LIBERBANK CANTABRIA SINFÍN Ernesto Sánchez; Diego Muñiz (2), Blazquez, Carlos Lastra (1), Leonardo Alonso (1), Zungri (2), Dimitrievski (5, 1 p) -equipo inicial- Elcio (ps), Valverde, Postigo (1), Nacho Valles (1), F. Castro (1), Basualdo, Ramiro Martínez (2) y Herrero Lon.

BIDASOA-IRUN Sierra; Racotea (3), Zabala (1), Kauldi (6), Julen Aginagalde, Rodrigo Salinas (5), De la Salud (1) - equipo inicial- Xoan Ledo (ps), Iker Serrano (4), Azkue (2), Cavero (1) Tesoriere, Matheus da Silva (2), Bartok (6), Nico Bonanno (1), Eneko Furundarena (2).

Parciales 2-2, 2-5, 5-7, 5-10, 5-12, 7-17 (descanso), 7-20, 9-22, 10-26, 12-29, 15-32, 16-34.

Árbitros Peñaranda y Yagüe (Comité aragonés). Exclusiones de Muñiz, Lastra y Leo Alonso, por los locales; Racotea y Bonanno, por los visitantes.

Incidencias Pabellón de la Albericia, sin espectadores.

- Tres partidos en una semana y tres victorias. Todas lejos de Artaleku, repartidas en las canchas de Guadalajara, Logroño y ayer en Santander, en donde quizás se encontró con un rival que no opuso tanta resistencia. Tras un parcial de dos tantos locales (Dimitrievski) respondió el Bidasoa con otros dos (Kauldi). De nuevo, el zumaiarra adelantó a los suyos y a partir del 2-3, los irundarras crecieron como la espuma. José Manuel Sierra lo paraba casi todo, la defensa recuperaba balones y la mayor envergadura del ataque se imponía con notable acierto, sobre todo desde los nueve metros. Del 2-3 referido, el tanteador se fue al 5-14, con dos tiempos muertos de Víctor Montesinos, el técnico local. La sequía de los cántabros era absoluta con casi trece minutos sin perforar la portería visitante. Los de Jacobo Cuétara siguieron a lo suyo y terminaron con diez goles de ventaja al final del primer periodo (7-17).

Salvo catástrofe inesperada, el partido estaba terminado. Solo faltaba añadir los números de los tantos que pudieran marcarse en la reanudación del juego. Por si el Sinfín mantenía alguna esperanza de remontada, pronto se disiparon las dudas. Bidasoa salió del vestuario con el mismo ímpetu, o más, que en el primer tiempo. Para empezar, un parcial de 0-4 con dos goles de Bartok, uno de Racotea y otro de De la Salud. La marcha no varió en los siguientes minutos y el marcador daba miedo (9-24) poco después de los diez minutos de juego.

El entrenador local agotó los tiempos muertos (Cuétara no solicitó ninguno) y trató de evitar la catarata de goles que le estaba cayendo a su equipo. Varió la defensa, optando incluso por un 4-2. Daba igual. El Bidasoa seguía inspirado. Desde la portería, en la que Sierra protagonizaba su mejor actuación desde que llegó a Irun con casi un 50% de efectividad bajo palos, hasta el triángulo formado por los tres jugadores de la primera línea y la conexión con el pivote.

Los zurdos estaban de dulce. Entre Bartok, Rodrigo Salinas y Kauldi subieron al marcador diecisiete tantos. Como Iker Serrano no quiso ser menos añadió cuatro más. Hubo jugadas espléndidas porque el equipo se gustaba y la diferencia en el marcador permitía arriesgar. Al equipo le salía todo y el rival fue menguando ante el chaparrón que le caía encima.

Conviene no perder de vista que un especialista en defensa, Matheus da Silva, también acertó con la meta local, lo mismo que el juvenil Eneko Furundarena. Cuétara le dio minutos y no lo desaprovechó en un partido imponente del muro defensivo. No bajaron un minuto la guardia Tesoriere, Bonanno, Racotea y el propio Matheus, junto al resto de integrantes del 6-0. Hubo café para todos, porque un partido tan plácido le permitió al técnico mover mucho el banquillo, rotar sin perder efectividad y salir entero de una semana muy exigente con tres partidos, otras tantas victorias y la sensación de que el equipo está más rodado y cogiendo la forma que se deseaba.

Ahora, por compromisos internacionales de las selecciones, el campeonato se detiene para dentro de un par de semanas recuperar la competición con otra tanda de partidos seguidos y sin tregua. Afrontarlos desde lo alto de la clasificación tranquiliza y anima a seguir en la buena dirección. El de ayer no era un partido fácil, más allá de las dificultades que pudiera plantear el rival. Se trataba de saber si la condición física por el esfuerzo acumulado iba a afectar al rendimiento o si el cansancio mental podía desconcentrar al equipo. Salvo los escarceos iniciales, el resto fue un ejercicio de eficacia, defendiendo y atacando.

Salvo en los escarceos iniciales, el conjunto irundarra ofreció un ejercicio de eficacia, defendiendo y atacando