Novak Djokovic arranca el próximo lunes, 28 de agosto, su aventura en el US Open de 2023. El serbio lleva dos años sin disputar el cuarto Grand Slam de la temporada. Regresa a Nueva York tras su ausencia en 2022, cuando no pudo pisar suelo estadounidense al no estar vacunado contra el covid-19. El año pasado fue convulso para el número 2 del mundo, rodeado de polémica por su negativa a vacunarse, una decisión que le acarreó una notable pérdida de popularidad y constantes críticas.

Parece que en la presente temporada Djokovic ha dejado todo eso atrás. Un inicio fulgurante de año con victoria en el Open de Australia y la posterior consecución de su tercer Roland Garros pusieron de manifiesto que nunca dejó de ser el rival a batir. Ahora, Djokovic aspira a su vigésimo cuarto grande tras una dura derrota en la final de Wimbledon frente a Carlos Alcaraz, la emergente estrella que abrazó la gloria y está acaparando todos los focos.

A lo largo de su trayectoria el serbio ha vivido momentos de luces y sombras en el US Open, donde no tiene precisamente sus mejores registros. Ha obtenido tres títulos (2011, 2015 y 2018) en nueve finales, un pobre bagaje en el partido decisivo para los estándares del de Belgrado. Fue en la edición de 2007 cuando disputó su primera final de Grand Slam, saliendo derrotado ante el entonces número 1 Roger Federer, quien estaba inmerso en su época dorada de aplastante dominio.

Las dos últimas apariciones de Djokovic, Nole, en el Abierto de Estados Unidos le dejaron un sabor de boca amargo. En 2020 fue descalificado por propinarle un involuntario pelotazo a un recogepelotas, mientras que en 2021, su última participación, cayó con contundencia en la final. El ruso Daniil Medvedev se impuso con una sorprendente suficiencia en tres cómodos sets (6-4 6-4 6-4).

Para la historia quedarán las lágrimas de un desolado Nole sentado en su silla antes de que concluyera el encuentro. Se sabía derrotado. Pocas veces se le ha visto tan vulnerable. Tan humano. Ante su desconsuelo las abarrotadas gradas de la pista central se fundieron en una calurosa ovación para alentar a la leyenda indefensa.

Tras la derrota, Djokovic, tremendamente emocionado, dedicó unas bonitas palabras a los aficionados: “Pese a no haber ganado, soy un hombre feliz porque me habéis hecho sentir muy especial. Habéis llegado a mi alma, nunca me he sentido así en una pista de tenis. Gracias, de corazón”.

Revancha

En su regreso a Estados Unidos, Nole no puede estar más motivado para afrontar los retos que se le presentan: “Estoy entusiasmado por estar de vuelta tras dos años y muy agradecido por todo el amor que he recibido. Mi meta es seguir ganando torneos. Si no estuviese motivado, dejaría de jugar”.

De hecho, pudo saciar su hambre de revancha en Cincinnati, el primer campeonato al que acudía después de Wimbledon. Su víctima no fue otra que Carlos Alcaraz, actual número 1 del mundo que se ha erigido en su máximo oponente, su rival más duro. La final en Cincinnati entre los dos dominadores del tenis mundial tuvo tintes épicos. Fue un partido que ya ha entrado de lleno en los anales de la historia. Un duelo de poder a poder, en el que ambos gladiadores desenfundaron todas sus armas y batallaron a pesar de que a sus cuerpos poco les faltaba para desfallecer. Alcaraz tuvo un punto de partido en el tie-break del segundo parcial, pero el serbio, fiel a su identidad, no tiró la toalla. Equilibró el encuentro con una palpable fatiga física. Fue su mente la que llegó a los lugares a los que su cuerpo no le permitía acceder. El tercer y definitivo set fue un homenaje al tenis. Ambos dieron lo mejor que tenían dentro. Cuando Nole lo tenía en la mano, con 5-3 a su favor, el español se negó a abandonar la pista, agarrándose como una lapa. Superó cuatro bolas de partido haciendo gala de un pundonor sobrehumano, arrollador. Un nuevo tie-break de auténtico infarto decantó la balanza a favor de un Djokovic que tuvo que sudar sangre para vencer. Por su parte, el joven murciano de 20 años, abatido pero orgulloso, no pudo contener las lágrimas tras un extenuante esfuerzo físico, mental y emocional.

La herida sigue abierta

De los rivales actuales del serbio, Alcaraz es el único que ha puesto en jaque su supremacía. Según el propio Djokovic, nunca se ha enfrentado a un tenista como el español, que reúne las mejores virtudes del denominado big 3 (Nadal, Federer y el propio Djokovic).

Independientemente de su dulce conquista en Cincinnati, la herida de Wimbledon seguramente seguirá abierta para el ganador de 23 torneos de Grand Slam, aunque en sus declaraciones haya indicado que se rehizo rápido después del varapalo: “Tardé un día en superarlo. No es el primer partido que pierdo, ni será el último. Me vino bien el descanso y el tiempo con mi familia. Sí tuve remordimientos por no haber aprovechado mis oportunidades. Alcaraz se mereció el triunfo porque jugó mejor en los momentos determinantes”.

El US Open, último Grand Slam de la campaña, es el lugar idóneo para, definitivamente, resarcirse de la decepción que el de Belgrado experimentó en tierras británicas. En Nueva York quiere completar su venganza.

Pelea por el número 1

En el Abierto de Estados Unidos el trono del tenis estará en el aire. Serbio y español se jugarán el honor de situarse en lo más alto del ránking de la ATP. El de Belgrado ya es el jugador de la historia que más semanas ha ocupado la primera plaza de la clasificación, con 389. Pero su ambición sin límites es bien conocida, así como su capacidad de sobreponerse a las adversidades.

Los objetivos mayúsculos siempre lo han retroalimentado, y ahora mismo Alcaraz representa el escollo más difícil de superar. Lo que sucede es que el español también ha exhibido una impresionante resiliencia para rendir en los instantes de más presión. Cuanto mayor es el premio y la dificultad, más carne pone en el asador. Esa es, sin lugar a dudas, una de las principales cualidades que define a los grandes campeones.

No obstante, el de El Palmar lo tiene crudo para mantener su posición de privilegio, pues Novak sólo está 20 puntos por detrás. Las matemáticas son claras : la única combinación que permitiría a Alcaraz salir del US Open como número 1 sería su triunfo en el torneo, donde defiende el título del año pasado, y que Djokovic pierda en primera ronda. Algo altamente improbable. En este caso, el hecho de no haber participado en 2022 en el Grand Slam neoyorquino beneficia al serbio, ya que no tiene un resultado que defender y, una vez superado el encuentro de debut, sumaría puntos en cada envite. Una situación halagüeña que, a buen seguro, no lo distraerá de su misión: la conquista de Estados Unidos, donde una vez más persigue el sueño americano. Su meteórico legado continúa imparable.