"Entran dos hombres, sale uno". El lema del MMA (Mix Marcial Arts) es claro. Sin tapujos. Conocido como vale tudo, es una simbiosis de todas las artes conocidas de lucha llevadas a su máximo extremo. La jaula que sirve de ring no da lugar a equívocos. Por eso es poco entendible el enfado y la actitud de Manu García, en la noche del sábado en Illumbe, cuando fue noqueado sin contemplaciones por el donostiarra Mikel Kortes tras encajarle un certero rodillazo en el rostro en el primer asalto del combate más esperado, el Super Fight de la noche.
Mikel La Máquina Kortes salió a la jaula haciendo honor a su apodo. Quería acabar por la vía rápida. Sin dar tiempo al rugido de las 1.200 almas que se dieron cita en el coso donostiarra. Lo sorprendente fue cómo su rival, Manu García, consiguió aguantar lo que aguantó. Salió golpeando como una auténtica máquina, como si García le debiera algo, tumbándolo a las primeras de cambio y castigándole con dureza una vez caído sobre la lona. Fue ahí donde Kortes, tras una serie de golpes más o menos certeros, conectó el golpe definitivo y el árbitro decidió parar antes de que el asunto fuera a mayores. Gran triunfo del donostiarra y mal final del derrotado, que cuando fue requerido por el presentador de la velada para dirigir unas palabras al público protestó airadamente por lo que entendió como un golpe ilegal. Pero en el vale tudo, lo único ilegal es no sacudirse. Así son las reglas.
Antes del combate más esperado de la velada, Spartak Zhayaran se hizo con el torneo de Pancrase que disputaron ocho púgiles. Sorprendió con un KO técnico a Herman Kun Gu cuando ya se intuía el sonido final de la campana en una floja final en donde el respetable protestó reiteradamente la pasividad de ambos púgiles. Y es que Spartak quería buscar la lucha y Kun Gu quería buscar el boxeo. El problema es que Kun Gu no quería ni ver la posibilidad de la lucha mientras Spartak huía como de la peste de la posibilidad de tener que boxear con un fino estilista como Kun Gu. El resultado fue que el primer asalto (de los dos a los que estaban programados los combates) fue una suerte de baile de ballet de conservatorio ante el encabronamiento de una parroquia sobrada de testosterona y ávida de golpes al límite, de esos que a duras penas puede soportar el organismo humano.
Por ello, y ante el temor a que fueran arrastrados por la puerta de toriles por el respetable (mucho músculo también en las gradas y algo de maría, todo hay que decirlo), Spartak y Kun Gu decidieron en el segundo acto lanzarse golpes, si bien es cierto que sin mucha convicción, acabando el combate con el inesperado golpe final de Spartak que lanzó a Kun Gu a la lona, de la que ya no se levantó.
Quedó en el ambiente la duda de qué hubiera pasado si Oma no se hubiera lesionado en un pie en la semifinal contra Kun Gu. Su primer combate, frente a José Vidal, lo tramitó de forma expeditiva por estrangulamiento y lanzó los golpes más contundentes en la semifinal con unas patadas escalofriantes que hicieron tambalearse a Kun Gu. Tan fuerte pateó que al final se rompió él y no pudo acceder a la final.
En la otra semifinal, Aratz Garmendia sucumbió ante Spartak, que conectó un contudente derechazo para poner fin a las aspiraciones del vasco. Garmendia se lamentó previamente de un cabezazo recibido en la ceja y de un golpe bajo allá donde dan inicio todas las ilusiones. Tenía razón, pero el derechazo final no da lugar a dudas de quién debía pasar a la final.
Y entre el torneo de Pancrase y el combate de la final, la organización, perfecta, programó cuatro interesantes combates de exhibición en varias categorías. Muy bueno el K-1 en donde Pablo Estensoro ("Pablo se ha chinau" decía uno de los entrenadores) dio toda una exhibición de puños frente a Xavier Ruiz, al que noqueó con contundencia y, sobre todo, el MMA profesional entre Ibai Mitxelena y Toni Vivas, un recital de técnica de lucha sobre la lona que ganó el vasco a los puntos.
En resumen, gran noche de la modalidad más extrema de lucha en Illumbe, aquélla cuestionada por los puristas por su alto riesgo vital, y que disfrutaron los entusiastas vascos que reivindican su derecho a practicarla. Y 1.270 personas que pasaron por taquilla. Ya les gustaría a los políticos llevar a 1.270 a su mitin central de campaña. Y sin pagar. Y sin pegarse.