Entre el próximo jueves y el domingo, Tolosa volverá a ser “el centro del mundo coral”. No obstante, la situación de esta disciplina en Euskadi no parece estar viviendo su mejor momento, tal y como alertó esta semana la Confederación de Coros de Euskadi y corrobora el pasaitarra Josu Elberdin.
¿Qué es lo que buscan a la hora de premiar al mejor coro?
Hay premisas en las que nos solemos poner todos de acuerdo como el estilo, la afinación, el empaste o ser fieles a la partitura. Hay una serie de cuestiones que pueden ser menos subjetivas, porque la música tiene un punto subjetivo, porque son tangibles. En el caso de Tolosa, somos siete personas las que formamos el jurado con pensamientos diferentes. Estás asegurando, de esa forma, la diversidad en el canto y gente que puede tener diferentes formas de interpretar. Siempre son profesionales de muy primer nivel, lo que asegura que el certamen tenga a personas que estén juzgando de una forma correcta y acertada.
Con esa combinación, ¿es fácil que se pongan de acuerdo con los ganadores?
Hay certámenes en los que el jurado se pone a hablar y de ahí toman la decisión, pero en Tolosa cada jurado puntúa sin hablar con los demás. Se trata de un sistema aséptico y bueno que elimina máximas y mínimas para que no se pueda ni colaborar ni fastidiar en exceso a un coro y son las medidas aritméticas las que dan el ganador. Si hay algún conflicto se puede llegar a hablar, pero normalmente solemos ir bastante igualados en los resultados. Es un sistema que no se suele utilizar, pero es uno de los mejor aceptados porque es justo con todos.
¿Nota que hay muchas diferencias en las técnicas entre países o incluso continentes?
En los últimos años, fruto de la globalización, la gente tiene acceso a mucha información y sabe cómo se interpreta. La primera vez que estuve en Asia hace diez o quince años como jurado veía que los coros hacían la música asiática de forma impresionante, pero si se ponían a hacer música europea carecían de cierto estilo porque les quedaba lejos. O el típico coro cubano que venía a Tolosa y cantaba un folclore impresionante, pero la polifonía la hacían un poco floja. Hoy en día, no pasa tanto. Saben cantar música del renacimiento como hay que hacerla dentro de un estilo, igual que la romántica o la folclórica. Los coros realmente buenos, que son los que vienen a Tolosa, son capaces de cambiar de registro en función del programa y lo hacen muy bien.
Aún así, por tradición propia del país, quizás haya algún territorio concreto del que siempre digan que da igual qué coro venga porque seguro que lo hacen bien.
Hay países que están trabajando muy bien, pero en cada sitio te encuentras muchos tipos de realidad. Europa era la gran cantera, donde se cantaba muy bien, pero Asia, que se veía como muy exótico, ha trabajado mucho y los coros de Indonesia o Filipinas son muy rigurosos cantando nuestro repertorio y en euskera, pero también te cantan Brahms o Henderson y lo hacen muy bien.
“Cuando en una conversación fuera de aquí sale Tolosa, para ellos, y no es exagerado, es como la final de la Champions”
Imagino que también estudian lo que se premia y lo que buscan los jurados.
Tolosa es un certamen más dentro del gran premio europeo, en los que los estándares que decía al principio son internacionales. Antes, la vocalidad de los coros era diferente. Los del este tenían voces más grandes y los sudamericanos más ligeras. Hoy en día, en cambio, Colombia o San Petersburgo, con el clima que puede tener cada uno, que va a determinar su color de voz, vienen preparados para competir. Los buenos coros estudian mucho las ideas de interpretación. Cuando en una conversación fuera de aquí sale Tolosa, para ellos, y no es exagerado, es como la final de la Champions. El centro del mundo coral va a estar el próximo fin de semana en casa, pero a lo largo del curso su mayor objetivo es estar preparados para llegar al nivel de nuestro certamen.
¿Son conscientes de la tradición coral que hay en Euskadi?
Este año es la 55ª edición del certamen, así que es uno de los decanos. Este año me toca ser jurado, pero llevo muchos colaborando en el comité técnico y para nosotros, como compositores, que Tolosa siempre haya apostado por nuestra cultura y por nuestro idioma y que les haya abierto las puertas al mundo es algo para agradecer, al igual que se agradece mucho desde fuera. Los coros que vienen agradecen mucho la atención que se les da y vayas a donde vayas siempre encuentras coros que hablan del certamen, sea porque han estado y quieren volver o porque todavía no lo han hecho y es el gran hito a conseguir.
No obstante, esta misma semana se ha dado a conocer un estudio pionero en el que se alerta de la falta de cantera. ¿También lo percibe?
El paradigma está cambiando, como en otras muchísimas cuestiones de la vida. Euskadi era un pueblo en el que se cantaba en todas partes y, aunque en los últimos años se ha tratado de recuperar ciertas actividades como las kantujiras, los grandes núcleos de los que nos deberíamos nutrir, como son los colegios, se nos están perdiendo. Es muy complicado conseguir que los niños quieran cantar en un mundo en el que tienen muchísimos estímulos. Encima, si quieres que la actividad coral tenga cierta competencia y calidad, no vale con ir solo un día a cantar. Necesitas de una disciplina y de un compromiso, y son palabras que, si miramos a muchos ámbitos de la vida, están desapareciendo. El estudio que se ha desarrollado es una foto muy válida y que necesitábamos tener porque hablábamos de sensaciones. Siempre que salgo de casa me dicen que Euskadi es la gran potencia, pero no, lo ha sido. No podemos quedarnos solo con qué fuimos, tenemos que seguir trabajando. Ver cuál es realmente nuestra situación sirve para revertir algunas realidades y plantearnos, al igual que se hizo en su día con el deporte escolar, hacer algo similar con la cultura.
“Es muy complicado conseguir que los niños quieran cantar en un mundo en el que tienen muchísimos estímulos”
Con ello se conseguiría que, al menos, lo prueban y lo conozcan, ¿no?
Sí. Suelo dirigir a 200 y 500 niños en varios sitios como Ourense y Burgos y son niños que vienen de colegios y que no han tenido experiencias corales. Gracias a ello lo descubren y siempre acaban preguntando cuándo es el siguiente concierto porque quieren repetir. Es algo que tiene beneficios a muchos niveles. Aquí se ha cantado en muchos colegios, por lo que estamos a tiempo de impulsar el canto base por placer y gusto, pero siempre bien liderados y con el objetivo de que la gente quiera seguir cantando. Tenemos mucha música muy bien escrita y no solo para concurso. Nuestro repertorio básico, nuestro cancionero de Azkue, Aita Donostia o Peter Ansorena son joyas, y gracias a cantar eso pueden aprender, al igual que hacíamos los de mi generación con Pintto, Pintto, Ran rober ran y todas esas canciones. Tenemos material y hay profesionales, solo falta que removamos un poquito esa base social y volver a recuperarla.
Y tenemos, además, concurso de primer nivel como el de Tolosa.
Tolosa tiene un estándar que queda muy alto para muchos coros, pero siempre animo a la gente que se acerque al Leidor para ver cuál es la realidad a nivel mundial. No lo hago para que comparen los coros, si no para pensar en probar otros estilos. Al final, Tolosa tiene muchas facetas posibles.