“Tom es muy buen chaval. Humilde y agradecido. Quizás aparente cierta seriedad. Pero tiene sentido del humor”, explica Rodrigo, a quien le viene a la memoria una anécdota reciente con el campeón de la ronda italiana. “Él estaba concentrado en Sierra Nevada y me acerqué hasta allí para probarle el Condor, que es como se llama el buzo de contrarreloj que utilizó el domingo. A la hora de ponérselo, le tuve que pegar un par de meneos para que le encajara bien. Se quedó un poco alucinado, pero enseguida comprobé que estaba satisfecho con el resultado de nuestro trabajo”.
La historia de Etxeondo, casa fundada en 1976, está íntimamente ligada al pelotón profesional. Pero, tras dejar de vestir a Euskaltel en 2008, transcurrieron un par de temporadas sin la presencia de la marca guipuzcoana en la elite ciclista. Volvió a la misma de la mano del Rabobank, luego denominado Blanco y Belkin. Y, a través de las relaciones previamente establecidas con Giant, se unió en 2012 a la actual estructura del Sunweb, entonces denominada Argos Shimano. “En aquel equipo ya estaba Tom. Recuerdo que, cuando me presentaron a los corredores, enseguida me llamó la atención su planta. Pero, eso sí, desde entonces la ha afinado. Y mucho. Empezó utilizando una talla L y ahora, con sus 1,92 metros de estatura, nos encarga siempre una S”.
desde la distancia Paco Rodrigo vivió el domingo el éxito de Dumoulin desde la distancia, desde Zarautz, donde asistió a la marcha cicloturista en homenaje a Haimar Zubeldia. “Me habían propuesto ir a Italia a verlo en directo. Pero no quise”. Cuestión de superstición. “En la Vuelta de 2015 montamos desde Etxeondo un autocar para ir a seguir las dos últimas etapas. Tom tenía la victoria a tiro. Pero a nosotros se nos pinchó una rueda en Burgos y no llegamos a ver la carrera. Mientras tanto, Fabio Aru se hizo con el liderato”.
Esta vez las cosas fueron mejor. Dumoulin se adjudicó el Giro. Y la crono final la ganó el también holandés Jos Van Endem (Lotto Jumbo). “Son muy amigos. Seguro que Jos se reservó algún día en los Dolomitas para apretar en Milán y servirle de referencia”, comenta Paco Rodrigo, quien deja caer que la mano de Etxeondo también está tras el éxito de Van Endem. Lo cierto es que la casa guipuzcoana no viste al Lotto Jumbo, pero su buen hacer es de sobra conocido por muchos ciclistas del pelotón, que envían a Gipuzkoa sus prendas pidiendo arreglos concretos y muy específicos.
Menos sofisticados son los detalles relativos al apretón intestinal de Dumoulin el pasado jueves. Se trata, simplemente, de una cuestión de cremalleras. “Le tocó vivirlo con la maglia rosa, que fabrica Nalini y que solo tiene apertura hasta el pecho. Tom se vio obligado a quitarse el casco y las gafas para luego sacarse el maillot por la cabeza. Algo de tiempo ya perdió ahí. Si le llega a pasar con la indumentaria del equipo, lo habría tenido más fácil, al poder abrir la cremallera de par en par”.
Todo quedó en una anécdota. Y, por fin, un Giro de Italia figura en el palmarés de Etxeondo, “la grande que nos faltaba”. Tienen Vueltas con Delgado, Zulle o Rominger. El primer Tour de Indurain. Y numerosas clásicas de la mano, principalmente, de Sean Kelly y el mítico Kas. Han vestido a ganadores de París-Roubaix, Flandes o Milán-San Remo. Y ahora Dumoulin ha puesto la guinda.