín; A. Chan (4. 2p), Andrés Sánchez (2), Preciado (4), Simón (1), Javiva, Pombo (2) -equipo inicial- Pablo González (ps), Ramos (6), Picallo, José Leiras, Iván Calvo, Pablo Gayoso, Conde, Carlos Álvarez (1) y André de Moura (1, de p).

BIDASOA-IRUN Xoan Ledo, Cavero, (2), Crowley (3), Iker Serrano (4), Jon Azkue (2,1p), Bartok (5. 1p), Bonanno (3) -equipo inicial- Sierra (ps), Tesoriere, Matheus, Sergio de la Salud (1), Rodrigo Salinas (5, 1p), Julen Aginagalde (2), Zabala (1), Gorka Nieto (2) y Urruzola (1).

Parciales 1-4, 2-5, 4-8, 5-9, 7-12, 7-16 (descanso), 9-20, 13-22, 14-25, 17-27, 18-31, 21-31.

Árbitros Fernández Molina y Murillo Castro (Comité andaluz). Exclusiones de Chan, Leiras y Conde, por los gallegos; Tesoriere (2), Julen Aginagalde, Cavero y Nieto, por los guipuzcoanos.

Incidencias Pabellón Municipal de Deportes. Siguiendo las normas de la Xunta de Galicia, sólo pudieron asistir 30 espectadores.

Muchos equipos de cualquier especialidad deportiva deshojan la margarita cada fin de semana. Según los pétalos que elijan les puede salir un sí, o un no. El Bidasoa no es ajeno a esa realidad. ¿Jugaré o no jugaré? ¿Nos contagiamos o se contagian? ¿Aplazamos o competimos? ¿Paro o sigo? En esa dinámica al Bidasoa le salió un pétalo afirmativo pocas horas antes de emprender viaje a Pontevedra, y pocas después de conocer que en la plantilla había un positivo. Con esa incertidumbre y con las bajas de Kauldi Odriozola y Dan Racotea afrontó un partido peligroso ante el Cisne. Lo sacó adelante sin bajar la guardia un minuto, encadenando la octava victoria consecutiva en la liga, igualando su mejor racha precedente y que corresponde a la temporada 1994-95.

Se cruzaban dos equipos con tendencias muy distantes. Los gallegos llegaban después de haber perdido seis partidos consecutivos y los irundarras tras encadenar siete victorias. Contado así, el pronóstico solo podía ser de color amarillo. Como decía la tradición del equipo de fútbol pontevedrés “Hai que roelo”. Conocía de sobra el Bidasoa que le esperaba un rival duro, correoso, que no da el brazo a torcer con facilidad y que, si en un partido le das vida, te toca sufrir hasta el final. Por eso, salió enchufado desde el principio, defendiendo sin fisuras y atacando con fluidez. En cinco minutos abrió brecha (1-4) y siguió por el mismo camino hasta alcanzar una sustanciosa ventaja (3-8). Una exclusión de Tesoriere facilitó a los gallegos el camino hacia Xoan Ledo y tras sendos goles de Chan y Ramos (5-8) rebajaron la diferencia.

Antes de que fuera tarde, Jacobo Cuétara solicitó su único tiempo muerto del partido, tratando de que el equipo no se dejara llevar por la inercia. Cuatro tantos consecutivos de Julen, de la Salud, Crowley y Rodrigo Salinas (5-12) restablecieron la situación para alcanzar una cómoda y decisiva diferencia que, desde ahí hasta el final del partido, el Bidasoa la gestionó a su manera. Los de Artaleku llegaron al descanso con nueve goles de diferencia (9-16), pese a que el técnico local gastó dos de los tres tiempos con los que cuenta en un partido para evitar la sentencia antes de tiempo.

Sobre la propia cancha se notaba la diferencia en peso y envergadura, además de la calidad técnica de unos y otros. Cuétara movió el banquillo a su manera. Cada portero disputó un tiempo. La presencia de los jóvenes Gorka Nieto y Julen Urruzola sigue siendo un recurso de valor. Los dos perforaron la meta contraria y en un momento del tramo final del encuentro jugaron juntos, uno en cada lateral, con Sergio de la Salud en el centro de la primera línea. La holgura del marcador permite esas decisiones. Luego, están los momentos de cada jugador. Una racha de Bartok en el primer tiempo, otra de Iker Serrano en el segundo y la pelea constante de Rodrigo Salinas, que jugó muchos minutos en el extremo derecho reflejan la capacidad de adaptarse a las exigencias de cada partido. Bonanno jugó en ataque más que nunca y marcó sus tantos. Los goles de Cavero, Crowley y Zabala desde los extremos apuntalaron más una victoria que le sirve para seguir en la buena senda.

El segundo tiempo se convirtió en trámite. Los gallegos encontraron en el pivote Dani Ramos el mejor camino hacia la portería irundarra, lo mismo que los lanzamientos del central Preciado o los intentos de Chan, también desde la primera línea. Visto que a los diez minutos el marcador señalaba una notable diferencia (13-22), tanto Javi Fernández como Jacobo Cuétara pensaron en futuro. Más o menos, los dos equipos se dejaron llevar por la marcha propia del encuentro y se dedicaron a intercambiar goles, hasta el punto que en el segundo tiempo, el Bidasoa marcó solo una diana más que su oponente. Es cierto también que no hubo relajación porque en los últimos cinco minutos, una doble exclusión de Nieto y Cavero dejó a los amarillos con cinco jugadores en cancha, lo que aprovechó el Cisne para alcanzar los 21 goles de su cuenta. El Bidasoa ahora debe ponerse las pilas porque, si no hay contratiempo, recibirá entre semana al Ademar en Artaleku. Un partido de armas tomar que volverá a poner a prueba la consistencia del conjunto que cuenta sus partidos por victorias.

El Bidasoa salió enchufado desde el principio en la pista del Cisne, defendiendo sin fisuras

y atacando con fluidez