Edurne Ormazabal (Tolosa, 1963) accedió al cargo de directora general de Tabakalera en 2018. Desde entonces ha encabezado un proyecto que acumula 800.000 visitas y en el que participan 500 creadores cada año.

En una entrevista que le hice en 2021, le pregunté cómo imaginaba Tabakalera cinco años después. Me dijo que muy similar a aquella, pero “más consolidada”. ¿Ha habido algún cambio significativo que haya modificado esa respuesta?

No ha cambiado tanto y, efectivamente, lo que sí hemos conseguido es una consolidación. Tabakalera es un centro con una identidad propia y que se ha posicionado, sobre todo, como el centro de creación en Euskadi, en el ámbito tanto del arte como del cine y el audiovisual. También se ha consolidado como un centro con una propuesta programática complementaria a lo que ya existía en la ciudad. Y me gustaría subrayar también que es un centro abierto en todos los sentidos, a la ciudadanía y aún más: no somos un centro ensimismado en sí mismo, colaboramos con, prácticamente, todas las instituciones culturales de Donostia y de Gipuzkoa.

¿Cómo valoraría la marcha actual del centro?

Siempre hay cosas que mejorar, pero las cifras de visitantes son contundentes: 800.000 visitantes el año pasado, de los que 500.000, o sea, medio millón, participó de alguna manera en alguna de las ofertas de la programación. El impulso a la creación también es evidente, datos de los creadores también. En el ámbito del cine, concretamente, es espectacular. Que haya ocho producciones vascas en las Sección Oficial parece que es lo normal, pero no lo es para nada. Hemos puesto nuestro granito de arena en ello. No es que de repente haya llegado y haya ocurrido, es algo que ya venía de atrás por el impulso de varias instituciones. Pero el sistema que hemos conseguido coordinar entre el Zinemaldia, la Filmoteca Vasca, la Elías Querejeta Zine Eskola (EQZE) y Tabakalera creo que es un factor fundamental a la hora de que ese talento que existe pueda verse desarrollado.

¿Cuántos creadores pasan por aquí a lo largo del año?

Unos 500 participan en la programación y ayudamos a unas 300 nuevas producciones, ya sea en el ámbito del audiovisual o en el ámbito del arte.

Decía que siempre se puede mejorar, ¿hay algo que considere que le haya quedado pendiente en este tiempo?

No sé si la palabra es pendiente, pero siempre piensas que te gustaría hacer todo un poquito mejor. No creo que hayamos dejado de cumplir con el mandato que hemos recibido de las instituciones y, en ese sentido, sí creo que hemos acompasado bien nuestra tarea como centro de creación y como centro de programación.

¿Hacia dónde se dirige Tabakalera?

Tenemos que seguir profundizando en el ámbito del arte, la ciencia, la tecnología y sociedad. Hemos generado también un sistema de colaboración con el entramado de centros científicos que existen en Donostia. Hemos generado un entorno de colaboración súper interesante en el que ambas partes sienten que ganan. Con Visiones cuánticas hemos lanzado una exposición trabajando con el CERN, con el DIPC... Es muy gratificante trabajar con los científicos que han participado y ver cómo encuentran puntos en común a la hora de investigar y cómo los artistas viven también esa relación como algo que les aporta. Por supuesto, hemos de seguir apostando por el sistema que compartimos con las instituciones para seguir apoyando el cine y audiovisual. Me gustaría poder contribuir un poco más al cine en euskera, que siempre es el eslabón más débil. Otro aspecto que me interesa es seguir profundizando en el conocimiento de nuestros públicos.

¿A qué se refiere?

El año pasado hicimos, por primera vez, una encuesta a nivel de Donostia para conocer un poco la percepción que tiene la ciudadanía de Tabakalera. No nos llevamos grandes sorpresas, pero es verdad que los donostiarras perciben Tabakalera como un centro dedicado fundamentalmente al arte. Es decir, que parte del cine, que está más vinculada a la creación, no proyecta a la ciudadanía una imagen tan evidente. Lo que sí fue grato para nosotros fue saber que el 95% de los donostiarras ha venido alguna vez a Tabakalera y uno de cada tres donostiarras reconocía venir una vez cada dos meses. Dos de cada tres consideraban que la programación era interesante y la mitad de ellos, innovadora. Eso nos da una imagen, pero tenemos que profundizar en el usuario de Tabakalera. Ahora hay que profundizar en los usuarios, para ver sus necesidades y ver si podemos adecuar un poco más la programación a sus necesidades, gustos, intereses y provocar cruces.

