Donostia. El Lagun Aro GBC continúa con su particular caída libre sin frenos. El mismo equipo que hace un par de meses ilusionaba a su parroquia empieza a asomarse a la zona peligrosa de la clasificación tras ser ridiculizado por un Fuenlabrada con las ideas muy claras y que se llevó el triunfo por 20 puntos (74-94). Una paliza en toda regla que deja al equipo de Laso muy tocado y que enciende las alarmas. La racha negativa y, sobre todo, la imagen de muchos jugadores empiezan a ser realmente preocupantes. ¿Corre peligro la permanencia para un equipo que parecía que iba a salvarse con holgura este año? Como no espabile, sí. Los equipos de abajo mejoran y todos, salvo un Granada cada vez más hundido, están muy vivos.

Primero fue una derrota aceptable en Málaga. Luego el primer gran resbalón de la temporada ante el Alicante en el típico día tonto. Después un partido correcto saldado con derrota frente al Baskonia. Los primeros síntomas de que algo no funcionaba llegaron en Zaragoza, con una salida a la pista relajada que se tradujo en un revés importante. Tres días más tarde llegó el robo arbitral ante el Barça. Entre una cosa y otra, cinco derrotas seguidas. Ayer era el día para reaccionar y volver a ser el Lagun Aro del inicio liguero. Pues bien, ocurrió lo contrario y el equipo guipuzcoano dio una imagen penosa ante un rival directo que llegaba mermado de efectivos.

Resulta inexplicable el pasotismo con el que se emplearon todos o casi todos los jugadores. Despistados, fallones, blandos hasta la desesperación en defensa... los hombres de Laso dieron una imagen inadmisible, sin mostrar un mínimo de garra o entusiasmo. Hay jugadores clave que están en un momento de forma muy, muy bajo y en el banquillo tampoco hay soluciones, pero lo mínimo es dejarse la piel en defensa. Contra el Barcelona ya lo hicieron. ¿Por qué ayer no? Desde luego, no tiene justificación ni explicación, pero Laso debe solucionar este inesperado problema pronto porque, de lo contrario, el barco puede hundirse. Nadie esperaba que a este equipo le faltara en algún momento actitud sobre la cancha, pero es lo que está sucediendo ahora y no puede haber algo más preocupante en una competición tan exigente como la ACB.

El Fuenlabrada campó a sus anchas por el San Sebastián Arena. Sus jugadores tiraron casi siempre solos, libres de marca. Incluso el propio entrenador, Salva Maldonado, reconoció después que "no había sido normal". La pasividad defensiva del Lagun Aro fue incomprensible. Salva Guardia, en pleno ocaso de su carrera a sus 36 años, se puso las botas y anotó 24 puntos. Toda la ACB sabe que su única arma es el lanzamiento desde media y larga distancia, menos los del Lagun Aro, por lo visto. Es solo un ejemplo de cómo defendieron los de Laso. Doblas, Miralles y Kone fueron superados por un juego interior cogido con pinzas desde la marcha de Batista, y Valters y Colom no encontraron ninguna resistencia en Uriz y Salgado. Preocupa especialmente el vizcaino, a años luz del jugador que tan bien rindió en los primeros compases de la temporada, lo mismo que Doblas. Capítulo aparte merece Panko, desaparecido en la primera parte para ponerse las pilas después, cuando ya era tarde. Si a esto se le añade que Tskitishvili ya no juega y que Lorbek cada vez aporta menos, el panorama es preocupante.

En el minuto 16, el Fuenlabrada ya ganaba por 21 puntos de diferencia, una barbaridad (23-44). Nunca hubo opciones de remontada porque la defensa no existió y el Fuenlabrada anotó con una facilidad insultante. Hubo momentos en los que los jugadores visitantes tiraban triples solos y, encima, cogían los rebotes ofensivos si fallaban. Inaudito. Al menos la defensa de risa del Lagun Aro permitió ver alguna jugada espectacular, como un alley-oop brutal de Rabaseda tras un saque de banda de Valters que pilló desprevenida a toda la defensa local cuando el pabellón entero estaba viendo cómo el alero corría en busca de esa jugada.

La afición estaba indignada con la actitud de su equipo y la tomó con Laso, despedido con una sonora pitada. El entrenador es, para lo bueno y para lo malo, el principal responsable y lleva semanas sin dar con la tecla. Su equipo se ha metido en un inesperado bache y urge salir de él. Con la mochila cargada por las seis derrotas consecutivas -cuatro en casa- el domingo toca una difícil visita al Cajasol y dos semanas después se vislumbra la primera final ante el Menorca. Es probable que ese día esté en juego media liga ante un recién ascendido con una plantilla muy justita. Parecía que esta temporada iba a ser distinta, pero un año después la historia se repite, como si el proyecto estuviera atascado. ¿Todos los años van a ser así?