donostia - Miguel Ángel Millares solo piensa en mañana. Quiere ver al amarillo en lo más alto de la tanda de honor. La bandera reconoce que está difícil, porque “veinte segundo son muchos”, pero tras un primer domingo en el que no estuvieron tan finos como esperaban, ganar la tanda de honor les “ilusiona”.
Aunque es oriotarra de adopción, puesto que vive allí con su familia desde 2007, Millares nació en un pequeño -aunque con etiqueta de capital de comarca- pueblo lucense, de nombre Ribadeo, que cuenta con un gran atractivo turístico por sus paisajes marinos. La década que lleva lejos de su tierra le ha eliminado el acento característico de su región y hoy pasa perfectamente por un oriotarra más. Pero Millares es, además de todo esto, un aguilucho de muchos quilates. Está dentro del selecto grupo de remeros en activo más laureados en La Concha. No en vano, ha sido campeón en cuatro ocasiones y solo ha bajado del pódium de esta regata dos veces en todas sus participaciones. De 2004 a 2014. La primera, en 2009, por descalificación de Urdaibai, tras sufrir un remero txo un tirón al arrancar el bote, y la segunda, en 2012, a su vuelta a Orio, con una San Nikolas en construcción, tras haber bogado ese verano en ARC-1. Algo casi inaudito en la época moderna de la olimpiada del remo.
Esta edición la esperaba con muchas ganas, con la misma ilusión que desprendía el pueblo en vísperas de la primera jornada de llevar a Orio la Concha número 32. Su quinta personal, y la primera de amarillo. Tres logros en uno que él ansía. La exhibición de Urdaibai le aleja de conseguirlo, pero “todo es posible, y mientras no acabe la regata, la esperanza nunca se va a perder”.
Cumple su tercera temporada consecutiva en Orio, tras dejar atrás un lustro en las tostas de Urdaibai: “El ir y venir todos los días desde Bermeo cansaba muchísimo y llegó un momento en el que quería estar tranquilo, me propusieron el tema de entrenar al banco móvil, compaginándolo con el fijo, y acepté. La verdad es que estoy muy a gusto”. Aun así, Millares es un viejo conocido de la entidad amarilla. Recaló en ella en 2003 gracias a un exremero, Enrique López, cuando él remaba en banco móvil. Una modalidad que le fascina y de la que ahora es responsable del club en su equipo senior. El mismo del que son parte Imanol Garmendia y Ander Zabala, campeones del mundo sub’23 en 4 sin ligero.
Campeón de todo, también sabe sufrir y mantener las ilusiones desde un segundo plano. Su trainera partirá el mañana con tres botes por delante en la general, pero eso no le quita las “muchas ganas” que tienen de remar la tanda de honor. Aun así, no esconde que “el domingo pasado contábamos con estar un poco más cerca de la cabeza, con opciones de bandera”.
Tras la regata, los objetivos variaron: “Ahora tenemos la ilusión de dar guerra a Hondarribia, Kaiku y Urdaibai. Queremos desquitarnos de lo sucedido, con la motivación esa de que remaremos en la tanda de honor. No todos los años se rema esta tanda. Buscaremos quedarnos contentos con nuestra regata”. Las opciones de remontada son remotas, “veinte segundos son muchos y las condiciones meteorológicas dan una mar casi plato y, sin olas, las distancias se emparejan, pero debemos olvidarnos de las diferencias e ir a por la tanda”. “Orio en La Concha tiene un nombre y tenemos que ir a por la victoria”, añadió.
batir el récord, “factible” Antes de recalar en esta segunda etapa en Orio, Miguel Ángel Millares, ha sido un fijo en los mejores botes del Cantábrico. En la tierra que adquiere el nombre de su mar, el aguilucho cosechó su primera Concha, justo hace una década, en las tostas de Astillero. Era la época de “las selecciones” que montaban Castro, Astillero y Urdaibai. Él fue parte y ganó en Donostia con los tres. Tras la primera con la San José, venció en 2006 con La Marinera de Castro y por partida doble, en 2010 y 2011, con Urdaibai. Algo que en la Bou Bizkaia se mantiene: “Ves a sus remeros y es gente seleccionada. Yo he remado con ellos y bien entrenados es normal que anden tan fuertes”. “Me siento un privilegiado del remo, porque cuatro Conchas tiene muy poca gente”, afirmó. Ahora bien, aunque ha bogado “en equipos muy buenos, en sus mejores momentos”, hoy, en su cabeza, su ilusión es “ganar mi quinta Concha con Orio”.
Para ello, los aguiluchos quizás deban batir el récord de la prueba, propiedad de Castro. Millares fue protagonista en esa plusmarca de 2006. Mucho se habla de que Urdaibai lo pueda lograr mañana, algo que el amarillo ve “factible” y recuerda que “dos de sus integrantes, Jon Elortegi e Iker Zabala, eran compañeros míos en Castro”. Lo dicho: Miguel Ángel Millares, toda una institución.