¿Cómo lo van a hacer?

Hemos puesto en marcha un proyecto con una persona externa, con una gran experiencia, trabaja en el Centro Botín, en el Guggenheim... y creo que nos va a dar muchas satisfacciones.

¿Medialab sigue siendo el servicio de Tabakalera que más usuarios atrae?

Sin ninguna duda, atrae a 250.000 visitas al año. Siempre decimos que Medialab es el corazón de Tabakalera. Representa lo que somos, de alguna manera. Las inmensas posibilidades que ofrece son un lujo.

Edurne Ormazabal, en la Plaza de Tabakalera. Ruben Plaza

¿El presupuesto se mantiene en los 6,5 millones?

Exactamente. Nos gustaría tener un poco más de presupuesto. Es muy ajustado, por ejemplo, para las exposiciones. Pero bueno, la aportación de las instituciones esa. Tenemos un 25% de ratio de autofinanciación, que fundamentalmente conseguimos a través de hotel, cafeterías y alquiler de espacios para eventos privados, pero es difícil que generemos nuevos ingresos propios. Es verdad que intentamos conseguir subvenciones de otro tipo de fundaciones, trabajando en colaboración, participando en proyectos europeos con otras instituciones y hemos ido consiguiendo financiación para proyectos concretos, sobre todo en el ámbito de arte, ciencia y tecnología, pero es difícil.

¿Cómo marcha el proyecto 2deo que heredaron de la Diputación de Gipuzkoa?

Hemos transformado 2deo y lo hemos bautizado como Laboratorio de Cine y Audiovisual. Tiene sentido enmarcarlo en el contexto del trabajo que estamos realizando participando en el ecosistema audiovisual del centro. Los alumnos de la EQZE necesitaban un espacio donde poder desarrollar sus proyectos, también las residencias de Ikusmira Berriak, Noka, el espacio de artistas se nos había quedado pequeño... Tenía muchísimo más sentido dedicar un espacio a acoger todos estos programas. Además, está abierto también a otro tipo de usuarios que necesiten de las de las instalaciones, que son muy potentes. Lo que no queremos olvidar es, como decía antes, un apoyo específico a la creación audiovisual en euskera. 

¿Cómo lo hacen?

Hemos desarrollado dos programas, ambos en colaboración con EiTB. Uno de ellos es 2deo Serieak, que venía de antes, pero que hemos adaptado a una nueva convocatoria que ha realizado EiTB este año por primera vez para producir eh proyectos de series no standard, innovadoras, de menor presupuesto y dirigidas a otro tipo de plataformas, no a la tele. El otro proyecto que estamos realizando es el de podcast, que nació hace dos años.

¿Han colaborado alguna vez con el Museo Guggenheim? 

Este año lo hemos hecho por primera vez con la exposición de Visiones cuánticas. Hicimos una mesa redonda en el museo y también llevamos una serie de talleres con niños. 

¿Cree que con la llegada de Miren Arzalluz pueden favorecerse iniciativas compartidas?

Creo que su incorporación va a abrir mucho más la institución al resto del sistema del arte vasco.

¿Cuál diría que ha sido el momento más difícil de Tabakalera en esta década?

La pandemia. Siempre digo que la metáfora fue maravillosa. Ocurrió en el momento en el que estábamos trabajando en la pieza Kuboa de Julio Le Park. Decidimos que Julio, finalmente, no viniera para la instalación y él fue guiando la instalación a través del iPad. A la media hora de terminar la instalación, recibí la llamada del alcalde diciendo que teníamos que cerrar. Luego hemos sufrido un poco con las obras del TAV, que ese acceso tan complejo nos ha perjudicado.

Ahora el acceso a Tabakalera se modifica por partida doble. Por un lado, el subterráneo de Egia, ahora mucho más amplio, se ha abierto y, por otro lado, se encuentra la nueva plaza sobre las vías del TAV.

