bilbao - Gritaba cortando el infinito Pablo Fusto en el epílogo del primer juego de la final del campeonato del mundo Individual de pala profesional. Gritaba Pablo. "¡Venga carajo". Y su casco vibraba con la energía de un palista para recordar en una explosión de genio. El bonaerense, un tipo simpático y afable, dentro de la cancha es un machete. Ayer se anotó su tercera txapela del mano a mano consecutiva y la cuarta dentro de su cuenta personal ante Xabier Ibargarai, que apenas pudo dar guerra al magnífico delantero argentino.
Fusto se apoderó del encuentro desde el principio y no bajó el pie del acelerador en ningún momento, imponiendo en el segundo set un ritmo endiablado que maniató a su rival, incómodo y sin opciones. Estuvo inapelable. Fusto fue un cañón y dominó cada centímetro del partido: si la pelota venía por la pared, su izquierda era delicatessen; si Ibargarai intentaba el dos paredes -apenas pudo hacerlo-, Pablo llegaba; si la pelota le superaba por arriba, reventaba el frontis de aire a una altura imposible. En definitiva, Fusto jugó un partidazo. E Ibargarai, en su primera cita de un calado como este, quedó aparcado indolente ante una maraña de juego grandilocuente y genial del palista que, actualmente, está derribando fronteras. Y eso que anduvo con problemas en los gemelos: primero en el izquierdo y a escasos días de la final, con el derecho. Desde el jueves, el delantero estuvo con antiinflamatorios y se tuvo que aplicar un parche de lidocaína en la zona.
Cuando se retiró el telón del partido, allí estaba Pablo Fusto. Gigante. Enorme. Esculpido en el frontón. Al bonaerense, según admite él mismo, le cuesta entrar en los partidos, pero no en las finales. Es un punto a su favor. Acostumbrado a mecerse junto a Esteban Gaubeka en las mejores posiciones del ranking palista, Fusto tiene en costumbre las efemérides más explosivas. Vive en la excepción de la excelencia. Y, así, pronto dominó a Xabier Ibargarai, al que el telón del teatro de la pelota le hipnotizó. El zaguero de Erratzu, con ganas de romper, arribaba en bambalinas con una idea preconcebida y un plan: mover a Fusto. Convertir en un infierno el ancho del Bizkaia para el colorado. Cosa que no sucedió. Porque magnífico Pablo, evitó cualquier opción de dominio de su contrincante. En el primer set, se peloteó e incluso Ibargarai consiguió inquietar a Pablo, dándole velocidad al tanto y defendiendo mucho. Físicamente intratable, con el 3-2 se sacó un dos paredes de la chistera para poner la única igualada del encuentro. Fue el 3-3. No hubo más. Metió una marcha más Pablo, que en la primera manga le costó ganar, pero acabó imponiéndose. Gritó "¡vamos carajo!", ganó 10-5 y se fue al rebote a estirar el gemelo derecho.
Pintaban bastos. Fusto, arrebolado su gemelo diestro aunque la cosa no fue a más. Después llegó el paseo militar, 10-3 y 10-4. Pablo jugó demasiado e Ibargarai no pudo reaccionar. Cayó ante uno de los grandes. Porque el argentino en los dos juegos que cerraron el encuentro estuvo inamovible, pasando una factura muy cara a su contrincante. Y es que Ibargarai apenas pudo mostrar el nivel que ha tenido en todo el campeonato por el huracán de juego de su rival, que todo lo que tocaba era oro. Midas.