Donostia. El 24 de abril, las aspiraciones de Aimar Olaizola para el Manomanista de este año llegaron drásticamente a su fin. Una rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha, cuando disputaba su primer partido -frente a Patxi Ruiz- le forzó a abandonar las canchas durante varios meses.
Ayer, el médico de Asegarce, Mikel Sánchez, operó exitosamente al delantero de Goizueta, lo cual significa que, si a partir de ahora todo transcurre con normalidad, a Aimar aún le aguardarán seis meses en el dique seco hasta que pueda comenzar a jugar.
una hora de quirófano El delantero de Goizueta ingresó a las diez de la mañana de ayer en la Clínica La Esperanza, de Vitoria, donde ahora tiene pensado pasar unos días.
Casi tres horas después, el pelotari entraba al quirófano para que el cirujano reparara su maltrecha rodilla derecha, en una operación que se alargó cerca de una hora.
Según la página web de la promotora bilbaina, la intervención transcurrió positivamente, para la cual recibió una anestesia general (Abel Barriola requirió sedación epidural para la misma lesión, por lo que pudo seguir su operación en directo a través de un monitor).
"La operación se ha desarrollado sin problema alguno y tras despertarse de la anestesia general, Aimar ha sido trasladado a las 15.30 horas a la habitación en planta", indicaba la web de Asegarce, que también informó de que "pernoctará dos noches antes de ser dado de alta".
estabilizador El ligamento cruzado anterior es una de las piezas fundamentales en la estructura de la rodilla. Su función es estabilizadora, uniendo el fémur por la parte superior de la pierna, con la tibia por la inferior.
La rotura total de este ligamento requiere cirugía artroscópica: se practican varias incisiones en la rodilla y se implanta un injerto, enclavándolo mediante tornillos de titanio.
Tras la intervención, la rodilla es inmovilizada, y al día siguiente debe empezar a ser estirada.
La rehabilitación, que suele comenzar poco después de recibir el alta, consiste en ejercicios para fortalecer la musculatura inferior y superior (gemelos y muslo). También se practican ejercicios para flexionar al máximo la rodilla.
El injerto adquiere las mismas cualidades que el ligamento unos cinco o seis meses después de la operación, y es en ese momento cuando se puede empezar a practicar la disciplina deportiva en cuestión.
Tras el duro golpe que siempre supone esta lesión, el dato esperanzador para el de Asegarce es que cerca de un 90% de los pacientes que han sufrido esta rotura consiguen finalmente la recuperación total.