Igual me equivoco, pero creo que esa plaza no se va a transformar en la entrada principal de Tabakalera en absoluto, pero sí en otro acceso para, quizá, aquellas personas que quieran disfrutar un rato de la plaza, que finalmente parece que va a ser verde. Espero que podamos darle más usos también a esa plaza.

La plaza estará presidida por una obra de Esther Ferrer perteneciente a su serie de ‘El poema de los números primos’.

Se va a ir produciendo a partir de octubre o noviembre, una vez ya que empiecen con el pavimento de la plaza. Espero que podamos inaugurarla en enero y contar con la presencia de Esther, que estaba muy ilusionada. Lo que pasa que el proyecto se ha alargado mucho. 

¿Cómo marcha la ampliación de las instalaciones de Kutxa Fundazioa

Finalmente, las obras empezarán en octubre y esperemos que para finales de 2026 podamos contar con toda su propuesta. 

¿Cómo creen que van a cambiar los usos y hábitos de Tabakalera?

Todos vamos a tener que adecuarnos. Su propuesta está fundamentalmente dirigida a público escolar durante la semana. Es verdad que entre Medialab y nuestro departamento de Educación no damos abasto para responder a todas las peticiones que nos llegan del mundo educativo. La propuesta de Kutxa Fundazioa nos va a dar un poco de respiro y nos va a venir muy bien a todos. En cuanto al fin de semana, esperan un público un poco más familiar. La de Kutxa Fundazioa va a tener una presencia importante y la convivencia vamos a tener que organizarla bien. No me preocupa, pero no os ocupa.

Uno de los espacios que ocupará Kutxa Fundazioa se encuentra en la zona conocida como Plaza, donde anteriormente se situaban propuestas culturales del ámbito privado que ya no están.

Tuvimos que tomar esa decisión, en un momento en el proyecto de Kutxa no estaba bien definido, pero pensamos que la aportación que podía hacer al proyecto general de Tabakalera era mucho más positivo que el de las iniciativas comerciales. Hubo que tomar esa decisión, como hubo que tomar la decisión de utilizar el espacio del Hub de los muebles porque la EQZE necesitaba también una ampliación de espacio. Unos y otros se enfadaron un poco, pero a nosotras nos toca tomar decisiones pensando en las mejores soluciones.

¿Cómo funciona el proyecto LABe del Basque Culinary Center?

La parte de laboratorio creo que ha ido perdiendo peso, supongo que debido al nuevo GOe de Gros. Pero es verdad que como restaurante funciona muy bien.

La fecha oficial del aniversario es el próximo jueves, día 11, pero han decidido celebrarlo durante todo el año. ¿Qué programa queda de aquí a que acabe 2025?

Lo que hemos intentado es explicar un poco cuáles son las líneas generales, sobre todo, a nivel de exposición. Hemos hecho también guiños especiales en la sala de cine, con Alejandro Amenábar y el aniversario de Tesis; la presencia de Oliver Laxe con el estreno de Sîrat; con el reestreno de La quimera del oro... Lo que queda en cuanto a propuesta expositiva es la muestra de Irati Gorostidi que inauguraremos esta semana, coincidiendo con su participación en el Zinemaldia con Aro Berria. En octubre inauguraremos dos exposiciones: una dedicada a Marlene McCarty, una artista interesantísima norteamericana, que fue jefa de diseño del MoMA durante muchos años. Tiene un universo visual y pictórico maravilloso. La otra será la gran exposición de Maider López que desarrollaremos la sala Kubo del Kursaal. Hemos dejado para el 11 de diciembre el evento de aniversario más institucional. Y estamos preparando algo de cara a la ciudadanía también.

Directores de otras instituciones como el Zinemaldia o el Jazzaldia han anunciado su reciente jubilación. En 2028 cumplirá diez años como directora de Tabakalera y también alcanzará los 65 años. ¿Ha pensado en su jubilación?

Ahora mismo no pienso en la jubilación. Es verdad que en el entorno cercano todos o se han jubilado o se han prejubilado. A mí me entusiasma mi trabajo, aunque tiene momentos duros, como todo, pero también son grandes satisfacciones las que proporciona. A partir de dejarlo no podré disfrutar de ello. Por ahora pienso en poder disfrutar de todo lo bueno que me ofrece y, cuando llegue el momento, yo misma ya me daré cuenta de que toca marcharse.