Valladolid. Fue una actuación inadmisible, vergonzosa, con diferencia la peor de la historia de este club. Ocho días después de su heroicidad ante el Barcelona, el Lagun Aro GBC bajó a los infiernos baloncestísticos en Valladolid, donde perdió por 61-39. Un ridículo en toda regla en el día menos indicado, porque encima había testigos. Alguien debería pedir cuentas por el penoso espectáculo que dieron los de Laso ayer. Para empezar, Seguros Lagun Aro. ¿Qué estará pensando el principal patrocinador del equipo de la respuesta de los jugadores tras financiar el viaje de 600 seguidores? ¿En qué estaba pensando el equipo? Era la oportunidad perfecta para enganchar a una afición que estaba eufórica antes del choque y que salió del pabellón decepcionada con la horrorosa actuación de sus jugadores. El día apuntaba a fiesta y acabó en funeral.
Fue un tremendo acto de irresponsabilidad, inadmisible a todas luces. Es imposible jugar peor, saltar a la cancha con menos alma, menos entusiasmo y menos motivación. Cada jugada fue un despropósito y nadie se salvó de la quema. El Lagun Aro GBC fue un equipo de risa que debe dar gracias al Xacobeo por no estar sufriendo en esta recta final de temporada.
La afición del Lagun Aro llenó la parte alta de un fondo del pabellón pucelano. Fueron 600 aficionados, la mayoría tras pegarse una paliza, saliendo a las siete de la mañana de Donostia en autobús. Vaya viajecito. Empezaron muy animados, pero ya en el segundo cuarto se dieron cuenta que eso iba a ser un desastre. Familias enteras que acudieron con toda la ilusión del mundo y que se fueron alucinados con el bochornoso espectáculo que les había dado su equipo. Al término del choque, los jugadores se acercaron a esa zona de la grada a aplaudir a su gente. Insuficiente. Incluso algún aficionado se quedó a devolverles el aplauso. Pocos, porque la mayoría se habían ido asqueados.
Todo lo malo que se diga del equipo es poco. Muchos jugadores saltaron a la cancha pensando que eso era una pachanga y que ya habían hecho la temporada por ganar al Barcelona. Craso error. Con esa actitud, muchos han demostrado que quizás no valgan para una liga tan dura como la ACB. Ahora tendrá que decidir el club quiénes no han dado la talla. Faltó intensidad, deseo, ganas. Ya se percibía que podía pasar algo así, porque una victoria como la lograda ante el Barcelona siempre trae consigo cierta relajación y este equipo, en cuanto puede, se relaja. Siempre lo hace. Pero de ahí a lo que perpetró ayer el equipo va un trecho muy largo, demasiado. El nombre del club quedó por los suelos en una cancha histórica como la del Valladolid.
Este equipo, en su corta historia, ha logrado grandes triunfos pero también ha jugado partidos horribles. Todos se quedan muy cortos en comparación con el de ayer. Empezando por el entrenador, Pablo Laso, todos perdieron los papeles. Casi ningún jugador dio la cara. Sólo mantuvieron un poco el tipo Miralles y Lorbek, los únicos que tuvieron un poco de vergüenza torera. Los demás se pensaban que el partido no iba con ellos. Lamentable.
Sólo el mal momento del Valladolid, que no olvidemos que llevaba una racha de ocho derrotas consecutivas, con lo que eso conlleva a nivel de nervios y ansiedad, impidió que el marcador fuera de escándalo, aunque el Lagun Aro se bastó y se sobró para lograr un récord negativo: la peor anotación de un equipo en la historia de la ACB. Su partido no merecía otra cosa.
El partido fue insufrible desde el minuto uno hasta el 40. Fisac le ganó la partida táctica a Laso y el GBC no supo en ningún momento qué hacer. No hubo un solo ataque bien hilvanado y todos acababan en tiros forzados que obviamente no entraban. Uriz y Rai López hicieron el peor partido del año. No encontraron ninguna solución en ataque. Y el hasta hace poco base titular, Sergio, se pasó todo el choque en el banquillo. Ya está claro que algo pasa entre él y Laso, porque no es normal. Una cosa es que pase de ser titular a ser el jugador once en la rotación, pero no jugar ayer demuestra que es un asunto que traspasa el plano puramente deportivo. Algún día se sabrá por qué ha pasado al ostracismo.
Pese al horroroso partido del Lagun Aro, al Valladolid le costó abrir brecha en el marcador y sólo unos minutos de inspiración de Diego García a finales del segundo cuarto hizo que la renta local superara los diez puntos al descanso (31-20). Parecía imposible hacerlo, pero el equipo de Laso se superó a sí mismo con un inicio de tercer cuarto de traca. Claro que todo empezó con el quinteto que saltó a la cancha: Uriz, Detrick, Barbour, Hopkins y Doblas. Todo el mundo había visto que no funcionaba, pero ahí salieron los cinco juntos a dar continuidad al bochorno. En el minuto tres de la reanudación, Laso cambió a todos menos a Detrick porque el parcial era de 4-0, para un total de 35-20.
De ahí al final no mejoró la cosa, ni siquiera cuando el Valladolid se relajó. Pérdidas de balón, tiros fallados en todas las posiciones… parecía el patio de un colegio. Hay muchas cifras que muestran el desastre: 1/8 en tiros libres, un 14% en triples, 19 rebotes ofensivos capturas para nada.
Un día más, las mejores noticias llegaron de fuera. El Xacobeo perdió y el Lagun Aro, pese a su ridículo, está más cerca todavía de la salvación. No hay ninguna manera de arreglar el desaguisado de ayer, pero ganar al Granada el próximo domingo serviría para dar un premio a la afición. Aunque muy bien lo tendrá que hacer el equipo de aquí al final para que no quede la sensación de que la temporada ha sido floja y que, si no ha sufrido para salvarse, ha sido gracias a la debacle del Xacobeo. Que los jugadores se pongan las pilas y demuestren que se van a quedar en la ACB por méritos propios.